Lázaro Cárdenas. Un mexicano del siglo XX, tomo 3, de Ricardo Pérez Montfort
ENVIADO POR EL EDITOR EL Miércoles, 23/10/2024 - 16:38:00 PMSergio Hernández Galindo*
Resumen
Desde una perspectiva internacional, el autor expone lo que considera que marca la construcción del pensamiento político y social cardenista. A partir de su gestión como presidente de México, el general Cárdenas fue forjando una posición antiimperialista, misma que afina ya como expresidente a la luz del contexto de la posguerra con la llamada Guerra fría. Pensamiento hecho convicción que lo llevó a emprender diversas acciones en el terreno nacional e internacional, no sin generar tensiones, conflictos, rupturas y trasformaciones en la vida política. Por ello, aún después de su muerte, continúa siendo un referente imprescindible en el México contemporáneo.
Palabras clave: cardenismo, orden internacional, antiimperialismo, relaciones internacionales.
Abstract
Under an international perspective, the author exposes throughout his text what he considers marks the construction of Cardenista political and social thought. Since his tenure as president of Mexico, General Cárdenas has been forging an anti-imperialist position, which he already refines as a former president in light of the post-war context with the so-called cold war. Thought made conviction that led him to undertake various actions in the national and international arena, not without generating tensions, conflicts, ruptures and transformations in political life. That is why even after his death, he continues to be an essential reference in contemporary Mexico.
Keywords: cardenismo, international order, anti-imperialism, international relations.
Este libro es un recuento detallado de la vida política, familiar y laboral del general Lázaro Cárdenas a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 hasta su muerte en 1970.[1] Tomando como guía los temas que el propio Cárdenas registró en sus apuntes correspondientes a aquella etapa, el autor irá describiendo el ambiente de la vida política, económica y social de México y de su política exterior. El país se nos despliega, de este modo, en un amplio sentido explicativo y causal a la luz de la actividad personal y política del expresidente Cárdenas.
Los interesados en la vida personal y política del general encontrarán en este tomo un estudio detallado y bien escrito sobre esos aspectos, pero también para aquellos que busquen entender al México del fin de la guerra mundial a 1970 será una indispensable obra de consulta.
La construcción del cardenismo como pensamiento político y social tiene varias fuentes y raíces históricas. Abordaré y me detendré en una de ellas, que tiene que ver, desde una perspectiva internacional, con la constitución de un nuevo orden mundial surgido del que quedó hecho pedazos al terminar la guerra mundial y que dio paso a lo que llamamos Guerra fría. Esa etapa, en el relato de Pérez Montfort, se tejerá con la vida del general, periodo en el que éste fue moldeando su pensamiento y su actuación frente a los Estados Unidos y la Unión Soviética, países que hegemonizaron el nuevo orden. Fue en tal contexto donde el cardenismo construyó y fue afinando su vena antimperialista.
Sin duda alguna, años antes, el enfrentamiento con Estados Unidos y Gran Bretaña durante su sexenio en la presidencia (1934-1940) dio paso a su convicción acerca del dominio que las grandes potencias ejercen sobre los países periféricos. En particular, la larga lucha por el dominio del petróleo como recurso de la nación cumplió un papel preponderante en la edificación de esa perspectiva de su pensamiento político; sin embargo, en aquellos años en los que da inicio la Segunda Guerra Mundial y se desata la lucha contra el fascismo, México se fue conformando bajo una nueva relación con Estados Unidos, situación que a la larga le permitió establecer una alianza firme al lado de esa potencia; tal relación no dejó de tener rasgos especiales a la sombra de la Revolución mexicana y del propio expresidente.
El acercamiento de nuestro país a Estados Unidos en los aspectos económico y político fue desatando una ruta de creciente discrepancia con Cárdenas, debido a la intensificación del intervencionismo político y militar de aquel país en toda América Latina. Tales desacuerdos y enfrentamientos con Estados Unidos sustentaron de manera clara la visión antimperialista del general que ya no tuvo retorno hasta su muerte en 1970. En esa etapa Cárdenas comprendió que la lucha por la soberanía de México y de todo el continente tendría que enfrentar a Estados Unidos y que se abría la posibilidad de construir una sociedad socialista.
La formación del pensamiento de Cárdenas desde la perspectiva antimperialista la podemos dividir en dos grandes fases. La primera se forja a partir de una serie de acontecimientos internacionales ocurridos durante la década de 1950, que se van describiendo puntualmente a lo largo del libro. Menciono uno de ellos: la intervención estadounidense en Guatemala para derrocar al presidente Jacobo Árbenz en 1954. El derrocamiento de Árbenz, que contó con la participación de la CIA y donde estuvieron en juego los intereses de los empresarios de Estados Unidos, mostraría que, a diferencia de los años en que el general expropió los bienes de las compañías petroleras en México, ninguna medida nacionalista y de reformas económicas sería tolerada por el gobierno de Eisenhower y de sus sucesores.
