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Breves notas sobre el Conversatorio en torno del tercer volumen de Lázaro Cárdenas. Un mexicano del siglo XX, México, Penguin Random House / Debate, 2022

ENVIADO POR EL EDITOR EL Miércoles, 23/10/2024 - 16:04:00 PM

Ricardo Pérez Montfort*

 

Resumen
El autor presenta las particulares reflexiones de cuatro colegas con destacada trayectoria en el quehacer propio de la historia contemporánea de México, en torno a la edición de su tercer volumen sobre el general Lázaro Cárdenas. Resaltan aspectos sobre el contexto de la Guerra fría, el nuevo orden mundial, los cambios en el sistema político mexicano, el debate dentro de las izquierdas y su relación con el PRI, la conformación a contracorriente del Movimiento de Liberación Nacional; así mismo, la contribución del pensamiento político del General Cárdenas fraguado durante los últimos 25 años de su vida.

Palabras clave: cardenismo, orden internacional, sistema político mexicano, reformismo, siglo XX.

 

Abstract
The author presents the particular reflections of four colleagues with outstanding experience in the work of contemporary Mexican history, around the edition of his third volume on General Lázaro Cárdenas. They highlight aspects about the context of the Cold War, the new world order, the changes in the Mexican political system, the debate within the left and its relationship with the PRI, the formation against the current of the National Liberation Movement; likewise the contribution of political thought of General Cárdenas forged during the last 25 years of his life.

Keywords: cardenismo, international order, Mexican political system, reformism, twentieth century.

 

Gracias a la generosidad de cuatro colegas de la Dirección de Estudios Históricos del INAH, el 24 de septiembre de 2022 se llevó a cabo un conversatorio sobre el último volumen de la biografía del general Lázaro Cárdenas, que desde hace más de treinta años ha ocupado parte de mis intereses académicos y personales. Con la participación de mi querida y admirada Anna Ribera Carbó, los comentarios puntuales de Sergio Hernández Galindo, las reflexiones rigurosas de Saúl Escobar Toledo y las aproximaciones agudas e inteligentes de Carlos San Juan Victoria, quien también estuvo a cargo de la coordinación general de este conversatorio, moderado amablemente por Lilia Venegas Aguilera: aquel día tuvimos la oportunidad de revisar buena parte de los veinticinco años de la tercera y última etapa de la vida del general Cárdenas, en una transmisión auspiciada por las redes electrónicas de la Coordinación Nacional de Antropología.

 

Las lecturas de estos cuatro amigos y colegas aparceros en la historia contemporánea de México se presentaron con especial cuidado, apuntando y enriqueciendo diversos aspectos de lo escrito en el tercer tomo sobre esa figura imprescindible del siglo XX para el transcurrir político, económico y social de México y buena parte del mundo. Cada uno de los participantes atendió con su particular estilo lo que le pareció más destacable de aquellos veinticinco años que van de 1945 a 1970, testimoniados principalmente a través de las vivencias y los textos escritos por el general Cárdenas y sobre él.

 

 Anna Ribera Carbó tuvo a bien encuadrar su labor en el ambiente mundial de la Guerra fría, destacando la congruencia con la que se distinguieron sus opiniones —a veces discretas, a veces firmes— en torno de la “deriva conservadora” que adquirió el sistema político mexicano a partir del sexenio de Miguel Alemán Velasco (1946-1952). Carbó coincide con la idea de que los años de ese cuarto de siglo fueron, tal vez, los más difíciles de la vida de Cárdenas, y resaltó su “navegar a contracorriente” durante la mayor parte de las administraciones de Miguel Alemán, Adolfo Ruiz Cortines, Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, en las cuales el régimen priista mostró cada vez más su autoritarismo, su alianza con la iniciativa privada y su sumisión a los designios estadounidenses. Anna Ribera explicó el afán de aquel expresidente revolucionario por mantenerse fiel al sistema —a pesar de sus diferencias en materia de política doméstica e internacional— a partir de una reflexión basada en un documento en el que Francisco J. Múgica, amigo y colaborador cercano del general Cárdenas, lo instaba desde las tempranas épocas de 1932, a que se mantuviera dentro del sistema, si de veras quería participar en la transformación del país. Como buena conocedora del vínculo entre Múgica y Cárdenas, la pertinencia del comentario final de Anna contribuyó a la propia explicación del porqué Cárdenas se abstuvo de encabezar una oposición frontal al régimen priista, aun conociendo la tendencia conservadora que había adquirido a partir de los años cincuenta. Tal tema sería retomado por Saúl Escobar, añadiendo algunos matices por demás sustantivos.

