Gramsci entre la universidad y la cultura política
ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 31/10/2024 - 12:58:00 PMMassimo Modonesi*
Resumen
El autor se enfoca en la recepción del pensamiento de Gramsci, examina en particular el ámbito pedagógico; expone de manera crítica algunos aspectos del proceso educativo desarrollado en el sistema universitario, así como en espacios de formación política durante las últimas décadas del siglo XX y lo que va del XXI, identifica la acotada, pero significativa influencia del filósofo italiano en la cultura política de nuestro país.
Palabras clave: sistema universitario, Estado, hegemonía, sociedad civil, cultura política.
Abstract
The author focuses on the reception of Gramsci’s thought, examining particularly the pedagogical realm. It critically exposes some aspects of the educational process developed in the university system, as well as in spaces of political formation during the last decades of the twentieth century and so far of the XXI, identifies the limited, but significant influence of the Italian philosopher in the political culture of our country.
Keywords: University system, State, Hegemony, Civil society, Political culture.
La difusión y recepción del pensamiento de Antonio Gramsci en México, como en otras partes del mundo, se desarrolla en distintos planos.[1] Subrayaré aquí sólo uno, para enfocar una veta específica de recepción, a saber: la presencia de Gramsci en algunos procesos educativos y formativos significativos, y no —como estamos acostumbrados— resaltando los intersticios, por luminosos que sean, que nos abren aquellos autores que hoy en México escriben sobre Gramsci o piensan gramscianamente las vicisitudes de nuestro país.
I
En efecto, en México ocurre que de Gramsci y de sus conceptos se escucha hablar en la escuela. Puede ser de la boca de los maestros de la CNTE o por la de los zapatistas o de otras instancias comunitarias, pero puede aparecer también en secundarias o preparatorias tradicionalmente de izquierda, en los CCH o las prepas de la UNAM, o en escuelas primaras o secundarias inspiradas en pedagogías críticas como las de Célestin Freinet o de Paulo Freire. También puede aparecer en actividades de los institutos de formación política de Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA). En las aulas o en actividades de formación han escuchado algo gramsciano muchos dirigentes y militantes que actualmente ocupan puestos institucionales, pero también activistas, sindicalistas, periodistas, opinionistas y otros tipos y personajes que pululan en el mundo de la sociedad civil mexicana.
Un indicio particularmente visible de la presencia difusa pero penetrante de Gramsci en la cultura política mexicana, desde hace algunos años y con siempre mayor frecuencia en los últimos tiempos, es la forma en que el actual presidente de la república, Andrés Manuel López Obrador, utiliza en sus conferencias mañaneras los conceptos de “sociedad civil”, criticando el perfil liberal de la nación mexicana, y de “intelectuales orgánicos”, agitado de forma peyorativa para desenmascarar a académicos y periodistas que, en su opinión, son parte activa y particularmente peligrosa e influyente de la diversificada oposición, que él denomina conservadora.
Más allá del uso instrumental y muy discutible, no sólo político sino también teórico, de estos conceptos, vale la pena recordar que López Obrador estudió en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPS) de la UNAM, entre 1973 y 1976 (aunque obtuvo su título de licenciado en Ciencias Políticas y Administración Pública hasta 1987), años en los que prosperaba la recepción del marxista italiano, cuando dirigía dicha Facultad Víctor Flores Olea (1970-1975), el primero en propagar en México el nombre de Gramsci y de los Cuadernos de la cárcel a su regreso de una estancia en Italia a finales de los años cincuenta.
Flores Olea, nacido en 1932 y fallecido en 2020, fue un intelectual mexicano de firmes convicciones nacionalistas y antimperialistas que ocupó diversos cargos públicos en los años setenta y ochenta, en plena hegemonía del PRI, partido en el cual militaba, antes de participar en la ruptura de la Corriente Democrática entre 1987 y 1988. El joven López Obrador había seguido las huellas de su coterráneo Enrique González Pedrero, quien a su vez cursó una estancia académica en Italia y había sido director de la FCPS antes de Flores Olea, que fungió entonces como subdirector.
