México. Grandeza y diversidad.
Paulina Latapí Escalante*
Estimulada la vecina ribera por la riqueza de estos cultivos acuáticos,
rivaliza embelleciendo sus prados de perenne primavera
con verdes olmos, cerezos, el peral fecundo, el pomar sonrosado,
el laurel, el pino, el cedro y elevadas encinas.[1]
Rafael Landívar, Rusticatio Mexicana.
Escribo estas líneas desde mi experiencia como historiadora que ha caminado en diversos espacios educativos. Aquí mis líneas parten de dos experiencias: a) la de escribir libros de texto de historia para secundaria, hasta que se implantó el Nuevo Modelo Educativo del 2017, con el cual no coincidí y por ende me retiré como autora; b) la de formar profesorado de ciencias sociales desde hace más de veinte años, primero en la UNAM y luego en la Universidad Autónoma de Querétaro. En ese camino en el que muchas y muchos transitamos, camino que entrelaza la historia y la educación, reconocemos ser herederos de quienes nos han antecedido en la tarea de educar e historiar. Por eso inicio con Tucídides, el primer historiador que, según conocemos, decidió alejarse de la historia ficción —hoy diríamos— aplicando con rigor criterios para dilucidar lo ocurrido. Si lo logró o no, es algo que aún se discute; no obstante, es pertinente mencionar algunos criterios aplicados en su Guerra del Peloponeso (c. 400 a.n.e.): dar crédito “a todos los indicios tal como se presentan”, comprobarlos, buscar la verdad antes que cautivar al auditorio embelleciendo los hechos expuestos, no presentar “hechos sin pruebas”…sopesar la información que diversas fuentes suministran acerca de un mismo hecho…[2]
Si bien el trabajo del historiador, de la historiadora, hoy tiende a ser aún bastante solitario como el de Tucídides, la obra: México, grandeza y diversidad, y que abarca desde los diferentes eventos geológicos y biológicos registrados en las rocas y su contenido fosilífero, los cuales dieron lugar a la configuración del paisaje actual del territorio mexicano, hasta la exposición de algunas acciones y decisiones de la administración de Andrés Manuel López Obrador, tiene la principal virtud de ser un trabajo colaborativo y riguroso con lo cual se es fiel a la multiperspectividad y a los avances que se han realizado en el conocimiento del pasado mexicano en áreas, temáticas y periodos específicos. Fueron 30 sus autores y 23 sus colaboradores; en total, 53 especialistas en los campos de paleontología, arqueología, biología, historia, etnología, filosofía, geología, antropología, derecho, economía, sociología, letras hispánicas e inglesas, psicología. Por tratarse de una titánica labor y para adecuarla a públicos diversos, incluidos niños, niñas, y jóvenes, con gran acierto se encomendó la labor de adaptación de los capítulos a Ana María Prieto, experimentada académica con más de tres décadas en estos caminos cruzados entre la historia y la educación. Y realizó tal encomienda con extremo cuidado y —subrayo— en diálogo con las y los autores, de tal forma que integró diez fascículos, cada uno con dos capítulos.[3] Cada capítulo se presenta en un excelente diseño gráfico: portada, correcto tamaño tipográfico, profusión de pertinentes ilustraciones (fotografías, mapas, algunos esquemas ilustrativos) todas bien seleccionadas y acompañadas de oportunos textos explicativos.
Me parece que el coordinador general del proyecto, que incluye la obra completa, las dos magnas exposiciones museísticas, un sitio web y las adaptaciones que aquí comento, el antropólogo Diego Prieto, expresa con claridad el propósito profundo de los fascículos en la presentación que de ellos hace: “cuya modesta intención es contribuir a sentirnos parte de una gran historia, a pensar lo que somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos” (contraportada fascículos). Con esto sintetiza el juego temporal entre el pasado, el presente y el futuro. Para muestra, repárese en la primera página de los fascículos, que comienza con la historia natural de lo que hoy es nuestro país:
Los diferentes eventos geológicos, biológicos, históricos y culturales que han dado lugar a la configuración del paisaje actual del país, permitieron el desarrollo de muchos ambientes (naturales y culturales) que han hecho que México sea reconocido como un país megadiverso, lo que nos obliga a reflexionar en los desafíos del presente, para asumir un compromiso firme y consciente de cara al futuro”[4]
Y luego, después de escuchar las diversas melodías de la historia, tiempos, movimientos y ritmos de nuestro país, al leer los veinte capítulos adviértase en el último capítulo y en el último fascículo; “La historia, como el tiempo, no se detiene, en ella se entrelazan presente, pasado y futuro. Conocerla nos prepara para vivir el tiempo actual con mayor certeza e imaginar cómo queremos vivir mañana”[5] Así está expresada de manera llana la conciencia histórica, ese maravilloso juego temporal (presente-pasado-presente-futuro.) al cual nos va llevando la obra completa en su unicidad o en partes que se pueden leer por separado según sea el interés del lector o de la lectora.