 

Saúl describió inicialmente la estructura de ese tercer volumen de la biografía de Cárdenas, comentó algunas de sus principales actividades durante el periodo que abarca y se concentró en la evolución de las ideas que expresó el expresidente a lo largo del mismo. Una pregunta por demás relevante peinó buena parte de sus reflexiones: ¿por qué los regímenes conservadores del PRI toleraron a Cárdenas, mientras que con muchos de sus principales críticos y opositores demostraron una intolerancia supina? Saúl aventuró la explicación de que aquella izquierda institucional encabezada por el michoacano bien le sirvió al priismo para justificar demagógicamente su afán de incorporar “a todas las tendencias” políticas que no alteraran demasiado el statu quo; sin embargo, la realidad mostró que tanto las opciones reformistas del Movimiento de Liberación Nacional como la opción radical expuesta por la Revolución cubana, a principios de los sesenta, no fueron bien vistas —desde luego— por el conservadurismo mexicano y el régimen claramente mostró que no estaba dispuesto a tolerar insubordinaciones. Ya lo había dejado bien claro con la represión contra los ferrocarrileros, contra los maestros y los politécnicos a finales de los años cincuenta, y no tardaría en volver a presentar su cara violenta al enfrentarse a los médicos, a los jóvenes de Madera en 1965 y durante el movimiento estudiantil de 1968. Tales fracturas también mostraron que sí era necesario un cambio en el país, siendo la opción del Cárdenas reformista aquella que propiciara una transformación gradual y pacífica. Saúl Escobar concluye su reflexión con cierto optimismo, al plantear que dicha opción reformista sigue vigente hoy en día y es, tal vez, uno de los referentes políticos más sólidos en la actualidad.

 

Sergio Hernández Galindo centró sus comentarios en la paulatina construcción del llamado “cardenismo” como pensamiento político y social, en el México que surgía después de la Segunda Guerra Mundial. Comentó cómo entonces se reestableció el orden internacional en torno de los dos grandes polos encabezados por los dos representantes del “comunismo”, la Unión Soviética y China, frente al “mundo capitalista”, también llamado “mundo libre” capitaneado por Estados Unidos de América y algunos países europeos, como Gran Bretaña, Francia y la recién reconstruida República Federal Alemana. Las posiciones de Cárdenas frente a las ambiciones del coloso estadounidense fueron reconocidas a partir de su decidido antimperialismo, y de pronto fueron tildadas como “prosoviéticas” o “simpatizantes del comunismo”. El estrecho acercamiento del proyecto político y económico mexicano de la posguerra a los designios de Estados Unidos, ahora convertido en el policía de ese mundo “quesque libre”, despertaron las discrepancias de las izquierdas mexicanas, una de las cuales tomó a Cárdenas como inspirador y posible líder simbólico. Al ser México un “país periférico”, esa corriente de un supuesto cardenismo —muy a pesar de las intenciones del propio Cárdenas— fue adquiriendo cada vez más fuerza, con toda su cauda antimperial a la hora de protestar por las intervenciones estadounidenses en los golpes contra Venezuela, Guatemala y, desde luego, Cuba. Teniendo en cuenta el peso de la figura de Cárdenas como hombre de izquierda institucional y sus firmes críticos a las políticas injerencistas y militaristas de Estados Unidos en Corea y en Vietnam, así como su participación en tribunales internacionales que criticaban duramente tal proceder del capitalismo gringo, Sergio Hernández concluyó su comentario con una frase que resulta, a mi juicio, por demás adecuada. Parafraseando la muy célebre cita del primer Manifiesto Comunista, planteó: “Un fantasma recorre México en los primeros años setenta: el fantasma del cardenismo”. En efecto, menos de un par de décadas después de la muerte del general en aquel año de 1970, dicho fantasma resurgió a partir de los años ochenta como parte de la fusión de las oposiciones mexicanas encabezadas por su propio hijo, Cuauhtémoc Cárdenas, y un grupo importante de opositores al régimen neoliberal que había adoptado el priismo.