A diferencia de Flores Olea, González Pedrero nunca fue marxista, pero abrió las puertas a la difusión de Gramsci en la UNAM. Desde su mandato como director y a pesar de aceptar distintos cargos como funcionario en los gobiernos priistas, Flores Olea logró una gran trascendencia en la academia y la difusión cultural, sosteniendo una declarada simpatía por el marxismo heterodoxo, que lo llevó de la promoción del estudio de Gramsci a la escuela de Frankfurt e inclusive a admirar la obra de Ernst Mandel. Contribuyó a que pisaran la Ciudad Universitaria personajes izquierdistas de la talla de Herbert Marcuse, Erich Fromm, Umberto Cerroni, Eric Hobsbawm o Rossana Rossanda.
En su juventud, a finales de los años cincuenta, Flores Olea viajó a Italia y volvió a México con la obra de Gramsci bajo el brazo. Un artículo pionero de 1959 y dos breves libros publicados por la UNAM durante la década siguiente contienen las primeras referencias directas y entusiastas a Gramsci y a los Cuadernos de la cárcel en el ámbito académico mexicano.[2] Convencido de que el pensamiento del filósofo italiano propiciaba la renovación del marxismo en clave democrática, y demostrando cualidades de organizador más que de estudioso, Flores Olea, en su papel de director de la FCPS, favoreció enormemente el estudio de los textos del marxista italiano, mientras abría las puertas a numerosos revolucionarios exiliados de las dictaduras latinoamericanas de esos años, y así creaba las condiciones para una temporada de intenso debate marxista que marcaría un momento fundamental de la historia intelectual latinoamericana.[3]
II
De este clima quedan huellas documentales en los planes de estudios elaborados en 1976 y que siguieron vigentes hasta 1997 en la FCPS de la UNAM. En el plan de estudios de la licenciatura en Sociología, en el quinto semestre, fue incluido un curso obligatorio titulado “Teoría Social Lenin-Gramsci”. El curso era impartido por un grupo de docentes de diversas generaciones y nacionalidades que formaron una cátedra colegiada, como lo eran, en el espíritu de la época, los diversos seminarios sobre El capital que se desarrollaban en esa y otras facultades. Participaron en tal empresa algunos exiliados como Atilio Borón (comunista argentino, futuro secretario general del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales) y Eduardo Ruiz Contardo (socialista chileno, exrector de la Universidad de Chile), y algunos jóvenes mexicanos cercanos al Partido Comunista: Lucio Oliver, Elvira Concheiro y Margarita Favela. De forma esporádica participaba de la cátedra también René Zavaleta Mercado, exiliado boliviano fuertemente influenciado por Gramsci, que se convirtió en uno de los marxistas latinoamericanos de esta época más estudiados y citados en nuestros días.
El programa del curso planteaba “analizar las propuestas de dos de los pensadores más relevantes del siglo XX”, insistiendo en las condiciones histórico-políticas en las cuales se situaban, en su papel político dirigente y finalmente en el “análisis teórico, metodológico y práctico de algunas de sus obras más importantes”. El temario, dividido en dos partes, una para cada autor, empezaba con el “análisis histórico y biográfico” para llevar, en el caso de Gramsci, a dos ulteriores puntos que vale la pena reproducir porque muestran los criterios de selección temática y conceptual: “Democracia obrera, sindicatos y consejos de fábrica y la formación del Partido Comunista Italiano (1918-1926); Los Cuadernos de la cárcel: fascismo, hegemonía, bloque histórico, guerra de maniobra y guerra de posiciones, el intelectual colectivo”.
