Apuntes sobre la historia del turismo en México y la historiografía de sus orígenes
ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 31/10/2024 - 17:03:00 PMMaría Magdalena Pérez Alfaro*
Resumen
A partir de un balance general sobre diversas investigaciones, la autora explora una faceta de nuestra historia poco conocida, la del turismo. Derivado de su acuciosa revisión, nos presenta una propuesta de periodización sobre la historia del turismo en México, que parte de la segunda mitad del siglo XIX hasta lo que va del XXI. Pensada como proceso y práctica cultural que ha cambiado con el tiempo, la autora problematiza las construcciones culturales que se han difundido en los diferentes periodos, como los imaginarios, estereotipos y valores alrededor del viaje turístico, así como la creación de la idea sobre “lo mexicano”, el concepto “vacaciones”, y el uso del tiempo libre.
Palabras clave: turismo, turistas, industria turística, tiempo libre.
Abstract
Based on an overview of various researches, the author explores a facet of our little-known history, that of tourism. Derived from its careful revision, it presents a proposal for periodization on the history of tourism in Mexico, which starts from the second half of the nineteenth century, until the twenty-first. Thought as a cultural process and practice that has changed over time, the author problematizes the cultural constructions that have spread in different periods, such as imaginaries, stereotypes and values around the tourist trip, as well as the creation of the idea about 'the Mexican', the concept 'vacations', and the use of free time.
Keywords: tourism, tourists, tourism industry, free time.
Introducción
En la actualidad, el turismo es un sector de gran importancia para México. Los ingresos por esta actividad correspondieron a 8.8 % del producto interno bruto (PIB) en 2018[1] y, desde el año 2000, todos los gobiernos, incluido el de Andrés Manuel López Obrador, han señalado su interés por convertir esta industria en la más prominente de América Latina y en una de las principales fuentes del desarrollo futuro de nuestro país. Su relevancia se ha expresado en un número creciente de investigaciones históricas sobre el tema. Pese a que durante décadas fue un tema soslayado por la disciplina historiográfica, actualmente podemos afirmar que contamos con una variada producción académica que da cuenta de diversas facetas, transformaciones e implicaciones en la historia de nuestro país, por lo que resulta necesario hacer un balance de la historiografía que se ha escrito hasta ahora, con el cual podamos acercarnos al tema con mayor conocimiento de las fuentes, las propuestas interpretativas, las temporalidades y espacios que se han estudiado desde el punto de vista histórico.
Este artículo tiene el objetivo de presentar un balance general de una selección de investigaciones sobre la historia del turismo en México, considerando los trabajos que se han propuesto estudiar sus orígenes. Pero antes, me parece pertinente partir de algunas definiciones y esbozar una propuesta de periodización general del sector en nuestro país.
¿A qué nos referimos cuando hablamos de turismo?
El turismo es un proceso histórico complejo que abarca múltiples actividades y sectores de la vida social. Considero importante pensarlo como un proceso histórico porque ello nos permite señalar que los sectores que lo hacen posible, sus elementos característicos y las construcciones culturales alrededor del fenómeno han cambiado a lo largo del tiempo. Como señaló John Urry: “No existe una única contemplación del turista como tal. Varía según la sociedad, por grupo social y por periodo histórico [...] no hay una experiencia universal verdadera para todos los turistas en todos los tiempos”.[2] Lo mismo podríamos decir de los agentes sociales, servicios, territorios, formas de consumo, promoción e imaginarios alrededor del turismo: son históricos y es necesario analizarlos también desde la perspectiva que pone el acento en sus transformaciones a lo largo del tiempo.
El turismo es la práctica del viaje en el tiempo libre, con propósitos de salud, ocio y esparcimiento, que nació con el capitalismo industrial en Europa occidental hacia finales del siglo XVIII y se expandió de forma gradual por todo el mundo, primero como actividad propia de la aristocracia, después de la burguesía y, posteriormente, se fue ampliando hasta su masificación en el siglo XX.[3] El turismo ha sido posible por el proceso masivo de migración del campo a las ciudades que trajo consigo la industrialización, el avance tecnológico de los medios de comunicación y de transporte, el aumento del número de trabajadores en el sector fabril, de servicios y público, la ampliación de los derechos laborales y la creación del concepto de vacaciones; y también gracias a la construcción y difusión de valores e imaginarios sobre los usos del tiempo libre y el creciente porcentaje de la población que adoptó el ideal de viajar a un lugar diferente a su domicilio buscando “salir de la rutina” de la vida urbana. Como señala Urry, no es que en las sociedades premodernas no haya existido el viaje organizado, pero era una práctica reservada a las élites y a los comerciantes, además de que muy poca gente viajaba por motivos que no fueran trabajo y negocios: “El turismo es una actividad de ocio que presupone su opuesto, a saber, el trabajo regulado y organizado. Se trata de una manifestación de cómo el trabajo y el ocio están organizados como esferas separadas y reguladas de la práctica social en las sociedades ‘modernas’”.[4]
Una noción muy útil que permite comprender la complejidad del tema es la del turismo como modelo de industrialización, propuesta por Joan Buades. De acuerdo con el investigador mallorquín, para hacer posible el turismo se requiere el impulso de diversos sectores industriales, además de los servicios, como los de la construcción, los transportes y las comunicaciones, por lo que, desde sus orígenes, la industria turística se ha considerado un elemento de modernidad y desarrollo, propio de los Estados nación industrializados. Así, el turismo ha funcionado como modelo para extender el capitalismo hacia regiones no fabriles, como la costa mediterránea o el Caribe americano, y a los países periféricos que adoptan las pautas de desarrollo turístico de las naciones ricas como estándares para su propia modernización.[5]
