Lázaro Cárdenas y la historia contemporánea
ENVIADO POR EL EDITOR EL Miércoles, 23/10/2024 - 16:32:00 PMSaúl Escobar Toledo*
Resumen
El autor plantea algunas pistas sugerentes para entender el particular liderazgo del general Cárdenas en sus últimos 25 años, la evolución de su posición ideológica y las actividades que desarrolló como expresidente en aquel periodo histórico, tanto en el terreno político nacional como internacional. El autor encuentra que en las propias contradicciones del sistema político y de las izquierdas es posible explicar mejor la compleja relación del general con los gobiernos en turno, de ambigüedad o incongruencia, pero sin abandonar la firme convicción de transformar al país desde una posición reformista; en ese sentido, crea el Movimiento de Liberación Nacional como proyecto político alternativo al régimen. En el contexto político actual, la figura del general Cárdenas y la vigencia de su proyecto reformista siguen siendo materia de debate.
Palabras clave: Sistema político mexicano, Movimiento de Liberación Nacional, Reformismo, izquierdas.
Abstract
The author raises some suggestive clues to understand the particular leadership of General Cárdenas in his last 25 years, the evolution of his ideological position and the activities he developed as former president in this historical period, both in the national and international political field. The author finds that in the contradictions of the political system and the left, it is possible to better explain the complex relationship of the general with the governments in turn, of ambiguity or incongruity, but without abandoning the firm conviction of transforming the country from a reformist position; in this sense it creates the National Liberation Movement as an alternative political project to the regime. In the current political context, the figure of General Cárdenas and the validity of his reformist project continue to be a matter of debate.
Keywords: Mexican political system, National Liberation Movement, Reformism, left.
En el tercer tomo de su extensa biografía de Lázaro Cárdenas, Ricardo Pérez Montfort (R. P. M.) nos relata los últimos veinticinco años de la vida del general, ya como expresidente, de 1945 a 1970.[1]
El texto tiene muchos méritos: hay una información muy detallada y voluminosa, llena de anécdotas, acontecimientos e ideas de Cárdenas, expuestas a lo largo de más de cuatrocientas páginas; podemos decir que se trata de una pequeña enciclopedia de ese periodo de la historia que tiene como principal protagonista a un mexicano tan sobresaliente. R. P. M. nos proporciona, además, una explicación de diversos acontecimientos nacionales e internacionales que cimbraron ese fragmento del siglo XIX. Así, el libro dedica varias páginas a entender fenómenos como el conflicto electoral de 1952,[2] la crisis mundial de octubre de 1962 motivada por el bloqueo militar de Estados Unidos a Cuba[3] y aspectos de la cultura, las movilizaciones sociales y la vida política en México en el sexenio de Díaz Ordaz.[4]
El libro está dividido en tres bloques. El primero arranca en 1946, describe las actividades del general durante el sexenio de Miguel Alemán y concluye con los conflictos electorales de 1952. El segundo abarca el sexenio de Adolfo Ruiz Cortines y narra el largo viaje de Cárdenas a Europa, Rusia, China y Estados Unidos entre octubre de 1958 y febrero de 1959, recorrido que se describe con minuciosidad.[5] Hay que subrayar que éste es un gran mérito de la obra en cuestión: otros autores que se han ocupado de la vida de Cárdenas han descrito ese periplo más superficialmente. Finalmente, el tercer bloque relata los años sesenta y los últimos días de la vida del general, así como el contexto histórico de su fallecimiento en octubre de 1970 y sus repercusiones inmediatas.
Ahora bien, entre este cúmulo de datos e ideas encontramos una clara línea narrativa: la existencia de dos facetas de la vida del expresidente marcadas, la primera, por sus actividades públicas y, la segunda, por la evolución de sus ideas. Ambas facetas a veces parecen confrontarse, mientras que en otros momentos se complementan y explican las iniciativas que emprendió, sobre todo en sus últimos años.