Esta última expresión, como es sabido, es de Togliatti y no de Gramsci, y aparece justamente en uno de los textos enlistados en la bibliografía,[4] entre los cuales figuran también la antología de Manuel Sacristán, la selección temática de los Cuadernos de la cárcel publicada por la editorial Juan Pablos, la biografía de Giuseppe Fiori y tres textos de gran actualidad para aquellos tiempos: Los usos de Gramsci, de Juan Carlos Portantiero (1977), el volumen 19 de la colección editorial Cuadernos de Pasado y Presente (1977), titulado Gramsci y las ciencias sociales, que incluía textos de Norberto Bobbio, Alessandro Pizzorno, Luciano Gallino y Régis Debray, y finalmente, el libro de Christine Buci-Glucksmann sobre Gramsci y el Estado (1978). Como reflejo de la intensa producción y debate que se desarrollaban en esos años, entre la formulación del temario y estos últimos textos hay una visible brecha en términos de problematización de las temáticas del Estado, la sociedad civil y la revolución pasiva.
III
Este curso fue suprimido veinte años después, cuando se implementó el plan de estudios de 1997, en el que se proponía, como contraparte, un curso denominado “Teoría Social. La Tradición Marxista”, en el que desaparece el pensamiento de Lenin mientras ocupaban un lugar importante la escuela de Frankfurt y el marxismo analítico. La obra de Gramsci aparece en la segunda parte del programa, titulada “El Problema de las Superestructuras”, con referencias explícitas a los conceptos de bloque histórico, hegemonía y sociedad civil, mientras en la bibliografía aparecen sólo obras de Gramsci, entre las cuales destaca la novedad de la edición crítica (que salió en 1975 en Italia bajo el cuidado de Valentino Gerratana), traducida y publicada por primera vez en castellano por la editorial Era entre 1981 y 2000.
Casi veinte años después, en otra reforma (2015) que creó los planes de estudios actualmente vigentes, las referencias a Gramsci aparecen en los programas “oficiales” de varios cursos, programas orientativos que los docentes pueden sólo adaptar y perfilar. En los cursos de la licenciatura en Ciencias Políticas —un departamento que se volvió más conservador a partir de los años 90— el nombre de Gramsci aparece solamente en un curso de Construcción de Escenarios y en dos referencias bibliográficas, una a Gramsci y otra a un texto de Portantiero sobre análisis de coyunturas que aparece en Los usos de Gramsci.
Dos veces aparece nuestro autor en los programas de la licenciatura en Ciencias de la Comunicación. La primera, en el temario de un curso obligatorio de teoría de la comunicación, bajo el título “Ideología y Hegemonía: Antonio Gramsci”; y después indirectamente en una referencia a la escuela de Birmingham y los cultural studies. La segunda vez, en otro curso obligatorio del séptimo semestre de la materia de Análisis del Discurso, en un tema también titulado “Ideología y hegemonía”. Si en el primer caso la referencia bibliográfica era a la edición temática, en éste es a la edición de Gerratana.
En ningún curso de la licenciatura en Relaciones Internacionales figuran referencias a Gramsci. Es, una vez más, en la de Sociología donde ocupa un lugar muy relevante en la formación de los estudiantes. Del quinto semestre del plan de 1997 pasa al primer semestre y es asociado a Marx en el primer curso obligatorio titulado “Teoría Social 1. La Crítica al Capitalismo. Marx y los Primeros Marxismos”. En efecto, mientras la primera parte del curso es dedicada al “Pensamiento social de Marx”, la segunda parte, titulada “Marxismo y teoría social”, es de claro corte gramsciano, en particular en tres puntos: “Conciencia de Clase e Ideología”; “Estado, hegemonía y dominación”; “Temas y Conceptos Fundamentales del Marxismo Occidental”. Las sugerencias bibliográficas sobre Gramsci incluyen la edición crítica de los Cuadernos y textos de Anderson, Gruppi, Hobsbawm, Larrain, Pizzorno, Portantiero y Sánchez Vázquez.[5]