Conviene aclarar que la obra no es un libro de texto para algún nivel educativo, pues no está estructurada según un determinado plan o programa de estudios, ni contiene estrategias o actividades para ello. Los fascículos, a mi modo de ver, tienen como destinatario a todo aquel interesado por conocer y amar a México. Se está frente a una obra de difusión que, no obstante, la especialización de sus autoras(es) y colaboradoras/es), en su adaptación consigue conjugar información minuciosa con un estilo ameno de redacción. Aclarado eso, la obra, como texto de difusión, podría incorporarse quizás a cursos de la educación formal no solo de historia, sino de geografía o de formación cívica y ética, y también a espacios no formales como talleres en comunidades diversas para propiciar el diálogo y, ¿por qué no?, el debate mediante el compartir saberes y propiciar nuevos sentipensares. Lo anterior lo pienso particularmente para los momentos críticos de nuestra historia que se prestan a diversas interpretaciones. Será muy provechoso que esta obra propicie el diálogo. Por ejemplo, al final de la obra, se mencionan acciones y decisiones específicas llevadas a cabo por el sexenio obradorista; queda a la ciudadanía, crítica e informada, presente y futura, la oportunidad de discutirlas y evaluarlas.
Tres grandes componentes hacen grande la obra, grande en el sentido de loable por no haberse realizado con anterioridad. El primero lo lleva en el título: plasmar y resaltar el valor de la diversidad natural, geográfica, étnica, cultural…como un valor que dota de riqueza a nuestro país. El segundo: exponer las memorias de un país que ha sufrido, pero cuyas memorias también han resistido y resisten. El tercero: saldar la deuda con los pueblos originarios. Esta frase sintetiza el tratamiento de los tres componentes: “La grandeza de México está en su identidad pluriética, en sus raíces milenarias, en su diversidad lingüística y cultural, en su variedad geográfica, en su riqueza histórica y en su gente.”[6] Considero que la estructura de los fascículos posibilita esa comprensión profunda y procesual, pues inician generalmente con un texto que provoca interés y con una interrogante, sigue luego el texto del periodo abordado y se cierra cada capítulo con una reflexión final como de la cual se extrajo la frase anterior.
Cierro con una vivencia que me evocó la lectura del texto: caminar por los claustros del ex convento jesuita de Tepotzotlán, en el Estado de México, hoy Museo del Virreinato. Entrar al oro de su capilla de novicios, quedarme pasmada y enterarme que allí, en 1750, fue novicio Rafael Landívar (1731-1793), autor de la Rusticatio mexicana, descripción de la grandeza y variedad de la naturaleza mexicana:
[…] Desde aquí, la turba alada y policroma se divierte flechando los aires, jugueteando con su festiva garganta musical, y agitando las orillas con el dulce alboroto de sus cantos. Canta el gorrión de rojo y ancho copete coronado y cuello de resbaladas plumas encendidas. Juega asimismo el cenzontle, príncipe de las aves, desconocido en el viejo mundo, singular por la rareza de sus variados sonidos, el más elocuente, pues simula voces del hombre, las de otras aves, el ladrido de los perros y hasta la melodía de quien acompaña un canto pulsando las cuerdas[7] […] Crece en los espesos bosques la calabaza hueca que pendula adherida de las altas ramas de los árboles, futura cantimplora de Baco y buen flotador sobre las aguas[8]. [Agrega Landívar que los indígenas dejaban flotar calabazas para engañar a los patos y poderlos cazar.] Ame el vulgo las recónditas riquezas del suelo y sus entrañas opulentas. Agrádame a mí concentrar la dulce miel en moldes de arcilla: no la que capta en los campos la abeja siciliana y solícita oculta en los huecos troncos, sino aquélla que, exprimida en prensas, vaciada en cazos de cobre, condensa el colono mexicano y saca —albeante azúcar— de los cónicos moldes[9]. […] la ágil pantera, de mandíbula feroz, habita los espesos lugares de árboles umbríos, sin que, rencorosa, se espacie de día por el campo abierto. Tiene bella la frente, apretados ijares, matizados lomos y cola tornasol de tres codos de larga. La peluda piel teñida de color oscuro hermosea su cuerpo gallardo, engalanada por dondequiera con negras pintas sinuosas, que superan en hermosura al renegrido azabache.[10]
Qué maravilla que la obra evoque recuerdos que nos movilicen, que nos lleven a viajar desde el presente, hacia el pasado, para desde ahí construir futuros deseables. Qué maravilla que nos adentre en la grandeza realista de México, fincada en sus raíces, con su particular belleza, pero también con heridas profundas. Por ello es que el contenido y desarrollo de la obra concuerdan con la orientación de su título: México, grandeza y diversidad.
* Universidad Autónoma de Querétaro.
La autora nos comparte sus reflexiones en torno a la edición: México. Grandeza y diversidad. Fascículos, (Adapt. Ana María Prieto), México, Secretaría de Cultura-INAH, 2021; obra presentada el 1 de marzo de 2023.
[1] Landívar, Rafael. Rusticatio Mexicana (Por los campos de México), Prólogo, versión y notas de Octavio Valdés, México, JUS, 1965, p. 65.
[2] Tucídides, Guerra del Peloponeso, V. I., Libro I, Madrid, Gredos. Biblioteca Clásica, 1982, pp. 52-60.
[3] Disponibles en: https://bit.ly/3Zrypdb
[4] Adaptación de Corona, México. Grandeza y diversidad, Capítulo I, Fascículo 1, p. 1.
[5] Adaptación de Bartra, México. Grandeza y diversidad, Capítulo XX, Fascículo 10, p. 1.
[6] Adaptación de López Bárcenas, México. Grandeza y diversidad, Capítulo XIX, Fascículo 10, p. 16.
[7] ibidem, p. 64.
[8] ibidem, p. 72.
[9] Ibidem, p. 206.
[10] ibidem, p. 332