Según el texto de R. P. M., Cárdenas aparece, con frecuencia, como el hombre institucional que reitera su lealtad a las instituciones (y a los presidentes en turno) mientras que su pensamiento, frecuentemente tomado de sus apuntes personales, manifiesta su desacuerdo cada vez mayor con ese régimen y esos personajes. Tal contradicción podría explicarse de varias maneras; por ejemplo, R. P. M. afirma: “Con el gobierno de Alemán se afirmaron algunos rasgos que caracterizarían el sistema político mexicano por muchos años: el presidencialismo [...] la hegemonía del partido oficial [...] el control institucional de las organizaciones populares [...] y el protagonismo del presidente en prácticamente todas las esferas de la vida nacional”.[6] Y más adelante agrega: “El general Cárdenas había contribuido de manera fehaciente a la construcción de dicho sistema. Sin embargo, la orientación social y económica de su proyecto de nación apuntaba en un sentido muy diferente al que se instauraría durante el sexenio alemanista”.[7]
Esa incongruencia, entre las instituciones creadas por la Revolución y su utilización para desviar el camino trazado por su gobierno, habría llevado a Cárdenas a evitar confrontarse con aquel sistema y, al mismo tiempo, a empujar proyectos alternativos como el Movimiento de Liberación Nacional (MLN); a su activismo internacionalista en contra de la política imperialista de Estados Unidos durante la Guerra fría, y, sobre todo, a manifestar con mucha franqueza en sus escritos su malestar ante la conducción del país. Explicaría también por qué decidió emprender un proyecto como el de la Cuenca del Tepalcatepec desde 1947, tratando de encontrar un lugar útil en el sistema político que, al mismo tiempo, beneficiara al país y le evitara el rompimiento con ese sistema. Y también por qué muchos de sus pensamientos fueron materia privada y sólo se hicieron públicos después de su fallecimiento.
Así, la actividad internacional de Cárdenas, muy persistente, empieza en 1948 cuando ocurre el Congreso Internacional por la Paz: su solidaridad con Guatemala y su repudio al golpe militar a principios de los años cincuenta; su inequívoca postura en éste y otros acontecimientos mundiales que le valió el Premio Stalin, otorgado por el Comité Internacional por la Paz en 1956; su viaje ya referido a China y la Unión Soviética y sus favorables comentarios acerca de lo que ahí observó; la Conferencia Latinoamericana por la soberanía nacional, la emancipación económica y la paz, en 1961, donde Cárdenas fue, sin duda, una figura fundamental; su activismo en favor de la Revolución cubana que abarca varios años, y su clara oposición a la guerra de Vietnam y a favor de su inclusión en el Tribunal Russell en 1966.
Al mismo tiempo, el general expresa públicamente su apoyo a los presidentes Alemán, Ruiz Cortines, López Mateos y Díaz Ordaz. Se abstiene de pronunciarse en momentos muy efervescentes, como las campañas electorales de 1946 y sobre todo 1952; y actúa con prudencia acerca de diversos temas y acontecimientos. Según R. P. M.: “De vez en cuando diversos reportajes sobre sus actividades [...] contribuían a la construcción del mito que poco a poco se iría consolidando en torno a su silencio, su discreción y su afán a no meterse a opinar sobre tal o cual cosa. Esa fama contribuiría a consolidar la imagen con la que ya lo apodaban [...] La esfinge de Jiquilpan”.[8] Sin embargo, esta actitud parece cambiar durante los años sesenta. La Conferencia Latinoamericana de marzo de 1961, a la que acuden delegados de “prácticamente todos los países latinoamericanos, así como representantes pacifistas de Canadá, EU, Francia, China, URSS y Guinea”[9] hace patente la solidaridad con Cuba y los movimientos de liberación nacional en Asia y África. En agosto de ese mismo año se funda el Movimiento de Liberación Nacional, que tiene como temas centrales “la defensa de la soberanía nacional, la lucha contra el imperialismo, la libertad de los presos políticos, la solidaridad con la revolución cubana, la emancipación económica, la nacionalización de los recursos naturales, la reforma agraria”, entre otros.[10] R. P. M. afirma que la relevancia fundamental del MLN fue “dale cuerpo y liderazgo a la izquierda mexicana”, aunque nuestro autor no le dedica mucho espacio a este proyecto, quizás porque duró poco tiempo.