Tanto Cárdenas a lo largo de su periodo presidencial como Árbenz, doce años después, serían tildados de “comunistas” por sectores estadounidenses y nacionales de ambos países; sin embargo, en las nuevas circunstancias de enfrentamiento bipolar, por tímidas que fueran las reformas que pretendieran instaurar gobiernos nacionalistas, no serían aceptadas por Estados Unidos y ni siquiera “entendidas” por los aliados de aquel país con los que contó el cardenismo en ese país. Me refiero a Frank Tannenbaum, profesor de la Universidad de Columbia, que en su tiempo apoyó la expropiación. En plena Guerra fría, en la década de los cincuenta, Tannenbaum intentaría sin éxito convencer a Cárdenas de los motivos golpistas de su gobierno en Guatemala. En ese ambiente, el pronóstico del general no tardaría en cumplirse al final de ese año de 1954, como lo escribió en sus apuntes: “Guatemala sería la víctima esta vez”.[2]
En 1956, Lázaro Cárdenas recibiría el Premio Stalin de la Paz, auspiciado por un comité abrigado por la Unión Soviética y cuyo jurado estaba integrado por doce representantes de diez países de diversos continentes. El premio fue entregado en la Ciudad de México por el cineasta soviético Gregori Alexandrov en una ceremonia a la que asistieron más de dos mil personas. De nuevo, fue Tannenbaum quien lo exhortó a no recibir un premio de un “país comunista”, a lo que el general respondió, como cita Pérez Monfort, que tanto México como Estados Unidos mantenían relaciones diplomáticas con el país donde residía el comité internacional que otorgaba el premio.
A finales de la misma década, Cárdenas emprendió un largo viaje por Europa y Asia que incluiría varios países socialistas. El viaje le permitió reafirmar dos convicciones: la posibilidad de construir una sociedad que beneficiara a la mayoría de la población y la importancia de la intervención del Estado como rector de la economía. Al mismo tiempo, justo cuando se encontraba en esa parte del mundo, la movilización antinorteamericana de amplios sectores en Latinoamérica y el inicio de la revolución en Cuba fue dando forma a su antimperialismo militante y a la concepción, desde una perspectiva nacionalista, de que era posible la construcción del socialismo en nuestros países. Esta perspectiva se fue galvanizando mediante dos acontecimientos importantes que destaca Pérez Monfort: la invasión estadounidense a Cuba en 1961 y la Guerra de Vietnam.
La relación de Cárdenas con los dirigentes cubanos, como es ampliamente conocido, venía desde los días en que Fidel Castro estuvo en México para preparar el desembarco del Granma que daría inicio a la revolución en ese país. Su acercamiento a partir del triunfo de la revolución en 1959 y su asistencia a los festejos del 26 de julio de ese año iría haciendo cada vez más firme y activa la solidaridad del general con la revolución. La invasión estadounidense en Bahía de Cochinos en 1961 no haría sino intensificar el apoyo militante del general hacia Cuba y su alejamiento de la política del presidente en turno, Adolfo López Mateos, que le impide viajar a la isla en esas críticas circunstancias.
En otro momento crucial de su decidido posicionamiento antinorteamericano, Cárdenas formó parte del Jurado Internacional sobre Crímenes de Guerra, el llamado Tribunal Russell, en 1966. Esta participación y el creciente escalamiento militar estadounidense en Vietnam llevarían al general a escribir algunas cartas al líder vietnamita Ho Chi Minh manifestándole su apoyo y solidaridad.
El involucramiento del general en una serie de sucesos internacionales no está aislado de la dinámica misma de los acontecimientos centrales de política nacional. Es parte de un intenso proceso integrador que la mundialización misma fue encauzando de manera intensa desde el inicio del siglo XX, periodo en el que Lázaro Cárdenas no sólo fue testigo sino que desempañó un papel destacado. El tomo 3 que Ricardo Pérez Montfort nos presenta, junto con los dos anteriores, nos dejan ver que si un fantasma recorrió México en esos primeros setenta años del siglo fue el fantasma del cardenismo. Desde el exterior como en el interior del país, Cárdenas fue señalado a lo largo de su desempeño político como “comunista”. Tal vez ello nos muestre que la llamada Guerra fría en México, entendida como la disputa entre dos formas de construcción de proyectos de nación, tuvo en Cárdenas a un personaje central antes y después de la Segunda Guerra Mundial.