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Observatorio coyuntural de historia ambiental. Entrevista a Sergio Eduardo Carrera Quezada

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 04/04/2024 - 19:41:00 PM

Mauricio Ramsés Hernández Lucas / Margarita Loera Chávez y Peniche*

 

En la actualidad, la historia ambiental ha cobrado una gran relevancia académica, tanto en el ámbito nacional como internacional, debido a la amplia diversidad de problemáticas ecológicas que embargan al planeta y, por ende, a todos los seres vivos que lo habitamos. El futuro de los recursos naturales y su expoliación nos han colocado en un punto clave de la historia de la humanidad. Muchos de esos recursos tienden a extinguirse, junto a miles de especies, entre ellas la nuestra, como resultado de su uso excesivo e irracional. Por tal razón, el ser humano está obligado a replantearse una nueva manera de relacionarse con el medio ambiente para protegerlo, conservarlo y restaurarlo, con la finalidad de asegurar la sobrevivencia de la vida en la Tierra. La siguiente entrevista pretende reflexionar sobre el quehacer de la historia ambiental en el mundo y en México.[1] Sergio Eduardo Carrera es licenciado en Etnohistoria por la Escuela Nacional de Antropología e Historia, maestro en Antropología Social por la Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil, y doctor en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México. Fue investigador huésped y docente en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Unidad Peninsular. Actualmente es profesor investigador del Centro de Estudios Históricos de El Colegio de México y pertenece al Sistema Nacional de Investigadores, Nivel I.

 


Fuente: https://ceh.colmex.mx/es/personal-academico/carrera-quezada-sergio-eduardo/semblanza

RH: Estimado Sergio Eduardo, te damos una cordial bienvenida a esta conversación, la cual será publicada en la revista Con-temporánea, en un número especial sobre historia ambiental. Nos agradaría comenzar esta charla con una pregunta clave: ¿qué es para ti la historia ambiental?

 

SC: Es una pregunta complicada porque existen diferentes definiciones, a las cuales se puede adscribir una serie de trabajos, investigaciones y perspectivas, acerca de lo que se entiende como historia ambiental. Dentro de esta gama de definiciones, la que más he utilizado yo para mis propios intereses y mis propias investigaciones ha sido la que ha desarrollado el investigador estadounidense John McNeill: las relaciones mutuas entre el género humano y el resto de la naturaleza, siempre desde una perspectiva histórica. Él añade un poco más en lo que escribió ya hace algunos años: que además el humano se ha convertido en una especie que ha cambiado el rostro del planeta de una forma muy significativa. Y hay que ver estas transformaciones mutuas, también en este género humano, por las situaciones y las características del propio ambiente. Otra definición que me gusta mucho es la de Donald Worster, que describe la historia ambiental como el estudio de cómo los humanos han sido afectados por el medio ambiente a lo largo del tiempo y viceversa. Son, digamos, dos definiciones que derivan de la historiografía estadounidense, pero que también tienen una correspondencia muy directa, muy cercana con la geografía de tradición francesa, que se ha desarrollado en parte de Europa; muy cercana a partir de los trabajos de Lefebvre y también de los trabajos de Braudel. Entonces, yo encuentro muchas correspondencias entre la definición de historia ambiental estadounidense, pero también en las definiciones de geografía histórica. Lo que importa, creo yo, es que en estas definiciones, en la mayoría de las definiciones, la naturaleza es considerada como un agente histórico; yo creo que eso es lo importante.

 

RH: Así es. Esta correlación de corrientes teóricas entre la escuela estadounidense y lo que se llamó un tiempo atrás la “ecohistoria”, con la escuela de los Annales, nos puede remitir un poquito más atrás con lo que era la geografía histórica; con la geografía de Vidal de la Blache, en Francia; y también con los postulados que hizo Ratzel, en la antigua Alemania. Pero es difícil de complementar y consolidar con un equipo de investigadores o un grupo de escuelas que se dediquen fundamentalmente a consolidar una definición. Éste es un reto epistemológico que en la actualidad tenemos los que nos estamos dedicando a la historia ambiental.