Afirma R. P. M. que posteriormente, “[d]urante el sexenio de GDO, los conflictos suscitados por el movimiento de los médicos de 1965 y sobre todo el movimiento estudiantil de 1968 lo alejaron de la élite política durante la segunda mitad de los sesenta aun cuando parecía tratar, sin mucho éxito, de mantenerse fiel a los principios de no figurar activamente en los territorios de los representantes del Estado nacional [...] Siguió siendo una especie de ‘conciencia revolucionaria’ cuyo peso moral se dejó sentir en muchos ámbitos, a pesar de que su influencia política fue mermando paulatinamente”.[11]
A pesar de las discrepancias y dificultades que tuvo con Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, agrega R. P. M., Cárdenas “supo mantener una posición institucional sin subvertir su propia alianza con el Estado mexicano. De pronto a él también se le podría calificar de ambiguo en su trato con aquellos regímenes aunque ya para entonces [...] tenía un lugar muy bien ganado entre las izquierdas y las mejores causas de los pueblos mexicano y latinoamericano”.[12]
El texto de R. P. M. nos deja entonces una tarea: ¿cómo entender esa ambigüedad? Sobre todo, porque esa conducta es reiterada en los últimos veinticinco años de su vida, de acuerdo con el relato que nos ofrece el autor en este tercer volumen. R. P. M. no nos da una respuesta final, sino más bien nos deja un tema de reflexión. Para responder a esta inquietud podrían decirse varias cosas: la primera, que esa “ambigüedad” a la que alude R. P. M. no reside sólo en el comportamiento del biografiado. Quizás podría entenderse como el reflejo de las contradicciones del propio sistema político, de los gobiernos “emanados de la Revolución” y de las izquierdas mexicanas “realmente existentes” en esos años.
La pregunta podría plantearse también en otro sentido: ¿por qué la élite política que administró el poder durante esos veinticinco años, incluyendo a cuatro presidentes de la república, toleraron, hasta cierto punto, la disidencia y las actividades de Lázaro Cárdenas? Es indudable, como señala R. P. M., que las distintas administraciones de esos sexenios desataron campañas de prensa en su contra, lo ignoraron cuando planteó temas delicados e hicieron cuanto pudieron para ahogar sus proyectos políticos, particularmente el MLN. Pero, al mismo tiempo, lo apoyaron en otro tipo de tareas como la cuenca del Tepalcatepec y la siderúrgica Las Truchas; prefirieron evitar la confrontación directa y personal, y nunca se atrevieron a ejercer algún acto represivo en su contra.
El periodo histórico que abarca el tercer volumen biográfico de R. P. M. ha sido estudiado con diversos enfoques. Los análisis económicos tienden a subrayar el lado más luminoso, los altos índices de crecimiento, la expansión del empleo urbano e industrial, el alza de los salarios reales y la estabilidad, sobre todo después de 1954. Por su parte, los estudios políticos han destacado más bien el autoritarismo, el monopolio del poder por un solo partido político, el corporativismo y la represión a diversos movimientos sociales y políticos de oposición. De la misma manera, el estudio de la izquierda mexicana, como quiera que la entendamos, enseña sus propias contradicciones. Basta revisar la trayectoria de dirigentes y corrientes como la que encabezó Vicente Lombardo Toledano, o la del comunismo mexicano y sus diversas escisiones.
Estos enfoques reflejan la historia de esos años, pero también dan cuenta de su complejidad. Frente a ella, las posiciones y actividades del general podrían entenderse mejor. Su biografía, tan escrupulosamente relatada en el libro de R. P. M., da cuenta de un personaje notable, sujeto a un tiempo histórico que lo obligó, al mismo tiempo, a mantener una crítica permanente del régimen y a buscar la conciliación con sus principales representantes. Dibuja a un líder que sostuvo una ideología claramente reformista que no creyó en la posibilidad de una nueva revolución, sino en el cambio gradual y pacífico del país. Esta transformación tendría que apoyarse en las propias instituciones del sistema, pero también en la movilización social y la lucha ideológica independiente, ajena a ese régimen político.
