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Entre los registros de la historia social, la historia oral y la historia del tiempo presente

ENVIADO POR EL EDITOR EL Miércoles, 30/10/2024 - 16:31:00 PM

Uriel Velázquez Vidal, El poder viene del fusil. El Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano y su legado en el movimiento maoísta, 1969-1979, México, Libertad Bajo Palabra, 2022.


Yair Balam Vázquez Camacho*

 

El poder viene del fusil... narra los procesos de politización y radicalización de un grupo de jóvenes militantes de izquierda de tendencia maoísta que, ante la violencia ejercida por el Estado autoritario mexicano en la segunda mitad del siglo XX, optaron por la organización social y política y la autodefensa armada. Para ello crearon el Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM), que tuvo un periodo de vida de 1969 a 1971.

 

El libro habla de una historia que fue negada en la narrativa oficial, en los libros de historia y en los trabajos de académicos y periodistas a lo largo del siglo XX y de buena parte del XXI; sólo de manera reciente, historiadores y científicos sociales —sociólogos, periodistas, politólogos— se han interesado por el estudio de este sector de la izquierda mexicana. Por lo tanto, el trabajo de investigación histórica que nos presenta Uriel Velázquez Vidal es una suerte de rescate del olvido de las memorias, experiencias, sueños, utopías y proyectos políticos de esos jóvenes militantes maoístas.

 

Jóvenes militantes que, ante lo que consideraban el burocratismo, reformismo y anquilosamiento en que había caído el Partido Comunista Mexicano (PCM), optaron por la perspectiva ideológico-política de Mao Tze-Tung y el Partido Comunista Chino (PCCH) y crearon distintas organizaciones maoístas durante los años sesenta[1] y setenta.[2] De toda esta diáspora, sólo dos agrupaciones fueron reconocidas y apoyadas por los comunistas chinos: el Movimiento Marxista Leninista de México (MMLM)  y el Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM), este último tratado en detalle y a profundidad en el libro aquí reseñado.

 

La obra consta de un prólogo, introducción y tres capítulos. En el primer capítulo, el autor nos presenta la reconstrucción del proceso de fundación del Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano (PRPM). En el segundo capítulo, narra el viaje emprendido por un grupo de militantes del PRPM a la República Popular China, la formación política y entrenamiento militar que recibieron en ese país, así como su regreso a México y las actividades de propaganda político-militar que desarrollaron. En el tercer capítulo, detalla la persecución, detenciones ilegales, torturas y encarcelamiento de los principales dirigentes, lo que provocó la desarticulación de la organización. Todo esto no impidió que los ideales y la iniciativa armada fueran retomadas por Florencio Medrano Mederos “El Güero”, quien emprendió el proyecto colectivo de fundación de la Colonia Proletaria “Rubén Jaramillo” en el estado de Morelos y posteriormente la creación del Partido Proletario Unido de América (PPUA).

 

Desde mi punto de vista, el libro se inscribe —sin mencionarlo— en tres registros historiográficos: la historia social, la historia oral y la historia del tiempo presente.

 

Es una historia social[3] en tanto que nos presenta la historia desde la perspectiva de los propios actores sociales y de sus procesos de politización y radicalización colectivas. De ello da cuenta el primer capítulo, que recrea la fundación del PRPM a través de la trayectoria política de uno de sus dirigentes, Javier Fuentes Gutiérrez, y de otros militantes; sus vínculos sociales y políticos, sus experiencias en el movimiento estudiantil de 1968, así como la estructura de la organización y las coincidencias ideológico-políticas que los unificaron.

 

Es un libro de historia oral —en su modalidad de historias de vida[4] y ello es lo que hace que a lo largo de los capítulos escuchemos, como decía Philippe Joutard, “esas voces que nos llegan del pasado”:[5] los recuerdos y las memorias expresadas en los testimonios acerca de sus tomas de decisiones, análisis políticos, expectativas, sueños, discusiones y desavenencias. Por ejemplo, la militante Rosalba Robles Vessi recuerda su experiencia en el trabajo de reclutamiento entre campesinos del estado de Morelos: “Al inicio no se trataba de tareas armadas o militares [...] sino organizativas y de concientización [...] conocer sus problemas y hacer labor de convencimiento ideológico [...] en ese momento, más bien parecíamos misioneros políticos”.[6]

 

Otro militante, Gabriel Peralta, rememora el día de su detención por la policía política, la Dirección Federal de Seguridad (DFS): “Un culetazo en la espalda, pues me doblaron. De ahí me encapucharon y me llevaron. Al llegar ahí, lo primero que me presentaron es una cabeza recién decapitada. Todavía los nervios se movían [...] en las paredes de la celda había sangre embarrada y pedazos de cuero cabelludo”.[7]

