La revolución gramsciana cruza el Atlántico

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 31/10/2024 - 13:02:00 PM

Enrique Montalvo Ortega*

 

Resumen
A propósito del libro Gramsci en México, el autor diserta sobre la importancia de la obra en el estudio de las ideas políticas. Hace hincapié en la influencia y el desarrollo del pensamiento de Gramsci
en México y América Latina gracias a la introducción, traducción y difusión de su obra, así como de estudios gramscianos europeos, por una pléyade de pensadores, militantes políticos, editores, profesores, investigadores y movimientos de izquierdas, que en algunos espacios —principalmente universitarios— estimularon el debate conceptual y de la acción política en el contexto de los años setenta y ochenta del siglo XX.

Palabras clave: pensamiento gramsciano, reflexión política, acción política, izquierdas.

 

Abstract
Regarding the book Gramsci in Mexico, the author talks about the importance of the work in the study of political ideas. It emphasizes the influence and development of Gramsci’s thought in Mexico and Latin America thanks to the introduction, translation and dissemination of his work, as well as European Gramscian studies, by a plethora of thinkers, political militants, publishers, professors, researchers and left-wing movements, which in some spaces —mainly university— stimulated conceptual debate and political action in the context of the seventies and eighties of the twentieth century.

Keywords: Gramscian thought, political reflection, political action, left.

 

Uno

Quiero tomar como punto de partida un elemento fundamental del pensamiento y la práctica de Antonio Gramsci: su nivel de comprensión realmente profundo de las enormes transformaciones que el mundo sufrió durante las primeras décadas del siglo XX. Una reorganización del capitalismo mundial de gran calado afectó todos los ámbitos de la vida económica, social, política y cultural, al abarcar desde la modificación de las estructuras productivas implicada  en la modernización de los procesos de trabajo  —procesos que  denominó americanismo y fordismo— hasta la redefinición del papel asumido por el Estado en la estructuración del poder, pasando por las luchas entre los Estados nacionales por el reparto de las riquezas y los mercados. En resumen, lo que suele denominarse un cambio de época.

 

Grandes acontecimientos como la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa, la fragmentación de imperios y países, y la incubación de los movimientos fascistas en Europa son tan sólo las muestras más evidentes de la incapacidad del capitalismo mundial de continuar reproduciéndose como lo hacía hasta entonces.

 

Gramsci, un hombre nacido en la Italia atrasada y campesina del sur, llegado al pujante y moderno norte, la región capitalista industrial, un “terrone”, se le diría en términos del racismo piamontés, vendría a participar primero y después a dirigir los movimientos obreros de las grandes fábricas, proponiendo nuevas formas de lucha. Y a partir de estas experiencias trascendería por su asombrosa capacidad para dar cuenta certera de lo que estaba sucediendo en el mundo, llegando a crear toda una serie de conceptos de una enorme riqueza conceptual, para explicar y —por supuesto— tratar de modificar dicha realidad, y a la vez, para intentar construir nuevas formas de organización de las luchas obreras, como los consejos de fábricas.

 

Dos

Habría muchísimo más que decir sobre las aportaciones gramscianas a la comprensión de la realidad europea y mundial, pero mi objetivo aquí es sobre todo referirme a la importancia del libro Gramsci en México.[1]

 

Gramsci es siempre importante, diría yo que fundamental para entender el capitalismo contemporáneo en sus diferentes etapas y regiones, y contamos con un cúmulo de valiosas reflexiones y obras sobre sus alcances. Los autores de Gramsci en México logran arrojar luz sobre un territorio poco explorado, poniendo sobre la mesa los elementos necesarios para reflexionar sobre la influencia y el desarrollo del pensamiento de Antonio Gramsci en México, y parcialmente en América Latina. Cómo llegó, se tradujo e introdujo, se leyó, se discutió y se asimiló el pensamiento gramsciano en esta región del mundo, quiénes fueron sus principales portadores y qué ideas y prácticas se generaron a partir de sus pensamientos, y en menor medida, cuáles han sido sus efectos.

 

Lo primero que destaca es el esfuerzo por escapar del academicismo propio de los “expertos” o especialistas que tienden a fragmentar la realidad a partir de disciplinas diversas. A contracorriente del academicismo tan en boga actualmente, que se limita en el mejor de los casos a describir procesos —cuando no simplemente a cuantificarlos y medirlos—, los autores de este libro se preguntan insistentemente sobre los alcances transformadores del debate y la latinoamericanización de Gramsci. Esta sólida actitud reflexiva dio como resultado un trabajo particularmente vivo y estimulante.

 

Dado que en los años setenta del siglo XX —durante la coyuntura del exilio por la ola de dictaduras y autoritarismos del cono sur— confluyeron en México destacadísimas figuras del pensamiento y la lucha política latinoamericana, el debate gramsciano ha sido sumamente rico y en este libro podemos encontrar sus líneas más significativas. Primero, aquella en la que se confrontan el leninismo y la socialdemocracia en sus versiones e interpretaciones propias. En segundo lugar, la necesidad de contribuir a conformar una corriente nacional popular capaz de romper las diversas estructuras de poder que sometían (y en muchos casos aún lo hacen hoy) a los distintos países latinoamericanos. Y, en tercer lugar, la enorme importancia de revalorar la acción política encaminada a transformar la realidad logrando la participación democrática.