 

SC: Por supuesto. Sobre todo es un reto para los historiadores, no tanto para los que se dedican a las ciencias ambientales. Yo creo que el cambio epistemológico se ha dado justo en las ciencias ambientales: la biología, la propia ecología, la geografía incluso, los estudios de ecología del paisaje, etcétera. Y digamos que los historiadores, muchos derivamos de intereses que vienen de una historiografía más de historia agraria, o historia económica, un poco historia cultural. Pero los que han sido historiadores ambientales, que se definen como tales, muchas veces provienen de otras disciplinas. Ahora, el otro reto que se presenta es la cantidad de estudios y de temáticas que día con día aparecen sobre la historia ambiental. Llegar a sistematizar toda esa información y luego conformar grupos de investigación es todo un reto, pero yo creo que, de frente al desarrollo de la ciencia actual, la historia ambiental tiene demasiado potencial.

 

RH: Nos gustaría saber por qué y desde cuándo te has dedicado a la historia ambiental.

 

SC: Como te acabo de mencionar, muchos empezamos a hacer historia ambiental sin saber que estábamos haciendo historia ambiental; lo que una colega, Micheline Cariño, menciona como una “historia ambiental inconsciente”. Yo estudié en la Escuela Nacional de Antropología e Historia la carrera de Etnohistoria, y por definición es una disciplina que se da como interdisciplina; es una perspectiva analítica histórica que de por sí es interdisciplinaria o fomenta la interdisciplina. Y obviamente está el problema de la relación entre sociedad y naturaleza, propia de las discusiones antropológicas, y también sociológicas y económicas. Cuando estudié en la Escuela de Antropología, en el 2004, siempre tuve interés en las sociedades indígenas, su organización política, social y territorial, sobre todo en el periodo colonial. También la historia agraria me llamó mucho la atención, y de una u otra forma, al abordar la cuestión de la tierra uno está haciendo también historia ambiental sin quererlo hacer; uno no es consciente de ello, pero lo está haciendo. Uno tiene que indagar acerca de los sistemas de cultivo, las formas de agricultura, las formas agroforestales, régimen de lluvias, clima, etcétera. Hay temas que uno aborda en sus investigaciones sin saber de forma consciente que está haciendo historia ambiental. Ya para el doctorado, que lo desarrollé en la UNAM, me aboqué directamente a la historia de la propiedad agraria en la sierra de la Huasteca, y lo mismo, creo que profundicé en esta relación entre las sociedades indígenas de la sierra con el entorno, con la serranía, y en toda una serie de políticas agrarias Instauradas por la Corona española para regularizar la posesión agraria.

 

Ya de lleno, en el 2016 emprendí un proyecto de investigación sobre la sierra de Meztitlán, cuyo tema principal era justamente el medio ambiente y las formas de poblamiento. Era un proyecto de investigación más cercano al estudio o análisis del paisaje, muy parecido al que en su momento desarrolló Brigitte Boehm de Lameiras para el lago de Chapala, o también muy similar al que hizo Alfred Siemens para la costa veracruzana, y a los de muchos otros investigadores. Entonces, puedo decir que llevo unos seis años trabajando, ya siendo consciente de que hago historia ambiental. Pero más concretamente, me llama mucho la atención la historia del paisaje, el estudio y análisis del paisaje.

 

RH: Para seguir con tu trayectoria, háblanos sobre la historia del Seminario de Historia Ambiental que coordinas en El Colegio de México.

 

SC: Inició como un taller en septiembre de 2020. Fue una iniciativa estudiantil en realidad. Un alumno, Reynaldo de los Reyes Patiño, fue quien llegó a incentivar un poco la inquietud de los alumnos del Centro de Estudios Históricos, en poder justo tener un espacio en el que se pudieran discutir sus trabajos y sus proyectos de investigación, que algunos ya están en proceso de elaboración de la tesis doctoral. Después el taller adquirió la forma de seminario y se convirtió en seminario permanente en El Colegio de México. Es un espacio abierto tanto a estudiantes como a investigadores ya consolidados que tengan interés y que tengan trabajos, investigaciones vinculadas a esta cuestión de temas ambientales desde una perspectiva histórica. Es decir, que se tenga una preocupación medioambiental, pero sí desde una perspectiva histórica. La gama de temas es muy amplia. Hasta ahora hemos tenido en estos seminarios dos presentaciones de libro. La primera fue la presentación del libro Fueling México. Energy and Environment. 1850-1950, de Germán Vergara, y la segunda fue el libro de Luis Arrioja y Armando Alberola, Estudios sobre historia y clima. Argentina, Colombia, Chile, España, Guatemala, México y Venezuela. Este último es un trabajo compilatorio de bastantes autores; son quince o dieciséis autores que recogen experiencias, tanto de Europa como de Latinoamérica, sobre los estudios del clima, que ahora en México empiezan a tomar mucha importancia. Y parte del seminario, también es algo que me parece muy importante señalar, tenemos una sección de publicación de reseñas de libros recientes de historia ambiental, tanto de América Latina como, particularmente, de México. Además, está la sección de artículos sobre historia ambiental que han sido publicados en los últimos años en la revista de El Colegio de México, que es Historia Mexicana.