 

Escuchemos nuevamente a la militante Robles Vessi y su reflexión, a más de cincuenta años de distancia, acerca de la imposibilidad del proyecto del PRPM:

 

El proyecto revolucionario [...] nace por la necesidad y búsqueda de nuevos caminos políticos para México por parte de un grupo de militantes e idealistas. Esa búsqueda estuvo asentada sobre pilares de dogmatismo, utopías, limitada comprensión del momento histórico de México y del mundo, limitada comprensión del marxismo [...] la falta de crítica y análisis fue sustituida por una entrega devota y apasionada [...] atrapados entre el dogmatismo, la represión, la geopolítica y el aislamiento internacional [...] difícilmente el proyecto podía consolidarse.[8]

 

Historias de vida que, como podemos apreciar en estas citas, expresan también incertidumbres, miedos, temores, así como el reconocimiento de errores, aciertos y fracasos.

 

Es, también un libro de historia del tiempo presente en tanto que incorpora episodios de una historia reciente, inmediata, contemporánea,[9] una historia incómoda que aún nos interpela y nos impone reflexionar sobre ella en varios sentidos. Por un lado, en torno a que esos proyectos políticos, frustrados en su momento, hoy siguen siendo motores de lucha de campesinos, indígenas, estudiantes y organizaciones sociales frente a las distintas formas de desigualdad, pobreza, violencia, estractivismo y despojo. Por otro, en torno a que muchos de los militantes que participaron en esa izquierda maoísta —pero no exclusivamente— fueron brutalmente reprimidos por el Estado autoritario priista en lo que se conoció como la “Guerra sucia” o “terrorismo de Estado” de los años sesenta y ochenta, y que implicó el espionaje, infiltración, detenciones ilegales, torturas, asesinatos extrajudiciales, reclusión en cárceles clandestinas y desapariciones forzadas. Estos crímenes del pasado nos convocan a hacer memoria en el presente y exigir justicia para que esas atrocidades no vuelvan a suceder. Prueba de que este libro se ocupa de una historia del tiempo presente —abierta y aún no resuelta— es justamente la creación en la actual administración de la Comisión por el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico y Justicia a las Violaciones graves a los Derechos Humanos cometidos entre los años 1965-1990 (CoVEH).[10] Esperamos que este organismo cumpla su cometido y logre que se castigue a los criminales del pasado para que siente un precedente de memoria, verdad, justicia, reparación integral y garantías de no repetición.

 

A lo largo del libro, la historia social, la historia oral y la historia del tiempo presente se entrecruzan y se amalgaman en una sólida investigación en la que el autor echa mano de una diversidad de fuentes: los archivos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) y la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), hemerografía (periódicos y revistas), documentos internos de las organizaciones maoístas y una amplia bibliografía sobre el tema.

 

Por último, quiero señalar tres elementos contenidos en el texto que invitan a explorar senderos poco investigados por la historiografía del Movimiento Armado Socialista en México (MAS) en general, el maoísmo en particular y las distintas vertientes ideológicas de la izquierda.

 

En primer lugar, los estudios de las izquierdas armadas y sus vínculos transnacionales en el contexto de la Guerra fría (1945-1989). Gracias a la investigación de Velázquez Vidal consignada en el libro, pudimos conocer que no sólo el Movimiento de Acción Revolucionaria (MAR) recibió entrenamiento político-militar en un país extranjero —en su caso Corea del Norte—; también el Movimiento Marxista Leninista de México (MMLM) y el propio PRPM fueron parte del internacionalismo proletario. Sin duda éste es un terreno que habrá que explorar y que seguramente incentivará más investigaciones.

 

En segundo lugar, la cultura de lo impreso. El libro deja ver cómo las distintas organizaciones maoístas se preocuparon por redactar, imprimir y difundir materiales partidarios para la educación ideológico-política de sus militantes y de los sectores que consideraban su base social. Si bien esta parcela ya está siendo trabajada por algunos investigadores y estudiantes,[11] aún faltan trabajos al respecto.

 

Por último, la larga historia de divisiones y rupturas de las izquierdas armadas y no armadas a lo largo del siglo XX y lo que va del XXI. En el libro pudimos percatarnos cómo, si bien los maoístas compartían el mismo marco ideológico, sus diversas interpretaciones, formas de trabajo, procedencias sociales y culturales —campo o ciudad—, niveles educativos, etcétera, devinieron en tácticas y estrategias diferenciadas que llevaron a fracturas irreconciliables e infinitas diásporas, no sólo entre maoístas sino entre las distintas vertientes ideológicas. Sin duda es un tema que hasta el día de hoy exige reflexiones profundas.