Vuelve a comparecer Gramsci en seis cursos de profundización, dos de ellos cuyo contenido es explícitamente marxista. En “Marxismos y Teoría Social”, Gramsci ocupa un lugar importante en las últimas dos unidades en relación con temas como poder, hegemonía, Estado, dominación, ideología y cultura. En la bibliografía aparecen textos de Ranajit Guha, Stuart Hall y Modonesi.[6] En otro, titulado “Marxismos Latinoamericanos”, aparecen los temas de “Estado y Hegemonía” e “Ideología y Cultura”, así como referencias bibliográficas a textos de Aricó y Kanoussi.[7] En otros cuatro cursos optativos se menciona a Gramsci. En “Sociología de la Cultura” es evocado en el temario en un punto sobre “El Materialismo Cultural de Williams”; en “Sociología de la educación” en el punto “La Educación en la Construcción de la Hegemonía”; mientras que en el programa del curso —muy poco gramsciano— de “Sociología de los Intelectuales” sólo se menciona el tomo sobre los intelectuales de la edición temática en la bibliografía (que también aparece en los otros dos cursos mencionados).[8] En el curso de “Sociología Política”, la presencia de Gramsci es muchos más vasta en tanto la segunda unidad, “Estado, Ideología y Poder”, contiene dos puntos que refieren directamente el pensamiento de Gramsci: “Concepto y Distinción de Estado y Sociedad y Sociedad Civil” y “La Perspectiva Marxista: Instrumento de Dominación, el Estado Ampliado en Gramsci, Aparatos Ideológicos del Estado”. La bibliografía correspondiente remite a textos de Bobbio, Buci-Glucksmann, Oliver, Togliatti y Luporini, pero también a autores que sólo dialogan con Gramsci, como Poulantzas y Laclau.[9]
Como ya se señalaba, los programas “oficiales” son sólo indicativos y los docentes pueden variar sus contenidos, así que en su traducción a la docencia la presencia de Gramsci puede ser mayor o menor según sus intérpretes.
IV
No obstante ese margen de fluctuación, este breve sobrevuelo es indicativo de una penetración limitada pero relevante y significativa de Gramsci en un lugar estratégico del sistema universitario nacional, que puede ser tomado como botón de muestra de una presencia difusa en una serie de ganglios educativos, en particular de la tupida red de universidades públicas, pero también de liceos y preparatorias como de otros ámbitos de formación política mencionados al principio.
En el plano de los contenidos, los temas y las referencias bibliográficas que hemos enlistado relevan una selección que muestra una síntesis —con un inevitable grado de simplificación— que reduce la originalidad de Gramsci, pero revela su rango real de influencia, ligado a determinados usos de ciertos conceptos.
En efecto, en los programas de los cursos destacan dos secuencias conceptuales que podríamos definir típicas de la recepción de Gramsci, no sólo en México: hegemonía-Estado-sociedad civil y hegemonía-ideología-cultura. La primera desdobla la noción de hegemonía hacia arriba, la segunda hacia abajo, aunque ambas tienden a concebir la hegemonía como lógica y poder de dominación, como práctica de sujeción y no como proceso de subjetivación, pero ésta es una cuestión teórica ligada a un desplazamiento político de la época.[10] Esas dos secuencias resumen, grosso modo, las representaciones escolares por medio de las cuales Gramsci es difundido, y de ellas tenemos que partir para entender las formas elementales que encontramos en cierto sentido común o buen sentido gramsciano en la cultura y el discurso político de activistas, opinionistas y políticos. Así podemos entender de dónde y cómo nace la expresión de López Obrador, quien —como muchos otros— absorbió aquí y allá fórmulas y expresiones gramscianas que de la misma manera circulan y se reproducen, a menudo simplificadas y distorsionadas, en otros ámbitos de la pequeña política mexicana.
Para poner otro ejemplo: es objeto de debate la influencia de Gramsci en el pensamiento del Subcomandante Marcos, del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuya formación marxista es de clara matriz althusseriana, pero complementada con temáticas y conceptos típicamente gramscianos. Incluso en su discurso se encuentran referencias directas a Gramsci, como señala Nick Henck en un libro reciente sobre el tema.[11] Esto puede interpretarse como un ulterior indicio de una presencia difusa de Gramsci, que se disuelve como autor, dispersándose en varios riachuelos ideológicos de la izquierda mexicana.