 

RH: Y desde tu perspectiva y experiencia, ¿nos podrías decir cuáles son los alcances o el impacto de la historia ambiental en México, América Latina y otras latitudes?

 

SC: La historia ambiental tiene mucho potencial. Tampoco es algo tan reciente, ya tiene una larga trayectoria, sobre todo en los círculos anglosajones, pero también, como comentábamos, en los círculos europeos, tanto alemanes como franceses, ingleses, etcétera. En Latinoamérica tampoco es algo tan nuevo, o sea, venimos trabajando la historia ambiental desde la década de los ochenta, noventa, con esta derivación que preocupaba a un conjunto de historiadores económicos en su momento. Pienso que ahora, en este momento, en este contexto, la historia ambiental acaba por tener mayor potencial en estos nuevos rostros que están adquiriendo las ciencias ambientales, en estas rupturas de paradigmas en donde la ecología y todos los conceptos acerca de la naturaleza que derivan de esta perspectiva, más holística, empiezan a tomar otras direcciones más interrelacionadas. Entonces, a mi parecer, ya no podemos seguir haciendo historia económica como se venía haciendo hace veinte o treinta años. Se debe considerar ya, a toda una serie de conceptos, no como objetos o como escenarios; es decir, ya no podemos seguir considerando la naturaleza, el ambiente, el paisaje y los ecosistemas sólo como escenarios, sino hay que considerarlos como sujetos. Al mismo tiempo, lugares específicos o temas muy concretos, como la explotación de los bosques, el aprovechamiento del agua, los efectos del fuego, el aprovechamiento de la tierra, los océanos, etcétera, ya no son simplemente objetos que reciben la acción del humano, sino que hay una serie de interrelaciones, que también las acciones humanas están determinadas por estos agentes naturales. Y eso tiene que ver con estos cambios de paradigmas en la ciencia, un cambio de paradigma mucho más integrado, más holístico. Y creo que en este momento tenemos la ventaja de que ya somos una red: al mismo tiempo podemos encontrar tanto publicaciones como estudios que se han hecho sobre China, sobre África. Es decir, la información cada vez es más amplia y podemos nutrirnos de las investigaciones que se han hecho en otras partes del planeta, no solamente en cuanto a investigaciones, sino también al tipo de fuente documental. El historiador trabaja sobre todo con documentos, el papel o el registro de lo escrito; el historiador ambiental trabaja, como bien lo sabes, con otro tipo de fuentes que provienen de otras disciplinas: el estudio de los anillos de los árboles, la lectura sobre el polen, la geología, etcétera, que nos llegan a explicar otras cosas que no están propiamente en los documentos. Yo creo que con el avance tecnológico que tenemos ahora es mucho más fácil y más accesible tener a la mano este tipo de fuentes, que incluso diez o veinte años atrás.

 

RH: Para ir finalizando este conversatorio, y entrando un poco más al tema personal, quisiéramos saber cuáles son tus autores favoritos sobre la historia ambiental, cuáles son tus libros de cabecera y por qué.

