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La ferviente terquedad de los liberales

ENVIADO POR EL EDITOR EL Viernes, 13/12/2024 - 12:13:00 PM

Saúl Escobar Toledo*

 

Resumen

El texto es una invitación a conocer Patria, una novela, crónica e historia de México. Devela la erudición de la obra que narra la Guerra de Reforma, la intervención francesa y la caída del imperio. Destaca la extraordinaria forma narrativa elegida de Taibo, como si fuese un corresponsal en el sitio indicado, donde el lector casi puede oler a los personajes descritos; además, la interpelación lector-autor hace de la lectura de ésta obra una necesidad imperiosa.

Palabras clave: patria, historia de México, narrativa histórica, liberales mexicanos.

 

Abstract

The text is an invitation to read Patria, simultaneously a novel, chronicle, and history of Mexico. It reveals the erudition shown to describe the Guerra de Reforma, the French Intervention, and the fall of the Empire, highlighting the extraordinary narrative form used by Taibo, as if he were a correspondent on the field, allowing the reader to almost smell the characters, making it an imperative reading.

Keywords: homeland, Mexican history, historical narrative, Mexican liberals.

 

Paco Ignacio Taibo II tiene la virtud de estar en muchos lugares al mismo tiempo, y no porque sea omnipresente sino porque ahora tenemos la ventaja de la comunicación digital, de las conferencias por internet. Uno puede ver a Paco en muchos lugares al mismo tiempo. Y por eso, qué bueno que está aquí con nosotros en vivo y en directo. No es una imagen digital.

 

Yo estaba preocupado por la presentación de Patria, porque la obra tiene, a mi parecer, dos cosas muy importantes que ponen nervioso a cualquiera. La primera es que es una obra muy erudita, y lo digo en su estricto término, una obra que requirió muchos conocimientos. Como dice Paco, revisó más de novecientas memorias, artículos, escritos, textos, y millares de fotos, mapas, cuadros y grabados y muchas cosas más que no nos cuenta. Contiene una enorme acumulación de datos sobre unos cuantos años de la historia nacional. Y la segunda: que hablamos de tres tomos que juntos son más o menos mil páginas. Hacer un comentario sobre un texto tan voluminoso, escrito por un autor que demuestra, en el mejor sentido de la palabra, esa erudición, como dije, pone nervioso a cualquiera.

 

En ese sentido, no es un libro fácil de leer. Parece fácil pero no lo es, precisamente por su erudición, por todos los hechos, los datos y las fuentes que contiene, una acumulación de acontecimientos tan enorme que, si uno se fija en la letra chiquita de cada capítulo, se complica mucho la vida. Es un mar de cosas lo que Taibo nos está contando, y además discute no sólo la información que aportan las fuentes sino hasta las fuentes y así nos cuenta que un autor dijo una cosa y otro dijo otra, y luego Paco aporta una tercera.

 

Tenemos que leer Patria, pues es una obra muy importante, pero necesitamos ser pacientes para lograrlo. Incluso podríamos leer el libro por partes, no necesariamente todo de corrido desde la primera hasta la última página. Tenemos que disfrutarlo, gozarlo, darnos tiempo. Es un mal consejo leer de corrido esta obra monumental. Creo que el mejor método es revisarlo poco a poco, disfrutándolo, volver atrás si no se recuerda bien algún episodio, creo que ésa es la mejor manera de abordar la obra de Paco.

 

Incluso si uno es profesor de historia y desea recomendar la lectura de una parte de la historia de México, puede acudir al libro de Paco, seleccionar algunos capítulos y leerlos y discutirlos colectivamente. No necesariamente decirles a los alumnos: “Léanse todos los tres tomos y dentro de una semana nos vemos”. Creo que eso no resultaría útil. Más bien, tanto por su función didáctica como por el provecho de cada uno de nosotros, yo recomendaría que nos fuéramos tranquilos y por partes. Ésa es una buena manera de disfrutar el libro.