 

No me queda más que invitar a leer el libro y recomendarlo ampliamente, ya que representa una investigación seria, honesta y con rigor histórico. No tengo duda que la obra se convertirá en una lectura obligada para entender a las izquierdas maoístas en particular y a las izquierdas mexicanas en general.

 

Cuicuilco, Ciudad de México,
17 de marzo de 2022

 

 

* Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH.
[1] De las organizaciones de tendencia maoísta de los años sesenta se tienen registradas las siguientes: Liga Leninista Espartaco (LLE), Partido Comunista Bolchevique (PCB), Partido Revolucionario del Proletariado (PRP), Liga Comunista por la Construcción del Partido Revolucionario del Proletariado (LCPRP), Asociación Revolucionaria Espartaco (ARE), Asociación Revolucionaria Espartaco del Proletariado Mexicano (AREPM), Unión Reivindicadora Obrero Campesina (UROC), muchas de las cuales se integrarían a la Liga Comunista Espartaco (LCE).
[2] Otras organizaciones maoístas emergerán en la década de los setenta: la Unión del Pueblo (vertiente no militarista), el Grupo Compañero, la seccional Ho Chi Minh de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) (escisión de la Liga Comunista Espartaco) y el grupo Política Popular.
[3] Eric Hobsbawm, Sobre la historia, Barcelona, Crítica, 1998.
[4] Graciela de Garay Graciela (coord.), Cuéntame tu vida. Historia oral: historias de vida, México, Instituto Mora, 1997; Mario Camarena Ocampo y Lourdes Villafuerte García L. (coords.), Los andamios del historiador. Construcción y tratamiento de fuentes, México, Archivo General de la Nación / Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2001.
[5] Philippe Joutard, Esas voces que nos llegan del pasado, México, Fondo de Cultura Económica, 1999.
[6] Uriel Velázquez Vidal, El poder viene del fusil. El Partido Revolucionario del Proletariado Mexicano y su legado en el movimiento maoísta, 1969-1979, México, Libertad Bajo Palabra, 2022, p. 92.
[7] Ibidem, p. 101.
[8] Ibidem, pp. 122-123.
[9] Hugo Fazio, La historia del tiempo presente: historiografía, problemas y métodos, Bogotá, Universidad de los Andes, Ediciones Uniandes, 2010; Florencia Levin y Marina Franco (comps.), Historia reciente. Perspectivas y desafíos para un campo en construcción, Buenos Aires, Paidós, 2006; Eugenia Allier Montaño y César Vilchis Ortega (coords.), En la cresta de la ola. Debates y definiciones en torno a la historia del tiempo presente, México, Bonilla Artigas Editores, 2020.
[10] El 7 de octubre de 2021 el subsecretario de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación, Alejandro Encinas Rodríguez, informó que el Diario Oficial de la Federación (DOF) anunciaba la creación de la Comisión por el Acceso a la Verdad y el Esclarecimiento Histórico y Justicia a las Violaciones graves a los Derechos Humanos cometidos entre los años 1965-1990, luego que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, firmara el decreto respectivo. Véase Secretaría de Gobernación, “Se crea comisión para acceso a la verdad y justicia por violaciones graves a derechos humanos durante Guerra Sucia”, boletín de prensa, disponible en https://www.gob.mx/segob/prensa/se-crea-comision-para-acceso-a-la-verdad-y-justicia-por-violaciones-graves-a-derechos-humanos-durante-guerra-sucia?idiom=es.
[11] Como ejemplos podemos citar el Seminario Interinstitucional: “Usos de lo impreso en América Latina”, coordinado y dirigido por el historiador y periodista Sebastián Rivera Mir y por Carlos Francisco Gallardo. Desde El Colegio Mexiquense, la Universidad Autónoma Metropolitana-Cuajimalpa (UAM-C), el Colegio de Estudios Latinoamericanos (CELA) y la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (FFyL-UNAM) ambos han contribuido al desarrollo de esta perspectiva historiográfica. El Congreso Internacional “Las edades del libro”, con sede en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, tiene como objetivo reunir a especialistas en áreas relacionadas con la cultura escrita, la edición y la industria editorial, la historia, la literatura y las nuevas tecnologías, el diseño y la comunicación gráfica, para así propiciar espacios de intercambio y discusión académica, científica, tecnológica y económica que permitan avanzar en el desarrollo del conocimiento de las formas de lo escrito en la historia.