 

SC: Uno de mis autores, que yo sigo porque se acopla mucho tanto al periodo que me interesa como a mi perspectiva, es indudablemente Alfred Crosby, el trabajo sobre el intercambio transoceánico. Y el otro libro es Imperialismo ecológico. Me parece que son textos fundamentales para entender estas relaciones entre grupos humanos, pero también entre grupos sociales en espacios determinados, y cómo se dio este impacto ecológico a raíz de la conquista de América. Otro libro que me gusta mucho es el de David Arnold, La naturaleza como problema histórico, un trabajo muy didáctico, que explica muy bien cuáles son las diferentes rutas que se pueden tomar de la historia ambiental. Porque no solamente hay un camino; hay muchas vertientes, muchas definiciones, como ya lo comentaba, muchas formas de hacer historia ambiental. Y yo creo que el trabajo de Arnold es bastante esclarecedor en ese sentido, sobre todo en la cuestión de considerar a la naturaleza un agente histórico; ya no como escenario del acontecimiento, de las acciones humanas, sino tomar a la naturaleza y a los fenómenos naturales como agentes de la propia historia. Y cuando yo estaba en la ENAH, cuando cursaba la carrera de Etnohistoria, un libro que me llamó mucho la atención y que fue yo creo que el primero en donde escuché la palabra “historia ambiental”, fue el de Warren Dean sobre la explotación de caucho en Brasil. Ese libro fue en donde por primera vez yo escuchaba la palabra específica “historia ambiental” y obviamente me llamó mucho la atención. Es un trabajo que muchas veces no se toma en consideración, pero es un clásico. Yo creo que habría que retomarlo en muchos aspectos, sobre todo en el contexto actual de la explotación sobre la Amazonía y los recursos ambientales, vamos a decirlo de forma más correcta, de los recursos ecosistémicos que se encuentran en esos lugares, en la Amazonía. Hay un libro muy interesante que me gustó para la región de Latinoamérica, en particular la región andina, que es Los señores del guano. Una historia ecológica global del Pacífico, de Gregory Cushman. Es un trabajo de largo aliento, de mucha apertura, pero sobre un problema muy específico que es la explotación de guano en la costa peruana y andina, toda la situación económica, política que derivó de esta explotación, de la acumulación de excremento de ave por miles de años, y que sustentó la economía peruana durante el siglo XIX y principios del XX de una forma muy significativa. Y ya hablando concretamente sobre México, yo creo que un libro que es piedra angular de la historia ambiental es el trabajo de Elinor Melville La plaga de ovejas. Sin duda alguna es de los primeros trabajos sobre México donde aparece el término “historia ambiental”. No es el primero. El primero es, me parece, un libro de Fernando Ortiz Monasterio, en donde aparece el término como tal, “historia ambiental”. Pero digamos que donde se desarrolla la perspectiva anglosajona de historia ambiental sobre México es a partir de La plaga de ovejas, un texto que ya ha sido muy debatido por otros especialistas acerca del impacto de la ganadería en la Nueva España. Está el trabajo de Karl Butzer, de Alfred Siemens, de Andrew Sluter. Miguel Aguilar Robledo también debate sobre este impacto de la ganadería; matiza, digamos, los efectos negativos de la ganadería, como lo expuso Melville en su momento, pero sin duda es un libro que se debe leer, es un clásico. Y otros libros que yo también sugiero son los dos volúmenes que coordinó Bernardo García Martínez sobre estudios de historia y ambiente en América. El primero lo coordinó con Alba González Jácome, en 1999 si no me equivoco, y el segundo con María del Rosario Prieto, en 2002 me parece. Es un conjunto de trabajos muy amplio, producto también de un seminario de Historia ambiental que Bernardo García Martínez estaba emprendiendo en El Colegio de México. Y un poco la intención de este seminario, el que estamos llevando, es retomar esas propuestas de Bernardo García Martínez y, digamos, darle continuidad a estas investigaciones y sobre todo seguimiento a lo que se inició ya hace unos veinte, veinticinco años atrás. Y por último, el ya mencionado libro que también me ha llamado mucho la atención es Fueling México..., de Germán Vergara, justo porque creo que se ubica en la producción historiográfica específica sobre historia ambiental, en forma global: el tema de los energéticos y de las transiciones energéticas. Eso es lo que desarrolla Germán Vergara y lo que se está desarrollando, digamos, en la historiografía a nivel internacional, entonces yo creo que es un trabajo muy atinado en esa perspectiva.

 

RH: Qué grandes libros has mencionado y qué buena tradición trae el seminario, este trasfondo que tenía ya con Bernardo García Martínez y las otras investigadoras, y que ustedes lo están retomando. Te queremos agradecer por tu valioso tiempo.

 

* Dirección de Estudios Históricos, INAH.
[1] Esta entrevista se realizó el 8 de agosto de 2022. La transcripción estuvo a cargo de Liliana García Sánchez.