Enviado por el editor el Jue, 19/05/2016 - 10:36
José Joaquín Blanco
En los poemas de Así en la tierra (Breve Fondo Editorial, 1996), de Isabel Quiñónez (1949-2007), encontramos cánticos y paisajes del caos, la irrealidad, la muerte y la desdicha, entonados e iluminados con una aguda voluntad de verdad, de asomos radicales a las introspecciones duras. Pero estas visiones negras a la vez se ven enriquecidas con tal música, con tal delicadeza y exactitud de sensaciones —incluso de repente, en mitad de la tormenta, ensayan ciertos elogios del mundo—; con tal esfuerzo reflexivo —desde las perspectivas de la filosofía, de la religión, de la mística, de la magia, del folklore, de la ironía—; que el lector se sorprende combatido continuamente entre el flujo de la elegía, de la desesperanza y hasta de la imprecación, y el reflujo de su belleza verbal y sensorial, de su coraje y sus luces intelectuales. Y de esa danza ritual que en sí misma constituye una afirmación vitalista en la linde misma de la sombra. Entre las ruinas del ser, está conjurando algún íntimo, concreto paraíso: por lo pronto, el poema.
Enviado por el editor el Lun, 07/12/2015 - 00:36
Lourdes Villafuerte García
En el curso de una de esas sabrosas pláticas que teníamos mi querido amigo Sergio Ortega y yo, me contó que al cumplir 50 años hizo un recuento de su vida y una reflexión acerca de los años que le quedaban por vivir. En aquella ocasión tomó conciencia de que estaba a la mitad de la vida, la cual había sido muy productiva, y que el tiempo que le quedaba, poco o mucho, debía aprovecharlo al máximo, y decidió dedicarlo a las dos actividades que consideraba más importantes: su trabajo de investigador y docente en historia y a las personas que quería. Tuve la fortuna de ser beneficiaria de esta grave decisión, pues él y yo colaboramos de manera estrecha en un proyecto de investigación que ha ocupado buena parte de nuestro tiempo los últimos 25 años y yo era, además, una de las personas que él quería.
Enviado por el editor el Lun, 07/12/2015 - 00:35
José Abel Ramos Soriano
La relación de Sergio con el Seminario de Historia de las Mentalidades comenzó en 1978, desde la formación de este grupo de trabajo, ya que fue uno de sus fundadores. El Seminario se inició por un convenio firmado entre la embajada de Francia en México, a través del Instituto Francés de América Latina, y el Instituto Nacional de Antropología e Historia, por medio del entonces Departamento de Investigaciones Históricas (DIH), actualmente Dirección de Estudios Históricos (DEH). Sergio representaba a México, en tanto que Solange Alberro y Serge Gruzinski estaban por parte de Francia. Estos últimos se encontraban en México realizando su respectivo doctorado de estado sobre la época colonial para la Universidad de París.
Enviado por el editor el Lun, 07/12/2015 - 00:34
Mario Camarena Ocampo
Mario Camarena Ocampo: El objetivo de esta entrevista es que tú, investigador de la Dirección de Estudios Históricos con más de cuarenta años de trayectoria, hagas una remembranza de Sergio Ortega Noriega como parte de tu formación y desarrollo como investigador, pues la revista CON-TEMPORÁNEA quiere hacer un sencillo, pero sentido homenaje a un personaje que, desde mi punto de vista, fue importante para esta Dirección, no sólo como investigador sino como formador de investigadores. ¿Cómo conociste a Sergio?
Enviado por el editor el Lun, 07/12/2015 - 00:33
Obras de Sergio Ortega Noriega
El edén subvertido. La colonización de Topolobampo. 1886-1896, México, Departamento de Investigaciones Históricas-INAH, 1978.