Por otra parte, Buades explica que la expansión turística, en su forma masiva, tiene consecuencias muy parecidas a las de la producción de manufacturas, por ejemplo: la destrucción de hábitats naturales, pérdida de biodiversidad, desgaste de suelos productivos, devastación paisajística, sobreexplotación de acuíferos, alto consumo energético, producción creciente de residuos, segregación social y trabajo precarizado, entre otras.[6] En la historia del turismo en México podemos observar estos elementos; por ejemplo, en las primeras décadas del siglo XX, se discutió bastante sobre la importancia de ampliar la red ferroviaria, de carreteras y de servicios de hospedaje, así como la modernización con pavimentación, electrificación y sanitización de los sitios de interés del visitante para garantizar una estancia placentera, alcanzar los estándares de los países europeos y atraer a un número mayor de turistas.[7] Por otra parte, en los casos de Acapulco y Cancún se puede observar la transformación del paisaje, la sobreexplotación de la naturaleza, la contaminación, los problemas de distribución de la riqueza, las disputas por el territorio, entre otros impactos que conlleva el turismo masivo.[8]
Una segunda noción que interesa destacar es la que proponen Ángeles A. López Santillán y Gustavo Marín Guardado sobre el turismo como industria cultural:
concebimos al turismo como una industria productora de espacios, significados y experiencias. Una fuerza de mercantilización de los lugares y la cultura que articula a empresas globales, instituciones, estados, intermediarios, viajeros, trabajadores y residentes locales, en procesos diversos de imaginación social, formas de representación cultural y prácticas de consumo, que influyen de manera trascendente en las transformaciones de nuestro entorno, de la vida social y de las concepciones que tenemos del mundo.[9]
Así, al dotar de significados que legitiman tanto la práctica como la transformación de espacios para el consumo turístico, la industria del turismo se convierte en un proceso de reorganización socioespacial que, al mismo tiempo, genera construcciones culturales que garantizan su propia reproducción. En esta definición, el turismo es entendido no sólo como la circulación de personas, sino como un proceso social complejo donde se articulan todo tipo de relaciones y se reconfiguran constantemente las representaciones e identidades sociales. El impacto que tienen dichos cambios se materializa tanto en la experiencia del viaje turístico como en distintos ámbitos de la vida social, en la forma de consensos y tensiones entre los imaginarios y la realidad, entre las comunidades receptoras y los visitantes, entre las poblaciones locales y los proyectos de desarrollo turístico, etcétera. En el caso mexicano, el turismo ha sido un elemento clave en la construcción de representaciones sobre “lo mexicano”, “lo tradicional” y “lo auténtico”, así como de estereotipos sobre la cultura y el patrimonio que se han mercantilizado como atractivos para el visitante desde el periodo mismo de la construcción del Estado nación en el siglo XIX.[10]
Pero, ¿cómo se gestaron estos procesos? ¿De qué manera la industria del turismo se desarrolló en cada región del orbe? ¿Fueron iguales las trayectorias en los países ricos y los países pobres? ¿Qué instituciones, leyes, empresas y proyectos han surgido de esta industria, cuándo y para qué? ¿Qué significados se le atribuyeron al turismo en cada periodo? ¿Cuáles ideas, imaginarios y estereotipos se construyeron alrededor del viaje turístico en cada momento? Éstas son algunas de las preguntas que la historiografía del turismo se ha preocupado por responder y por ello su aportación resulta cada vez más significativa para comprender los impactos de un fenómeno que caracteriza la historia global contemporánea.
Una propuesta de periodización de la historia del turismo en México
Antes de presentar la historiografía de los inicios del turismo en México es pertinente esbozar una periodización preliminar que, si bien resulta insuficiente para abarcar las múltiples transformaciones del sector, nos permite proponer un acercamiento inicial a su historia. A continuación presento una periodización basada en el análisis de la historiografía publicada donde podemos distinguir cinco etapas de la historia del turismo en México:
1. La primera etapa, que llamaremos “de los orígenes a la Revolución”, abarca la segunda mitad del siglo XIX, el porfiriato y el periodo de la Revolución mexicana hasta 1920, dado que la guerra, si bien limitó el flujo de visitantes y en algunas regiones paralizó la actividad turística, no cerró por completo la posibilidad de viajes de recreo y excursionismo tanto de nacionales como de extranjeros, sobre todo estadunidenses.[11] Durante ese periodo, se buscó atraer inversión extranjera para el desarrollo industrial, al mismo tiempo que se inició la promoción de viajes a México para conocer el patrimonio edificado, las bellezas naturales y los poblados “pintorescos”. Paralelamente, se emitió la primera legislación para la preservación de monumentos y zonas arqueológicas.[12]
Por otra parte, una nueva concepción del tiempo y del ocio en el siglo XIX hizo que los viajes diplomáticos, científicos y de negocios dieran paso, poco a poco, a la idea de que la salud, el esparcimiento y el disfrute también podrían ser buenas razones para viajar, aunque, como hemos señalado arriba, se trataba todavía de un privilegio de las clases altas. En nuestro país, el turismo fue inicialmente identificado como una actividad propia de extranjeros, aunque poco a poco las élites nacionales comenzaron a emprender también viajes turísticos, sobre todo durante el porfiriato.[13]
2. En la segunda etapa, de 1920 a 1945, que llamaremos “el turismo posrevolucionario”, el Estado mexicano, de la mano de la iniciativa privada, emprendió una serie de acciones encaminadas a sentar las bases para el nacimiento de una industria turística nacional que contribuyera a la reconstrucción económica del país; así, se fundaron las primeras asociaciones e instituciones del ramo, entre ellos el primer Departamento de Turismo del Banco de México (1926) y la primera Comisión Mixta Pro-Turismo (1928),[14] las cuales acompañaron e impulsaron la creación de instituciones públicas y leyes para el resguardo, protección y promoción del patrimonio cultural, que culminaron con la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (1939). En ese periodo también se modificó la legislación migratoria (1926) y la Ley General de Población (1936), las cuales incorporaron criterios para el tratamiento del turista en el territorio nacional.
