El gozo del ocio

ENVIADO POR EL EDITOR EL Martes, 11/02/2025 - 12:59:00 PM

Rodolfo Palma Rojo, Gabriela Pulido Llano y Emma Yanes Rizo, Rumberas, boxeadores y mártires. (El Ocio en el siglo XX), México, INAH, 2014.


Francisco Pérez Arce Ibarra*

 

Sería un exceso decir que nuestra cultura nacional está compuesta de rumberas, boxeadores y televisoras. Pero no hay duda que en nuestro imaginario están presentes, como herencia o como experiencia propia, y son parte de eso que llamamos cultura popular. Este libro nos lo recuerda. El boxeo ya no es el mismo, fue sueño de barrio, seña de identidad y deseo. Las rumberas terminaron la función, invadieron la imaginación de hombres y mujeres, y desaparecieron, no sin sacudir la conciencia y la moral de una sociedad conservadora. Y la televisión, ¡por supuesto, la televisión! pasó de ser una sorprendente novedad tecnológica a un negocio millonario y un medio de comunicación cuya influencia no dejó de crecer hasta convertirse en abrumadora.

 

Un boxeador con mala suerte, unas rumberas de movimientos extremos, muy admiradas y poco vestidas, y una televisión comercial... comercialísima. Este libro, de lectura muy disfrutable, nos informa seriamente de aspectos decisivos que sin duda influyeron en la formación cultural de nuestro país durante el siglo XX.

 

De un deporte espectáculo, el boxeo, y de un personaje que además de boxeador es ferrocarrilero, Emma Yanes recrea sus palabras en uno de los ensayos de este libro para que el Puño de Oro de Camelia refiera sus deseos, sus aspiraciones y su realidad. Encontramos imágenes elocuentes de los habitantes de barrios pobres de la ciudad de México en los años treinta. La autora tiene buen oído y es capaz de reproducir la riqueza del lenguaje urbano y popular y personalísimo de su personaje: “Quince días nos duraron los ojos morados, pero no importó: nos fuimos juntos a empinarnos nuestra macetas y melones y a jugar rentoy a la pulcata [...]” Nos traslada a las calles de la colonia Guerrero, al barrio ferrocarrilero de Nonoalco, a las arenitas y las grandes plazas, donde se pelea por la gloria o por el orgullo o por la simple sobrevivencia. Nos traslada también a otro escenario, también de lucha, por mejores salarios y condiciones laborales... y a los hechos del “charrazo”, la imposición de un líder sindical ilegítimo, que dio origen al modelo de relaciones entre gobierno, empresas y sindicatos, que estuvo vigente todo el siglo.

 

De las rumberas hay una que es emblemática y que nos cuenta Gabriela Pulido: Tongolele. Llega a México en 1948 y crea un estilo de bailar nuevo, inesperado, con poca ropa y sugerentes movimientos de caderas. Éxito de taquilla, pero mucho más que eso, es origen y pretexto de un debate sobre la moralidad y las buenas costumbres. Otra bailarina, ahora olvidada, la Kalantán, era su competidora, que a la poca ropa y las caderas imparables, sumaba ruidos de animales salvajes. El tongolelismo del medio siglo, y el debate sordo que desató en la prensa, no es sino la continuación de una historia que viene desde los años posteriores a la revolución. Siempre presente la oposición entre modernidad y tradición, cosmopolitismo y provincialismo.

 

A la mitad del siglo están desapareciendo las carpas que han sido sustituidas por otro tipo de espectáculo teatral y de cabaret. En el gobierno predomina el conservadurismo moralista muy bien representado por los regentes Fernando Casas Alemán (1946-52) y, sobre todo, Ernesto Peralta Uruchurtu (1952-1966). En los años cincuenta, con pretextos varios, se decreta la desaparición de los cabarets y salones populares de baile; el último en ser cerrado fue El Tívoli, cuyo nombre se asociaba al desnudismo femenino. Es una historia de estira y afloja en la que la “moral” es una palabra abusivamente repetida. A la mitad del siglo está terminando una forma de espectáculo. Y está naciendo su majestad la televisión.

 

¡Ahí viene la televisión! El espectáculo dominante en la segunda mitad del siglo XX. Rodolfo Palma nos cuenta la historia, desde sus primeros pasos técnicos en los años treinta, hasta su poderío (duopólico) del fin de siglo. Una historia de técnica y de ajustes en estilos y formas del espectáculo. Pero también una historia de negocios. Para desgracia del país, el modelo comercial quedó definido desde muy pronto:

 

En 1947, Miguel Alemán Valdés creó una comisión integrada por González Camarena y el escritor Salvador Novo, para que realizaran un recorrido por EU y Europa y a su término definieron el modo en que haría de operar la televisión mexicana, ¿estatal o privada? [...] Salvador Novo se desbordó en alabanzas hacia el modelo europeo, en cuanto a normas técnicas, y especialmente el de la BBC en cuanto a esquemas de producción y dependencias estatales. Como es de suponerse, el empleado de la XEW..., quien además no tardó en volverse él mismo concesionario del canal 5, sugiere el modelo estadounidense, privado y de concesiones [...] Y así ocurre [...].

 

Gran visión de los patriarcas de la televisión comercial: Emilio Azcárraga Milmo: “La televisión está hecha para los jodidos, los que no pueden divertirse de otra manera, no para los ricos como yo que tenemos muchas posibilidades, ni para los que leen revistas de crítica política, sino para los jodidos que no leen y que aguardan a que llegue el entretenimiento”. O ésta, más bien incomprensible: Miguel Alemán Velasco: “nosotros vamos a entretener para educar; el Estado debe educar para entretener”.

 

En cierto momento el gobierno imaginó un sistema dual: televisión comercial y televisión pública. Pero acabó cediéndolo todo a los privados. Los jefes de la televisión comercial entendieron que el régimen del PRI era conveniente para ellos: el gobierno les daba todo y les pedía muy poco. De ahí la conocida frase de Emilio Azcárraga: “Somos del PRI, nuestro jefe es el presidente de la República y somos parte del sistema.” Así fue. Este ensayo muestra las rutas de la televisión, su fuerza y su “filosofía” para llamarla de algún modo.

 

Rumberas, boxeadores y mártires, que continúa la colección “Claves para la historia del siglo XX mexicano”, es un libro de lectura ágil y, tal como lo anuncia el título de la colección, lleno de “claves” para entender, para entendernos, para saber más de esa cultura nuestra bien sustentada en la historia del siglo pasado.

 

* Dirección de Estudios Históricos, INAH.