No se trata, por lo tanto, del perímetro restringido pero vasto y creciente de los estudios gramscianos que se manifiestan en las sedes del mundo universitario. No sólo en el campo de la investigación sino en los cursos de posgrado, en los cuales figuran también otras temáticas y conceptos importantes como, por ejemplo, aquellos de subalternidad y revolución pasiva, que encontraron ecos importantes en México en las últimas décadas. Ni aparecen en los programas de los cursos contribuciones más recientes, textos de historia intelectual que recorren los momentos y los autores de la recepción de Gramsci desde los años sesenta hasta hoy o textos inspirados en la obra gramsciana —con mayor o menor proximidad o conformidad respecto del texto— en distintos ámbitos, que van desde los estudios culturales a las teorías educativas y obviamente pasan por la filosofía y la historia intelectual y de las ideas.
En particular, lo que me parece políticamente más relevante remite a las contribuciones que, en los últimos años, retomaron el hilo del debate que desde los años ochenta versa sobre la forma, el papel y el lugar del Estado, la hegemonía, la revolución pasiva y las clases subalternas. Alrededor de esos temas giran tres grandes discusiones: por una parte, las interpretaciones históricas relativas al nacimiento del Estado posrevolucionario, con sus amplios recursos hegemónicos, cuyas vicisitudes pueden ser leídas en clave de revolución pasiva; por la otra, su posterior desmantelamiento neoliberal en los años ochenta, pero también, como tercer momento de una trayectoria, la posibilidad de reconstituir sus bases nacionales y populares y renovar su alcance hegemónico, como lo pretende, no sin contradicciones, el proyecto de la Cuarta Transformación que impulsa el actual presidente de la república.
Pero ese tipo de debates histórico-políticos, que constituyen nuestro pan cotidiano y cuya proliferación indudablemente refuerza y enriquece el gramscianismo, no pertenecen al mundo prosaico de la enseñanza universitaria y sólo esporádicamente desembocan en investigaciones o se traducen en claves de lectura de procesos políticos concretos. Por ello, a modo de contrapunto pero también de provocación, quise llamar la atención sobre la presencia de Gramsci en un campo, el de la enseñanza a nivel de licenciatura, por el que transitan franjas importantes de intelectuales orgánicos —en el sentido ampliado por Gramsci— y se asienta buena parte de las raíces de la cultura política y las concepciones del mundo de los jóvenes universitarios, traduciéndose en análisis concretos de situaciones concretas, volviéndose fuentes de interpretación y también, potencialmente, de transformación.
Porque, si bien podemos complacernos de que el pensamiento de Gramsci arraigue al interior de las ciudadelas universitarias —en las cuales nos encontramos cada vez más recluidos—, no siempre florece como quisiéramos afuera de ellas, en las trincheras que nos han visto retroceder en las últimas décadas y que tenemos que volver a ocupar.
* Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, UNAM.
[1] Véase Diana Fuentes y Massimo Modonesi (coords.), Gramsci en México, México, UAM / UNAM / Itaca, 2020.
[2] El primer texto fue Víctor Flores Olea, “Gramsci: presentación de un político”, Revista de la Universidad de México, núm. 6, México, febrero de 1959, seguido de un pasaje sobre el príncipe moderno, extraído del primer tomo de los Cuadernos. Sobre este trabajo se publicó una reseña sin firma en la revista Política, posiblemente del mismo Flores Olea —quien colaboraba en dicha publicación—, bajo el título: “El materialismo histórico y la filosofía de Croce”, el 1 de mayo de 1961. Los libros de Flores Olea son: Política y dialéctica, México, ENCP / UNAM, 1964; y Marxismo y democracia socialista, México, FCPS / UNAM, 1968.