Por otra parte, el turismo fue visto e impulsado como una industria que permitiría la modernización de la infraestructura de comunicaciones y servicios, haría posible el ingreso de divisas y fomentaría la inversión privada, nacional y extranjera, bajo la tutela del Estado. De igual manera, la promoción turística fue utilizada para contribuir a mejorar la imagen de México en el ámbito internacional y, en el interno, para ayudar a consolidar el nacionalismo revolucionario mediante la construcción de imaginarios sobre la historia patria, la identidad nacional y el patrimonio cultural. Además, en esa etapa se ampliaron los derechos laborales que, gradualmente, permitieron a un mayor número de trabajadores contar con vacaciones y practicar el turismo interno.[15]
3. La tercera etapa, que denominaremos “la consolidación de una industria nacional”, comenzó a mediados de los años cuarenta y concluye en la década de 1970. Es el periodo en que el turismo mexicano se afianzó como una industria en apogeo que formaba parte integral del proyecto de industrialización y modernización de los gobiernos poscardenistas. Se emprendieron intensas campañas de publicidad para viajar por México dirigidas tanto a público extranjero como nacional. Simultáneamente, inició el proceso de masificación del turismo, la consolidación de destinos de sol y playa —de los cuales el más importante fue Acapulco—, y se crearon rutas temáticas por regiones.[16] El turismo fue presentado por los gobiernos mexicanos como un instrumento de cooperación internacional y paz entre las naciones, y al mismo tiempo se utilizó para difundir en el mundo una imagen “folclorizada” de la cultura y patrimonio de nuestro país.
En ese periodo se emitió la primera Ley Federal de Turismo (1949), se fundaron importantes instituciones como el Fondo de Garantía de Fomento al Turismo (1956), el Consejo Nacional de Turismo (1958) y el Fondo de Promoción e Infraestructura Turística (1969), y se dio un nuevo impulso a la construcción de infraestructura de comunicaciones y servicios, entre los que destacan aeropuertos, autopistas y zonas hoteleras de gran turismo. También se facilitó el ingreso al capital trasnacional para inversiones en el ramo y se iniciaron estudios del territorio para la planificación turística nacional, con los cuales se creó el Plan Nacional de Desarrollo Turístico (1962), que derivó, en la siguiente etapa, en la implementación del gran proyecto de inserción de la oferta turística mexicana en el mercado global.[17]
4. La cuarta etapa, que denominaremos “la globalización del turismo mexicano” y que va de los años setenta al fin del siglo XX, dio inicio a un periodo de reestructuración de la política turística a partir de la publicación de la Ley Federal de Fomento al Turismo (1974), con la cual se crearon dos importantes instituciones: la Secretaría de Turismo y el Fondo Nacional de Fomento al Turismo. La política turística condujo a nuestro país por nuevos derroteros, entre los cuales destacó la creación de los Centros Integralmente Planeados —el más importante fue Cancún— y el establecimiento de los programas sexenales de desarrollo turístico, de la mano de las transformaciones de la economía y la cultura en la era global, con lo que se dio inicio a la puesta en valor del patrimonio cultural.[18] Desde entonces, México ha tenido una participación distinguida en instituciones internacionales como la UNESCO y la Organización Internacional de Turismo, cuyas directrices en materia de gestión del patrimonio cultural y de planificación turística, respectivamente, comenzaron a aplicarse en nuestro país a partir de los años setenta.[19]
El principal objetivo de la política turística durante ese periodo fue que nuestro país lograra alcanzar los estándares de calidad y competitividad en el mercado global para convertirse paulatinamente en uno de los principales destinos turísticos del mundo y con ello poder equilibrar sus finanzas cada vez más dependientes de la deuda externa. A partir de los años ochenta, el Estado descentralizó las funciones de la Secretaría de Turismo, privatizó empresas del sector antes paraestatales, se ampliaron los rubros de participación de la iniciativa privada y, con las reformas al artículo 27 constitucional, se abrió el camino para la especulación sobre la propiedad de la tierra por parte de las compañías inmobiliarias.[20]
5. La quinta etapa comenzó con el siglo XXI y, con algunos cambios importantes al llegar Andrés Manuel López Obrador a la presidencia,[21] continúa hasta nuestros días. La llamaremos: “de actualización del modelo turístico mexicano”, pues a partir del año 2000 se da una nueva reestructuración de la política turística mediante la revisión de los “errores” cometidos en la planificación emprendida desde los setenta y de las consecuencias de la masificación turística en los sitios de acogida. Los nuevos programas de turismo en este periodo se han propuesto desarrollar un turismo sustentable que permita aminorar los impactos negativos de esta industria y mejorar la calidad de vida de las poblaciones receptoras. No obstante, el turismo es considerado prioridad nacional, por lo cual se continúa la construcción de megaproyectos turísticos con una amplia gama de facilidades para la inversión privada trasnacional, lo cual ha tenido un alto costo ecológico y social en las regiones de turismo masivo, donde también se acentúa la segregación entre la población local y las zonas turísticas. En paralelo, se emprende una política orientada al público nacional con programas como los “Pueblos mágicos”, los cuales tienen la intención, no siempre lograda, de mejorar los servicios y preservar el patrimonio en las localidades seleccionadas.[22] En este periodo observamos una constante apertura de nuevos destinos, así como la continuidad de iniciativas privadas, tanto del campo empresarial como de comunidades y colectivos, que buscan diversificar la oferta y en algunos casos reducir los costos ecológicos y efectos perniciosos contra el patrimonio y las comunidades locales que conlleva el turismo de masas.
La industria turística había sido, desde la Segunda Guerra Mundial hasta 2020, el sector de mayor crecimiento y el más sostenido en México y el mundo. No obstante, la pandemia de covid-19 ha contribuido notablemente a su estancamiento y ha evidenciado sus contradicciones, sobre todo en las zonas que dependen casi completamente de ella. Por otra parte, la reorganización que inició el actual gobierno federal en la política turística tiene la intención de que los beneficios lleguen a las comunidades locales y no sólo se expresen en términos macroeconómicos.[23] Así se plantea en proyectos como el Tren Maya que, sin embargo, ha recibido numerosas críticas por las posibles repercusiones que traerá a la región tanto en términos de deterioro ambiental como sociales,[24] de manera que el debate en torno al tema sigue latente.