Enviado por el editor el Mar, 01/09/2015 - 00:55
Clara E. Lida
Agradezco a la Dirección de Estudios Históricos, y en particular a Tania Hernández Vicencio, subdirectora de Historia Contemporánea, que hayan pensado en mí para hablar de nuestra entrañable Dolores Pla. Que este salón esté repleto es un testimonio del cariño, admiración y calidez que supo despertar entre quienes tuvimos el privilegio de conocerla y tratarla. Antes de comenzar, quiero expresar mis más hondos sentimientos a sus amigos, a sus compañeros de trabajo y a sus familiares; para su hija Anna Helena y Armando Alvarado, su padre, van todo mi afecto y solidaridad. No me ha sido fácil componer estas breves páginas sin que me desbordara la tristeza, por eso más que hablar de la amiga entrañable, evocaré los primeros pasos en mi relación profesional con ella.
Enviado por el editor el Mar, 01/09/2015 - 00:54
José Antonio Matesanz
Quiero agradecer, en primer lugar, a Mónica Palma, a la Dirección de Estudios Históricos del INAH el haberme invitado a participar en este homenaje. Aunque yo ya me jubilé, ¡ya terminé los trámites con el ISSSTE!, cosa que todavía no creo, estoy a punto de irme, estoy a punto de iniciar otra vida, ahora que acabo de cumplir 75 años, aunque no lo parezca. Eso me decía Lola: “tú eres grande de la edad, pero no lo pareces”.
Enviado por el editor el Mar, 01/09/2015 - 00:53
Guadalupe Zárate Miguel
Para Anna, Enrique, Miquel con todo mi amor
Agradezco a mis compañeros de la Dirección de Estudios Históricos (DEH), la oportunidad de participar en el homenaje a mi querida amiga-hermana Dolores Pla Brugat.
Ella supo lo que yo sentía y pensaba de su trabajo porque era un tema recurrente en las reuniones que sostuvimos a lo largo de más de cuarenta años. El amor, la familia, la política, la literatura, los programas de tele y nuestras investigaciones se mezclaban, a veces sin mayor transición. Entre la ortodoncia de Dersu y Cuna de lobos, aparecían nuestros inmigrantes. La línea de separación entre lo personal y lo profesional era muy elástica. Creo que es el caso de muchas de mis colegas.
Enviado por el editor el Mar, 01/09/2015 - 00:52
Gerardo Necoechea G
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La primera imagen de Lola que me viene a la memoria es la de ella en su escritorio, escribiendo, y a su lado derecho una pila de hojas impresas. Estábamos todavía en la antigua sede de la Dirección de Estudios Históricos (DEH), en el anexo al Castillo. El Seminario de inmigrantes, al que pertenecía Lola, compartía un amplio cubículo con nosotros, los del Seminario de Movimiento Obrero. Por accidente de la distribución de espacio, el nuestro en ocasiones parecía más recibidor que cubículo, puesto que todo mundo tenía la costumbre de pasar a saludar, o si eran visitantes, pasar a preguntar por ésta o aquélla persona. Lola redactaba entonces su tesis doctoral, e imperturbable, con sonrisa o sin ella saludaba o contestaba la pregunta sin desviar la vista de la máquina de escribir, una Olimpia eléctrica que, si no mal recuerdo, por esos tiempos fue sustituida por una de las primeras computadoras en la DEH.
Enviado por el editor el Mar, 01/09/2015 - 00:51
Leticia Reina
México, D.F., 21 de agosto de 2014
Hola mi querida Lola, hoy hace un mes que partiste, sin embargo te sigo viendo en el estrado del Palacio de Calimaya, hoy Museo de la Ciudad de México, donde se inauguró la exposición del exilio español y de la cual tú fuiste la curadora. ¡Qué hermosa, reluciente y plena te veías! Claro, no era para menos. Esta exposición te significaba la culminación de muchos años de investigación, a través de difundir ampliamente tu conocimiento sobre el tema y ponerlo al alcance de todo mundo. ¡Como siempre, tan bondadosa la Lola!
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