En el transcurso de los años y sobre todo en la década de los sesenta, esta tensión se fue radicalizando. Las críticas y desacuerdos de Cárdenas fueron más abiertos y severos, lo que lo llevó a la fundación del MLN y a una firme y desafiante solidaridad con la Revolución cubana y en apoyo a las luchas antiimperialistas en diversas partes del mundo. Ambas cosas fueron congruentes con ese giro a la izquierda: el MLN constituyó, a pesar de su corta vida, un proyecto alterno al régimen, sobre todo desde el punto de vista ideológico y programático. A tal punto que muchos de sus postulados tienen hoy una vigencia sorprendente. Por su parte, la vía revolucionaria cubana fue, para Cárdenas, la muestra palpable de que el futuro de los pueblos oprimidos radicaba en un cambio profundo que identificó, sin proponer una definición conceptual muy clara, con los “principios del socialismo”; y, sin embargo, esta radicalización no cambió una de sus convicciones más firmes: en México, la lucha tendría que conducirse por medio del cambio democrático y pacífico.
Cárdenas no se propuso ni fue, como los otros expresidentes, un personaje callado e inmóvil, o dedicado a los grandes negocios privados para enriquecerse. Decidió actuar y expresarse abiertamente, cuando lo consideró indispensable, en un espacio muy estrecho condicionado por la Guerra fría, la confusión ideológica de las izquierdas y el control abrumador de los movimientos sociales por el Estado, a pesar de las múltiples manifestaciones de resistencia popular que ocurrieron en esos años.
Desde este punto de vista, podría decirse, quizás extrapolando el razonamiento, que Cárdenas no quiso ser el héroe o el caudillo que se inmolaría para levantar al pueblo contra el Estado, pensando, probablemente, en el enorme costo social, político y humano de esa posible rebelión. Su misión habría consistido en aportar un proyecto, una idea de nación y del mundo, una ideología y una concepción política que evolucionaron hasta su muerte y al mismo tiempo se apoyaron, siempre, en las ideas que sustentaron su obra de gobierno: soberanía nacional, libertad y democracia política, y la gestión estatal volcada a la distribución del ingreso, la modernización de la economía y la construcción de proyectos productivos gestionados desde abajo, por los propios campesinos y obreros. Su congruencia, pero también sus silencios, sus contradicciones y si se quiere hasta su actitud a veces convenenciera adquieren sentido con base en ese pensamiento.
Desde ese punto de vista, hoy podemos analizar y criticar sus acciones y dichos tanto en la vida pública como en sus escritos íntimos (apuntes y cartas). Lo interesante del caso es que el debate acerca de su proyecto para transformar a México sigue vigente. La “vía reformista” que Cárdenas forjó desde sus años en el gobierno y luego sostuvo como expresidente es, todavía hoy, el referente político más sólido que tenemos para cambiar al país. No ha sido ni será el único, pero aún lo seguimos discutiendo como un proyecto ideológico y político que nos permite entender la historia contemporánea y las alternativas de cambio.
Termino estas notas agradeciendo profundamente a Ricardo Pérez Montfort por sus aportaciones. Sus libros, y en especial este tercer tomo, nos han proporcionado un acervo de gran valor para reflexionar no sólo acerca de la vida de un destacado mexicano, sino también sobre las complejidades de nuestra historia contemporánea y las disyuntivas del presente.
* Dirección de Estudios Históricos, INAH.
[1] Ricardo Pérez Montfort, Lázaro Cárdenas. Un mexicano del siglo XX, tomo 3, México, Penguin Random House / Debate, 2022.
[2] Ibidem, pp. 129-148.
[3] Ibidem, pp. 314-330.
[4] Ibidem, pp. 359-392.
[5] Ibidem, pp. 241-275.
[6] Ibidem, p. 59.
[7] Ibidem, p. 60.
[8] Ibidem, p. 115.
[9] Ibidem, p. 291.
[10] Ibidem, p. 294.
[11] Ibidem, p. 279.
[12] Ibidem, p. 283.