Historiografía de los orígenes del turismo en México
A continuación presento una selección de obras que se han escrito para estudiar los inicios del turismo en México y sus aportaciones. Se consideraron únicamente libros, capítulos de libros, tesis y artículos publicados en revistas especializadas que abordan la primera y segunda etapa de la historia, es decir, desde el siglo XIX hasta la década de 1940.
Obras generales
La obra pionera para el estudio general del turismo en México fue escrita por Eugenio Mac Donald Escobedo en 1981: Turismo: una recapitulación. Historiografía de conceptos pronunciados por gobernantes mexicanos desde 1823.[25] Se trata del segundo esfuerzo elaborado por el politólogo con el fin de reunir elementos para una historia del turismo en México.[26] Este trabajo es un compendio de mensajes, informes, discursos, manifiestos, declaraciones y expresiones de los presidentes de México desde 1823 hasta 1980, referentes a temas que el autor considera tienen que ver con el turismo, aunque no desarrolla un análisis ni una explicación para argumentar su selección.
El segundo texto recopilatorio fue elaborado por Miguel Torruco Márquez y se titula Historia institucional del turismo en México, 1926-1988. La Secretaría de Turismo y sus titulares.[27] Se trata también de una compilación de información, leyes e instituciones que se comentan en orden cronológico. En la segunda parte del texto se presenta una descripción pormenorizada de las acciones llevadas a cabo por los titulares del Departamento de Turismo desde el periodo de gobierno de Miguel Alemán hasta los años setenta. Para Torruco, fue dicho presidente quien dio al turismo mexicano sus elementos constitutivos, ya que las anteriores administraciones no contaban con un plan maestro para el desarrollo de esta industria nacional, lo cual es desmentido por las investigaciones más recientes en la materia.
Jimena Aura Mateos González, en 2002, presentó la tesis “Me lleva el tren. Los albores del turismo en México 1921-1934”.[28] La autora sostiene que, para los gobiernos posrevolucionarios, el turismo no sólo significó un mecanismo de aliento a las inversiones extranjeras, sino también sirvió para promover una imagen favorable de México ante el mundo en el periodo de reconstrucción, fortalecer las relaciones diplomáticas, impulsar la modernización industrial e inculcar los valores nacionales. Destaca el seguimiento que la autora ofrece de la relación entre empresarios y gobierno, así como el papel que desempeñó el embajador Dwight Morrow para establecer la buena convivencia con Estados Unidos de América y difundir una imagen estereotípica de México entre el público estadounidense. La misma autora tiene un artículo breve en la revista Patrimonio cultural y Turismo, donde aborda “la ruta institucional” de este sector.[29] Mateos González extiende su reflexión sobre las políticas turísticas a través del seguimiento de las distintas instituciones creadas por el Estado para regular y coordinar el sector de 1921 al 2000.
La obra más reconocida que analiza el desarrollo del turismo mexicano entre 1920 y 1945 fue elaborada por la historiadora Dina Berger, en 2006: The Development of Mexico’s Tourism Industry: Pyramids by Day, Martinis by Night.[30] El texto es fundamental para comprender cómo durante el periodo 1928-1945 se generó “un complejo equilibrio” entre el desarrollo económico capitalista y el nacionalismo revolucionario, así como entre gobierno e iniciativa privada mexicanos y los intereses comerciales de los Estados Unidos. De los muchos méritos de esta investigación destaca el demostrar que fue durante el régimen cardenista cuando el turismo mexicano controlado por el Estado adquirió las características que lo definieron como un proyecto modernizador íntimamente relacionado con la política cultural y la difusión de una imagen idealizada de la mexicanidad.
Por su parte, en el artículo “La construcción de una identidad cultural y el desarrollo del turismo en México”,[31] Rafael Guerrero Rodríguez propone analizar la construcción del nacionalismo posrevolucionario a partir de dos visiones que dieron forma a la industria turística mexicana: la nacionalista-tradicional y la modernizadora-urbana. Para el investigador, el turismo fue “despolitizado” mediante el discurso de la modernidad que ocultaba los intereses privados detrás de esta industria, mientras que el nacionalismo fue muy útil para permitir su expansión en el periodo 1930-1950. El trabajo cierra con una reflexión sobre el cambio de rumbo que ocurrió con la perspectiva que se instaló en la industria a partir del gobierno de Miguel Alemán, quien modificó el discurso hacia una visión desarrollista y cosmopolita del turismo.
Otras investigaciones que abordan los inicios del turismo en México han sido llevadas a cabo por Eugenio Mercado López. Las aportaciones del doctor en arquitectura se han publicado en diversos artículos y se compendian en el libro Turismo, imagen urbana y arquitectura en las políticas públicas. México en las primeras décadas del siglo XX.[32] El autor identifica las razones por las cuales los gobiernos posrevolucionarios coincidieron en que el turismo era una industria prometedora que beneficiaría a México y cómo se convirtió en una prioridad en los programas del Estado. Mercado López afirma que la difusión de actividades como el automovilismo, los viajes en ferrocarril y la promoción de sitios turísticos fue determinante para que el gobierno identificara los beneficios de esta actividad y reconociera el potencial de los atractivos naturales y culturales de nuestro país. Además, una contribución importante es señalar que la incorporación del turismo a las políticas públicas en los años de la posrevolución formó parte de un proyecto más amplio de desarrollo nacional donde había la necesidad de atraer capitales e impulsar la modernización de regiones marginadas, así como resguardar y promover el patrimonio cultural.
En el libro Arqueología en circulación: nacionalismo y turismo en monedas, billetes, timbres postales y guías de turistas en el México postrevolucionario, César Villalobos Acosta presenta un repaso por la historia de la arqueología y su relación con el nacionalismo y el turismo desde el siglo XIX hasta la década de 1990. El autor explica cómo las políticas nacionalistas promovieron el turismo arqueológico con una perspectiva educativa y social, de manera que, por ejemplo, las guías elaboradas por especialistas e instituciones como el INAH fueron una novedosa forma de enseñar la historia prehispánica y un medio muy eficaz para reforzar la identidad nacional. Este enfoque prevaleció hasta los años noventa, cuando ocurrió una transformación esencial en la política turística y cultural, ya que se permitió la participación más amplia de la iniciativa privada, mientras que paulatinamente los sitios arqueológicos se convirtieron en atracciones sujetas al mercado.