[3] Sobre las vicisitudes gramscianas en la UNAM, véase Massimo Modonesi y Jaime Ortega Reyna, “Gramsci en la Ciudad Universitaria”, Diana Fuentes y Massimo Modonesi, Gramsci en México, México, UAM / UNAM / Itaca, 2020. Sobre la recepción de Gramsci en México, véase también Jaime Ortega Reyna, “Gramsci en México: tres momentos para una nueva gramática de la política”, en Oscar Ariel Cabezas (comp.), Gramsci en las orillas, Argentina, La Cebra, 2016; y Jaime Ortega y Diana Méndez, “Recepciones de Gramsci en México: una mirada panorámica”, Demarcaciones. Revista Latinoamericana de Estudios Althusserianos, núm. 6, Santiago de Chile, mayo de 2018.
[4] Palmiro Togliatti, Scritti su Gramsci, Roma, Editori Riuniti, p. 255. La bibliografía (actualizada en 1978), incluía dos libros de Togliatti: Lecciones sobre el fascismo, publicado por la editorial comunista mexicana Cultura Popular, en 1977, y Gramsci y el marxismo (Buenos Aires, Proteo, 1965), un volumen que contenía ensayos de Togliatti, Luporini y Della Volpe.
[5] Perry Anderson, Las antinomias de Antonio Gramsci, México, Fontamara, 1978; Antonio Gramsci, Cuadernos de la Cárcel, 4 tt., México, Era, 1981-1999; Luciano Gruppi, El concepto de hegemonía en Gramsci, México, Ediciones de Cultura Popular, 1978; Eric Hobsbawm, El pensamiento revolucionario de Gramsci, Puebla, Universidad Autónoma de Puebla, 1978; Jorge Larraín, “El marxismo posterior a Marx: Gramsci y Althusser”, en Jorge Larraín, El concepto de ideología, t. II, Santiago de Chile, LOM, 2007; Alessandro Pizzorno, Gramsci y las ciencias sociales, Córdoba, Ediciones de Pasado y Presente (Cuadernos de Pasado y Presente, 19), 1970; Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci, México, Folios, 1981; Adolfo Sánchez Vázquez, “La filosofía de la praxis”, en De Marx al marxismo en América Latina, México, Itaca, 1999.
[6] Ranajit Guha, Las voces de la historia y otros estudios subalternos, Barcelona, Crítica, 2004; Stuart Hall, Sin garantías. Trayectorias y problemáticas en estudios culturales, Quito, Corporación Editora, 2010; Massimo Modonesi (coord.), Horizontes gramscianos, México, FCPS / UNAM, 2011; Massimo Modonesi, Subalternidad, antagonismo, autonomía. Marxismos y subjetivación política, Buenos Aires, Clacso / Universidad de Buenos Aires / Prometeo, 2010.
[7] José Aricó, La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina, Caracas, Nueva Sociedad, 1988; Dora Kanoussi (comp.), Gramsci en América, México, Plaza y Valdés, 2000.
[8] Antonio Gramsci, Los intelectuales y la organización de la cultura, Buenos Aires, Nueva Visión, 2000.
[9] Norberto Bobbio, “Gramsci y la concepción de la sociedad civil”, en Francisco Fernández, Actualidad del pensamiento político de Gramsci, Barcelona, Grijalbo, 1977; Christine Buci-Glucksmann, Gramsci y el Estado, México, Siglo XXI, 1978; Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia, Buenos Aires, FCE, 2004; Lucio Oliver (coord.), Gramsci. La otra política, México, UNAM / Itaca, 2013; Nicos Poulantzas, Poder político y clases sociales en el Estado capitalista, México, Siglo XXI, 1988; Palmiro Togliatti et al., Gramsci y el marxismo, Buenos Aires, Proteo, 1965.
[10] Véase al respecto Massimo Modonesi, “Gramsci teórico de la subjetivación política. La triada subalternidad-autonomía-hegemonía”, International Gramsci Journal, vol. 4, núm. 3, Wollongong, 2021, pp. 3-21.
[11] Nick Henck, Insurgent Marcos. The Political-Philosophical Formation of the Zapatista Subcommander, Raleigh, A Contracorriente, 2016.