 

Vemos desfilar así en el libro, entre otros, a José Aricó (traductor temprano de Gramsci al español, destacadísimo editor, analista y militante político y animador principal del grupo Pasado y Presente) y a Juan Carlos Portantiero, ambos provenientes de Argentina, junto a otras destacadas personalidades: el boliviano René Zavaleta; el ecuatoriano Agustín Cueva, representante de una corriente más ortodoxa del marxismo, y el argentino Ernesto Laclau, ligado más a la reflexión política desde el ámbito europeo.

 

Algunas universidades como la UNAM y la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP) funcionaron como espacios privilegiados para el debate. En ellos dictaron cursos casi todos los mencionados y muchos más, y se fue conformando un nutrido conjunto de gramscianos o al menos de marxistas conocedores de Gramsci. Llegó a ser tal el interés que se tradujo una amplia bibliografía de estudios gramscianos europeos, principalmente por las editoriales Siglo XXI (en la que Aricó laboraba y tuvo gran influencia), así como en las de la BUAP, la UNAM y en Era, que incluso tradujo la nueva versión de las obras completas de Gramsci, la cual llegó a sustituir a la edición temática que años antes tradujo Juan Pablos Editores.

 

En una época como la de la década de 1970, cuando el complejo Estado autoritario mexicano se vio obligado a abrir milimétricos y acotados espacios a la participación política de la izquierda, el empuje intelectual en algunas universidades, junto con algunos movimientos de izquierda cobijaron el rico debate en torno a Gramsci. Profesores e investigadores de izquierda se iniciaron en la lectura del revolucionario italiano, como Carlos Pereyra, y otros que no eran propiamente gramscianos fueron conociendo e incorporando las reflexiones y conceptos del mismo en sus análisis. Así lo hicieron, entre muchos otros, Pablo González Casanova, Adolfo Sánchez Vázquez y Enrique Semo.

 

Tres

Sería imposible resumir en estas líneas los muchos elementos que toca este libro. No puedo dejar de mencionar la manera en que Gramsci influyó en el debate interno del Partido Comunista Mexicano, el cual se entrecruzaba muchas veces con el de las universidades. Faltaría seguir la ruta de las ideas hasta nuestro momento actual, en nuestra circunstancia de transformación donde se perfila una nueva voluntad nacional popular que, si bien camina de manera zigzagueante, como todos los cambios que enfrentan la ruptura de nudos rígidos de poder económico y tradiciones políticas autoritarias, avanza de forma particularmente interesante y creativa.

 

En el contexto de la profundidad de las transformaciones que el mundo contemporáneo está viviendo actualmente, cabe preguntarnos hasta qué punto ese corpus analítico y teórico conocido como gramscismo resulta suficiente para comprenderlas, explicarlas y enfrentar a las fuerzas emanadas de los nuevos grupos de poder y del manejo de sofisticadas tecnologías que algunos consideran podrían conducir a una etapa transhumanista de control social.

 

Cuatro

Aparte del valor de este libro en términos del rescate de la historia de las ideas, debo decir que su lectura me permitió hacer una especie de viaje en el tiempo hacia los años setenta y ochenta, cuando tuve la oportunidad, primero, de contactar con José Aricó —a quien sus amigos llamaban Pancho—, y luego de  compartir muchas horas de reflexión y debates en el seminario organizado por Enrique Semo bajo los auspicios de la Universidad Autónoma de Puebla, como también muchas pláticas personales en Ciudad de México y mediante cartas tras su regreso a Argentina.

 

Desde mi punto de vista, Aricó fue el más importante conocedor del sentido profundo del pensamiento de Gramsci y de sus alcances en América Latina. Su presencia en México fue fundamental para difundirlo y propiciar el debate; podría decirse que durante años su influencia fue realmente ubicua. Su desbordada actividad editorial lo hizo llegar a todos los rincones del continente, y sus reflexiones orientaron —o se contrapuntearon— con buena parte de las reflexiones e investigaciones sobre Gramsci. A la vez, Aricó mantuvo otra gran pasión: la recepción del marxismo en América Latina.

 

Como es frecuente entre aquellos que iluminan grandes ámbitos de conocimiento, en Aricó se resumía una avidez desmesurada e insaciable, casi enciclopédica, por abarcar y estudiar los diversos campos teóricos que continuamente confrontaba con el curso de la historia y con los acontecimientos de la realidad. Así, igual se preguntaba por el mecanismo de las dictaduras latinoamericanas que por el funcionamiento del Estado mexicano y de los movimientos sociales. Sabiendo que yo había estudiado el socialismo yucateco de las primeras décadas del siglo XX, se interesó vivamente por Carrillo Puerto, por su correspondencia y sus nexos con Lenin y con José Ingenieros, intelectual socialista argentino.

 

Concluyo subrayando la especial importancia que en estos tiempos tiene el estudio de la historia de las ideas políticas analizadas —tal como se hace en el libro aquí comentado— como parte de un complejo contexto sociopolítico en el que se despliegan intelectuales y pensadores, ligados de múltiples maneras con los movimientos y luchas sociales que contribuyen a crear y transformar nuestra realidad.

 

* Instituto Nacional de Antropología e Historia.
[1] Diana Fuentes y Massimo Modonesi (coords.), Gramsci en México, México, UAM / UNAM / Itaca, 2020.