Estados Unidos y el turismo en México
El estudio del turismo ha generado diversas investigaciones que señalan su importancia en el desarrollo económico, diplomático, social y cultural de México en relación con Estados Unidos. Entre los trabajos que han abordado el tema desde el punto de vista histórico destacamos la tesis de Aida Mostkoff, “Foreign visions and images of Mexico: One hundred years of international tourism, 1821-1921”,[33] quien propuso una historia del turismo desde sus orígenes hasta el fin de la Revolución mexicana a través de un recorrido por procesos como la apertura de caminos, el desarrollo de los sectores de transporte y hospedaje, la creación de obras públicas, la construcción de museos y la promoción de la arqueología como elementos que permitieron el crecimiento del turismo en México, especialmente el estadunidense.
Por su parte, Andrea Boardman elaboró dos investigaciones sobre el tema. El primero es un catálogo de exposición: Destination Mexico: “A Foreign Land a Step Away”. U.S. Tourism to Mexico, 1880s-1950s,[34] y el segundo es un capítulo de libro: “The U.S.-Mexican War and the Beginnings of American Tourism in Mexico”.[35] La historiadora apunta la importancia que tuvo la guerra contra México en el creciente interés que desde entonces cundió entre los ciudadanos del país vecino por emprender viajes turísticos al sur de su frontera y analiza diversas fuentes, entre las que se encuentran diarios de viajes, guías de turismo, tarjetas postales, fotografías y folletos, a través de las cuales se pueden conocer las impresiones, intereses e imaginarios de los estadounidenses en su visita a un país que consideraban atrasado, pero atractivo.
Otra investigación sobre el turismo como una faceta del imperialismo estadunidense fue llevada a cabo por la internacionalista Dennis Merrill y se titula Negotiating Paradise: U.S. Tourism and Empire in Twentieth-Century Latin America.[36] Allí se explica cómo el turismo estadounidense fue también un vehículo de expansión del American way of life, al mismo tiempo que definió y modificó las relaciones internacionales de la mayor potencia del siglo XX. La sección de su estudio que se centra en el caso de México aborda los inicios del turismo fronterizo a raíz de la prohibición del alcohol en Estados Unidos hasta los años treinta, cuando el Estado mexicano tomó el control de la industria, prohibió los juegos de azar e implementó medidas para equilibrar la balanza entre la burguesía nacional y los inversionistas extranjeros.
Otra faceta de esa relación fue analizada por Ricardo Pérez Montfort en “Down Mexico Way. Estereotipos y turismo estadounidense en el México de 1920 a 1940”.[37] El historiador ahonda en la forma en que la propaganda turística para el público estadounidense formó parte de la construcción homogeneizadora e idealizada de la “mexicanidad”. Con el fin de atraer a los turistas del país vecino se utilizaron todo tipo de medios: el cine, la radio, las publicaciones periódicas, los carteles, las guías de turistas e incluso las fiestas populares y la música. A través de estos recursos se planteó un México “exótico” y “pintoresco” que prometía experiencias sugerentes para el consumidor extranjero. No obstante, los turistas en muchas ocasiones se toparon con una realidad diferente a la abstracción que les vendían cuando descubrían en sus viajes un país más bien diverso, con grandes desigualdades sociales, pobreza e injusticia social. De esa manera, afirma el historiador, a través del turismo se inventó un México estereotípico que sirvió para ocultar “al México bronco y miserable” de la mirada del espectador foráneo.
Por su parte, Víctor Manuel Gruel Sández llevó a cabo una investigación sobre los estereotipos culturales entre México y Estados Unidos a partir del estudio de la inauguración de la Carretera Panamericana.[38] En su artículo sugiere que la región fronteriza fue un espacio de intercambios culturales donde se expresaron representaciones uniformadoras tanto de los mexicanos como de los turistas estadunidenses y señala que, si bien la construcción de la carretera atrajo más inversionistas y turismo, también generó un conflicto cultural que tuvo repercusiones importantes en las decisiones que el gobierno mexicano tomó para combatir la imagen negativa de México en el exterior.
Estudios de caso
Las investigaciones regionales y de temas específicos de la historia del turismo en México nos ofrecen un panorama mucho más complejo de la trayectoria inicial de este sector. Por ejemplo, los estudios pioneros de Francisco Gómez Jara sobre Acapulco son un análisis crítico de las consecuencias que tuvo el apoyo gubernamental local y federal a los empresarios del ramo hotelero mediante la “donación” de tierras (1928) y la expropiación de terrenos ejidales (1932, 1940) para facilitar el crecimiento de la industria turística. El economista señaló que, al favorecer los intereses particulares, en los años treinta se sentaron las bases para una nueva concentración privada de la tierra y la transformación de los campesinos de la Costa Grande en la mano de obra barata que sustentó el auge turístico del puerto en las décadas posteriores.[39]
Con otro enfoque, Luis Anaya Merchant en su artículo “El Egipto de América. Yucatán y el olvido histórico en el nacimiento del turismo mexicano”[40] presenta un recuento del contexto nacional y de la economía yucateca durante los años veinte y treinta para explicar cuáles fueron los factores que impidieron el temprano desarrollo de esta industria en la región: la dificultad de comunicaciones entre el centro del país y la península, la tardía conexión del ferrocarril y de la red de carreteras, así como el limitado apoyo que los empresarios nacionales recibieron de los gobiernos local y federal para sus tempranos proyectos. Anaya Merchant afirma que el estudio regional de las primeras décadas del siglo permite observar que ya se habían dado importantes pasos en diversos lugares del país para impulsar el turismo antes del gobierno de Miguel Alemán.