 

Por su parte, Carlos San Juan dedicó buena parte de su comentario a recuperar una imagen de Cárdenas que discrepó mucho de la decepcionante secuela que sus ambigüedades y fidelidades al régimen priista pareció dejar en la generación que siguió al 68. En su reflexión inicial relató cómo la llamada generación del “medio siglo”, integrada entre muchos por Heberto Castillo, Carlos Fuentes, Víctor Flores Olea, Enrique González Pedrero, Ifigenia Martínez y Carlos Monsiváis, pudo hacer a un lado aquel espejismo que convirtió al general Cárdenas, ante los ojos de muchos jóvenes radicales, en una especie de “cómplice de la degradación del sistema político mexicano”. Por el contrario, San Juan recuperó la metáfora con la que cierro el tercer volumen de la biografía del general, en la cual se menciona que su muerte dejó una semilla sembrada para que diversos cambios impulsados por aquellos jóvenes continuaran haciéndole justicia a su legado; Carlos San Juan, se dispuso a hacer lo que él llamó un “inventario de semillas”, entre las más importantes podrían enumerarse: su ya mencionada actitud de tratar constantemente de no desestabilizar a los gobiernos del desarrollismo mexicano a pesar de ser testigo de la contrarrevolución pacífica que representaron; su labor de llevar al Estado hacia abajo mientras fue vocal ejecutivo de la Comisión del Tepalcatepec y del Balsas; la vinculación de sus proyectos regionales de desarrollo con otros semejantes visitados durante su viaje por Eurasia y los Estados Unidos a finales de 1958 y principios de 1959; su constante preocupación por los impulsos violentos e imperialistas de los gobiernos estadounidenses de Truman, Eisenhower, Kennedy y Johnson, además de la idea permanente de tratar de acelerar las transformaciones revolucionarias inspiradas en el modelo constitucional que imperó durante el tiempo que lo vio ascender hasta la más alta representación nacional. Esos temas serían suficientes para valorar nuevamente a la figura del general Cárdenas y reconocerle la gigantesca herencia que dejó después de su muerte, y como ya se decía, no tardó mucho en contribuir a la efervescencia y a las transformaciones que se vivieron en México durante los años ochenta y noventa del siglo XX y que, sin reconocerlo demasiado, todavía parece estar presente en algunos momentos contemporáneos de este país.

 

Carlos San Juan concluyó su comentario con una pregunta que parece por demás sugerente: ¿cómo leerán los jóvenes de hoy este libro? Para empezar, mi pesimismo me hace dudar que este tercer volumen, junto con el primero y el segundo de la biografía de Lázaro Cárdenas, formen parte de su repertorio bibliográfico; sin embargo, guardo la esperanza de que otros lectores puedan acercarse a este trío de libros, con una actitud semejante a la que los cuatro comentaristas de esta ocasión, mis muy estimados Anna Ribera, Sergio Hernández, Saúl Escobar y Carlos San Juan, tuvieron a la hora de reseñar sus contenidos. Para ellos no tengo más que palabras de gratitud y admiración, lo mismo que para la Dirección de Estudios Históricos del INAH, que invariablemente me ha recibido como en casa. Espero que la lectura de esta biografía de Lázaro Cárdenas contribuya a que se comprenda mejor al México actual y con ello poner un granito de arena en la enorme montaña de transformaciones que todavía le esperan para convertirse en un lugar en donde ya no se vivan, día a día, la violencia, las injusticias y la desigualdad.

 

Otra vez: ¡Muchísimas gracias!


* Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), México.