El turismo fronterizo ha sido de gran importancia desde el siglo XIX, por lo cual las investigaciones de Alberto Díaz Ramírez, “La construcción del American West como destino turístico: clima, tierra y aguas termales, 1869-1890”;[41] Pablo Guadiana, “Tarjetas postales en el desarrollo de la industria turística de Tijuana de 1901 a 1935: los retratos del turismo y los automóviles”;[42] y José Alfredo Gómez Estrada y Josefina Elizabeth Villa, “Continuidad y cambios en las actividades turísticas de Tijuana, 1920-1949”,[43] resultan de gran interés. Estos autores documentan cómo Tijuana se convirtió en el primer destino masivo del turismo estadunidense en México. Gracias a sus trabajos podemos constatar que la zona fronteriza fue una de las regiones de mayor desarrollo de la industria desde el siglo XIX, con el establecimiento de hoteles, negocios de entretenimiento y salud, así como una red de comercios y transportes dedicados al turismo. Es importante destacar las repercusiones que tuvo la prohibición de la venta de alcohol entre 1920 y 1933 en el país vecino, ya que la oferta de bares, casinos y centros de prostitución generó un desarrollo particular de la oferta turística en la frontera que tiene consecuencias hasta nuestros días.
Otra de las regiones que se han estudiado con profundidad es Michoacán. Entre los diversos trabajos que se han escrito destacamos los artículos “Una mirada al surgimiento del turismo en Pátzcuaro”[44] de José Manuel Martínez Aguilar y “El turismo en Pátzcuaro (México). Percepciones del visitante extranjero entre 1880‑1920”[45] de Eder García Sánchez. Esas investigaciones nos permiten conocer la historia del pueblo michoacano a través del desarrollo de los transportes, el hospedaje, las obras públicas y la promoción del turismo a partir del siglo XIX, así como las experiencias y prejuicios del público extranjero que buscaba acceder a un destino turístico “pintoresco” y “tradicional”, aunque la realidad no siempre coincidía con su imagen idealizada.
Por su parte, Jennifer Jolly, en el libro Creating Pátzcuaro, Creating Mexico. Art, Tourism and Nation Building under Lázaro Cárdenas,[46] presenta un panorama rico y complejo de la labor desplegada por el político michoacano desde los tiempos en que fue gobernador de su estado natal hasta su mandato como presidente de la república. De acuerdo con la historiadora, Cárdenas eligió Pátzcuaro para desarrollar una economía regional basada en el turismo, en la cual tendrían un papel equilibrado la modernidad y la preservación del México tradicional. La historiadora hizo una importante aportación al reflexionar cómo se definió “lo nacional” a través de una región turística y al documentar el carácter nacionalista que imprimió Cárdenas tanto al turismo como a los usos del patrimonio cultural.
Por último, en este apartado sobre los estudios de caso deseamos mencionar la investigación de los geógrafos Iván Franch-Pardo, Pere Sunyer Martín, Pedro Sergio Urquijo Torres y Diana Laura Jiménez Rodríguez acerca de una actividad turística que, desde los inicios del siglo XX, tuvo un número importante de seguidores: “Excursionismo y geografía en el México posrevolucionario: el Club de Exploraciones de México”.[47] Este trabajo documenta la trayectoria de la asociación de excursionistas mexicanos fundada por el californiano Otis McAllister en 1922. Es de destacar que entre los objetivos del club tuvo un lugar importante el reconocimiento de las riquezas naturales y la diversidad cultural de nuestro país, así como la valoración de “lo propio” e “identitario”. Por esa razón, el excursionismo no se ciñó a los paseos en bosques y montañas, sino amplió sus recorridos por zonas arqueológicas como Teotihuacán y Xochicalco, así como poblados tradicionales cercanos a la Ciudad de México.
A manera de cierre
Para concluir esta reflexión sobre la historia del turismo en México y el recuento bibliográfico de sus orígenes señalaremos que, como se observa, ya hay un camino andado por la academia que apunta hacia finales del siglo XIX como el periodo inicial del turismo en México, especialmente durante el porfiriato, cuando se convirtió en una actividad propia de la élite, así como la importancia decisiva de las décadas de 1920 y 1930, cuando se sentaron las bases de una industria mexicana con vocación nacionalista y bajo el control del Estado, pero con una muy importante participación de la iniciativa privada.
Por otra parte, me parece importante observar que la historiografía sobre el turismo en México comenzó a escribirse a partir de la década de 1970, pero ha sido hasta después de 2010 cuando las investigaciones se multiplicaron, justamente por la relevancia que el sector ha cobrado en las últimas décadas. Aunque todavía no podemos afirmar que el campo de estudios se ha consolidado, considero que debemos reconocer que ya hay una diversidad de investigaciones, con novedosas líneas temáticas y aproximaciones, que nos permite dejar atrás la idea de que no existe una historiografía del turismo en México.
En los trabajos analizados en este texto podemos observar la gran variedad de fuentes para la historia del turismo: prensa, guías de turistas, archivos diplomáticos, archivos locales y particulares, tarjetas postales, folletería, fotografía, entre otras, cada una de las cuales ofrece una veta para la profundización. Sobre los temas abordados, destaca el interés por conocer la relación del turismo con los procesos de construcción del nacionalismo posrevolucionario y el papel de esta industria como eje modernizador en el desarrollo económico capitalista mexicano. Otro tema recurrente es la promoción turística y su relación con la construcción de representaciones y estereotipos que se generan a través de las diversas formas en que se difunde la imagen de nuestro país entre los viajeros. En ese sentido, el estudio de la experiencia del turista estadounidenses y las relaciones entre empresarios, diplomáticos y gobiernos de ambos países son aspectos sobresalientes. Además, hay que señalar que la producción de estudios en lengua inglesa es amplia, debido un número creciente de investigadores de los Estados Unidos interesados en el tema.
Como balance general, considero que se han dado pasos importantes en el conocimiento de la historia del turismo en México. No obstante, todavía queda mucho por indagar, por ejemplo, respecto a la legislación turística y la creación de instituciones, dos aspectos que se mencionan constantemente, pero sobre los cuales hay grandes lagunas y errores que se repiten. De manera similar, la historia empresarial turística, la trayectoria de instituciones culturales y su relación con el sector, o conflictos y movimientos sociales que se derivan del desarrollo de sitios turísticos han sido temas poco o nada estudiados, por lo que ahí tenemos aún mucho que investigar.
Por último, considero que las aportaciones de la historia regional y estudios de caso nos demuestran que la periodización general no siempre puede aplicarse a trayectorias específicas. Hay regiones donde las prácticas y el desarrollo de industrias locales turísticas fue muy temprano, desde el siglo XIX, pero en otros lugares el impulso vino con los gobiernos posrevolucionarios e incluso hay regiones donde el impacto llegó hasta el periodo de la masificación o de la planeación estratégica.
Cierro estas reflexiones señalando el problema de la falta de difusión de la historiografía del turismo en México, pues, a pesar de que muchas obras fueron escritas desde hace ya varios años, en su mayoría son poco conocidas, incluso entre los propios estudiosos del tema. Sirva este texto como un intento de subsanar esa brecha y motivar a nuevos investigadores a conocer las obras que nos han abierto el camino del conocimiento a esta interesante faceta de nuestra historia.
* Dirección de Estudios Históricos, INAH.
[1] Secretaría de Turismo, Nuestro turismo. El gran motor de la economía nacional, México, Secretaría de Turismo, 2018, p. 10.
[2] John Urry, “La mirada del turista”, Turismo y patrimonio, núm. 3, 2018, pp. 51-52, recuperado de: https://doi.org/10.24265/turpatrim.2001.n3.03.
[3] Sobre este proceso son muy recomendables las obras de Dean MacCannell, El turista: una nueva teoría de la clase ociosa, Barcelona, Melusina, 2003; Luis Fernández Fúster, Historia general del turismo de masas, Madrid, Alianza, 1991; Marco d’Eramo, El selfie del mundo. Una investigación sobre la edad del turismo, Barcelona, Anagrama, 2020.
[4] John Urry, op. cit., p. 52.
[5] Joan Buades Beltrán, “El turismo como modelo de industrialización. Una guía de costes ecológicos y sociales en el Mediterráneo”, Ecología Política, núm. 12, 1996, pp. 51-60.
[6] Ibidem, pp. 53-56.
[7] Véase Eugenio Mercado López, “El turismo en la provincia mexicana. Notas de prensa 1886-1945”, Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 19, núm. 2, 2021, pp. 369-381.
[8] Véase Francisco Gómez Jara, “Acapulco: despojo y turismo”, Problemas del Desarrollo, vol. 5, núm. 19, 1974, pp. 126-147; Ernesto Valenzuela Valdivieso y Atlántida Coll-Hurtado, “La construcción y evolución del espacio turístico de Acapulco (México)”, Anales de Geografía de la Universidad Complutense, vol. 30, núm. 1, 2010, pp. 163-190.
[9] Ángeles A. López Santillán y Gustavo Marín Guardado, “Turismo, capitalismo y producción de lo exótico: una perspectiva crítica para el estudio de la mercantilización del espacio y la cultura”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. 31, núm. 123, 2010, pp. 219-260.
[10] Véase Aida Mostkoff, “Foreign visions and images of Mexico: One hundred years of international tourism, 1821-1921”, tesis de doctorado, University of California, 1999; Alberto Díaz Ramírez, “La construcción del American West como destino turístico: clima, tierra y aguas termales, 1869-1890”, Meyibó, vol. 9, núm. 17, 2019, pp. 47-84.
[11] Véase Pablo F. Guadiana Lozano, “Tarjetas postales en el desarrollo de la industria turística de Tijuana de 1901 a 1935: los retratos del turismo y los automóviles”, en Francisco Alberto Núñez Tapia (ed.), Automotores y transporte público: un acercamiento desde los estudios históricos, Zinacantepec, El Colegio Mexiquense, 2017.
[12] Me refiero al Decreto sobre Permisos para Hacer Exploraciones Arqueológicas de 1896 y la Ley sobre Monumentos Arqueológicos de 1897.
[13] Véase Andrea Boardman, Destination Mexico: “A Foreign Land a Step Away”. U.S. Tourism to Mexico, 1880s-1950s, Dallas, DeGolyer Library / Southern Methodist University, 2001; José Manuel Martínez Aguilar, “Una mirada al surgimiento del turismo en Pátzcuaro”, Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural, vol. 15, núm. 2, 2017, pp. 409-418; Thalía Montes Recinas, “1914-1918: visita a museos y sitios naturales”, Dimensión Antropológica, año 27, vol. 78, 2020, pp. 161-180.
[14] A esta comisión le siguieron otras fundadas en 1929 y 1935, denominadas también Comisión Nacional de Turismo.
[15] Véase Jimena Aura Mateos González, Me lleva el tren. Los albores del turismo en México 1921-1934, tesis de licenciatura en Historia, México, FFL-UNAM, 2002; Dina Berger, The Development of Mexico’s Tourism Industry: Pyramids by Day, Martinis by Night, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2006; Jennifer Jolly, Creating Pátzcuaro, Creating Mexico: Art, Tourism, and Nation Building under Lázaro Cárdenas, Austin, University of Texas Press, 2018; Eugenio Mercado López, Turismo, imagen urbana y arquitectura en las políticas públicas. México en las primeras décadas del siglo XX, Morelia, Universidad Michoacana San Nicolás Hidalgo, 2020.
[16] Véase Francisco Escudero R., Origen y evolución del turismo en Acapulco, Acapulco, Universidad Americana de Acapulco / Ayuntamiento Constitucional de Acapulco, 1998; Alex Saragoza, “The Selling of Mexico: Tourism and the State, 1929-1952”, en Gilbert M. Joseph et al. (eds.), Fragments of a Golden Age. The Politics of Culture in Mexico Since 1940, Durham, Duke University Press, 2001; Atlántida Coll-Hurtado, Espacio y ocio: el turismo en México, México, UNAM, 2016.
[17] Véase Alfonso de Jesús Jiménez Martínez, Turismo: estructura y desarrollo. La estructura funcional del turismo internacional y la política turística de México. Desarrollo histórico, 1945-1990, México, McGraw-Hill, 1993; Ruth Hellier-Tinoco, Embodying Mexico: Tourism, Nationalism & Performance, Nueva York, Oxford University Press, 2011.
[18] Jesús Antonio Machuca, “Reconfiguración del Estado-nación y cambio de la conciencia patrimonial en México”, en Raúl Béjar y Héctor Rosales (coords.), La identidad nacional mexicana como problema político y cultural: nuevas miradas, Morelos, UNAM, 2005, pp. 159-160.
[19] Véase Michael Clancy, Exporting Paradise: Tourism and Development in Mexico, Nueva York, Pergamon Press, 2001; Carlos Macías Richard, Cancún. Los avatares de una marca turística global, México, Bonilla Artigas, 2009; César Villalobos Acosta, Arqueología en circulación: nacionalismo y turismo en monedas, billetes, timbres postales y guías de turistas en el México postrevolucionario, México, UNAM, 2021.
[20] Véase Alfonso de Jesús Jiménez Martínez, op. cit. y Michel Clancy, op. cit.
[21] Secretaría de Turismo, “Anuncia secretario de Turismo desaparición del Consejo de Promoción Turística de México”, comunicado Gob México 002, 7 de diciembre de 2018.
[22] Véase Anna E. Papaniocolaou, Tourism, Culturalism, and Imaginative Geographies. The Case of US Tourism to Mexico, Southampton, University of Southampton, 2001; Mónica Velarde Valdez, María Aida Santillán Núñez, Marcela Rebeca Contreras Loera (coords.), Perspectivas y tendencias del turismo en México. Críticas y realidades, Los Mochis, Universidad de Occidente / Juan Pablos Editor, 2015; Liliana López Levi et al. (coords.), Pueblos mágicos: una visión interdisciplinaria, vol. II, México, UAM-X / FA-UNAM, 2015.
[23] Véase Secretaría de Turismo, “La nueva política turística de México busca que los beneficios de esta industria lleguen a la población local”, comunicado 82/2019, 8 de junio de 2019.
[24] Véase grupo constituido por Conacyt para el análisis de riesgos en los territorios en los que está proyectado el Tren Maya, Territorios mayas en el paso del tren: situación actual y riesgos previsibles, México, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, 2019.
[25] Eugenio Mac Donald Escobedo, Turismo: una recapitulación: historiografía de conceptos pronunciados por gobernantes mexicanos desde 1823, México, s.e., 1981.
[26] En 1970 Mac Donald presentó una recopilación, en forma de catálogo, de fuentes que consideraba podían ser de utilidad para el estudio amplio del tema. Véase Eugenio Mac Donald Escobedo, Una aproximación al conocimiento turístico (bibliografía, su lectura y localización), México, FCPS-UNAM, 1970.
[27] Miguel Torruco Márquez, Historia institucional del turismo en México, 1926-1988. La Secretaría de Turismo y sus titulares, México, Asociación Nacional de Egresados de Turismo, 1988.
[28] Jimena Aura Mateos González, op. cit.
[29] Jimena Aura Mateos González, “El turismo en México: la ruta institucional (1921-2006)”, Patrimonio Cultural y Turismo, cuaderno 14, 2006, pp. 33-44.
[30] Dina Berger, op. cit.
[31] Rafael Guerrero Rodríguez, “La construcción de una identidad cultural y el desarrollo del turismo en México”, Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 13, núm. 5, 2015, pp. 1019-1036.
[32] Eugenio Mercado López, op. cit.
[33] Aida Mostkoff, op. cit.
[34] Andrea Boardman, op. cit.
[35] Andrea Boardman, “The U.S.-Mexican War and the beginnings of American tourism in Mexico”, en Dina Berger y Andrew Grant Wood (eds.), Holiday in Mexico: Critical Reflections on Tourism and Tourist Encounters, Durham, Duke University Press, 2010, pp. 21-52.
[36] Dennis Merrill, Negotiating Paradise: U.S. Tourism and Empire in Twentieth-Century Latin America, Carolina del Norte, University of North Carolina Press, 2009.
[37] Ricardo Pérez Montfort, “Down Mexico Way. Estereotipos y turismo estadounidense en el México de 1920 a 1940”, en Alicia Azuela y Guillermo Palacios (coords.), La mirada. Transculturalidad e imaginarios del México revolucionario, 1910-1945, México, El Colegio de México / UNAM, 2009, pp. 153-179.
[38] Víctor Manuel Gruel Sández, “La inauguración de la Carretera Panamericana. Turismo y estereotipos entre México y Estados Unidos”, Estudios Fronterizos, vol. 18, núm. 36, 2017, pp. 126-150.
[39] Francisco Gómezjara, “Acapulco: el paraíso perdido”, Revista Habitación, núm. 7-8, México, 1982, pp. 103-111; Francisco Gómezjara, “Acapulco, despojo y turismo”, Problemas del Desarrollo. Revista Latinoamericana de Economía, vol. 5, núm. 19, México, 1974, pp. 127-147.
[40] Luis Anaya Merchant, “El Egipto de América. Yucatán y el olvido histórico en el nacimiento del turismo mexicano”, Memorias. Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe, núm. 23, 2014, pp. 52-75.
[41] Alberto Díaz Ramírez, op. cit.
[42] Pablo F. Guadiana Lozano, op. cit.
[43] José Alfredo Gómez Estrada y Josefina Elizabeth Villa. “Continuidad y cambios en las actividades turísticas de Tijuana, 1920-1949”, Región y Sociedad, vol. 30, núm. 72, 2018, pp. 1-32.
[44] José Manuel Martínez Aguilar, op. cit.
[45] Eder García Sánchez, “El turismo en Pátzcuaro (México). Percepciones del visitante extranjero entre 1880‑1920”, Pasos. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, vol. 13, núm. 3, 2015, pp. 477-489.
[46] Jennifer Jolly, op. cit.
[47] Iván Franch-Pardo et al., “Excursionismo y geografía en el México posrevolucionario: el Club de Exploraciones de México”, Investigaciones Geográficas, núm. 97, diciembre de 2018, recuperado de: http://dx.doi.org/10.14350/rig.59680.