 

Entonces, ante la imposibilidad de hacer un comentario sobre el conjunto de la obra, les comento aquí solamente lo que más me gustó de los tres tomos de la obra de Paco. Del primer tomo me agradó mucho su intención de “tocar a los hombres de la Reforma”. No sólo los tocamos, sino a veces hasta los olemos, porque Paco nos dice cómo van vestidos, cuál era el color de su cara, si aquél tenía una verruga o si cojeaba de un pie. La descripción es muy efectiva y hace amena la obra. Nos transporta al momento y al lugar de los personajes de manera que creemos estar viéndolos en persona. Y ésta es una habilidad narrativa muy notable. Así, conocemos a muchos personajes como Zaragoza, Ortega, al Nigromante, Santos Degollado, Arriaga, Altamirano, Riva Palacio, Melchor Ocampo, Lerdo de Tejada, Leandro Valle y, por supuesto, Juárez. Y también a los del otro bando, a Santa Anna, a Leonardo Márquez, a Miramón, aunque no los trata a todos con la misma pluma ni la misma gracia. Aquí, el autor parece mezclar la novela, la crónica y la historia.

 

Tengo la impresión de que a lo largo de los tres tomos el relato va siendo cada vez más intenso. El primero es probablemente más descriptivo, mientras que los otros dos reflejan una mayor reflexión sobre la realidad que se está describiendo. El primer tomo abre la historia de esa revuelta aparentemente interminable que fue la Guerra de Reforma, desde su origen sureño, en Ayutla, hasta la Intervención francesa. Se llama precisamente De la revolución de Ayutla a la Guerra de Reforma; el segundo es La Intervención francesa; el tercero, La caída del imperio. Y el subtítulo general de las tres partes es La gloria y el ensueño que forjó una patria. Vistos en conjunto, parecería que el mayor peso lo tiene la Intervención francesa y un poco menos los cambios políticos internos de esa parte de la historia mexicana. Ya desde el final del primer tomo, Paco nos introduce al problema de la deuda que las potencias europeas querían cobrarle a México y nos cuenta cómo se resolvió este asunto con España e Inglaterra, mientras Francia optó por la invasión. El volumen termina con el primer combate entre franceses y mexicanos.

 

El segundo tomo contiene mucho de historia militar, pero contada casi desde el terreno, como si el historiador fuese un corresponsal de guerra. Recrea la incertidumbre de cada momento, los problemas que surgen, las diversas opciones, la confusión, la indecisión, y uno queda embargado, pendiendo de un hilo y con ganas de decirle al autor: “¡Ya dime cómo va a terminar este episodio!” La manera de narrar la Batalla del 5 de mayo, que le toma varios capítulos del segundo tomo, es una descripción minuciosa: cómo llegaban, cómo peleaban, cómo se desarrolló la acción minuto a minuto. Paco logra tejer una narración capaz de evocar lo incierto y lo terrible de la guerra, su crueldad, pero también sus heroísmos. Ahí vemos a González Ortega con sus dudas y errores, y la forma en que trata de resolver los problemas para resistir el asedio. Y a la vez, vemos lo que piensan y hacen los generales franceses en los bombardeos, la lucha cuerpo a cuerpo, la devastación, el hambre, en esos cuarenta y cinco días de asedio. Y nos duele, pero comprendemos la decisión de retirarse, la rendición. Por sí misma, esa historia del sitio de Puebla en mayo de 1863 realmente merece leerse con mucha calma, sentarse, acabarla, reflexionarla y dejar el libro un rato para después retomarlo.

 

El tercer tomo reconstruye la situación difícil que vivió México después de la derrota de Puebla, de cómo el país parecía haberse perdido definitivamente a manos de los franceses. Y en una visión innovadora, Paco narra el papel de Estados Unidos en esos momentos, un capítulo de la historia mexicana que no es muy conocido. Paco se mete muy a fondo a estudiar la historia gringa hasta que termina la Guerra civil, en abril de 1865, y nos explica cómo este suceso prepara el escenario para la retirada francesa y el fin del imperio de Maximiliano. No hay una conexión automática, por supuesto, pero Paco discute con mucho detalle cómo el fin de la guerra en Estados Unidos influye en la situación mexicana. Analiza, discutiendo con muchos historiadores eventos muy polémicos que tienen que ver con la venta de armas y la posibilidad de una intervención armada, por ejemplo, o la diplomacia que se tuvo que desplegar en esos asuntos y el papel del gobierno de Juárez en todo ello.

 

Y luego, también en el tercer tomo, explora cómo a finales de 1864 y principios de 1865 parecía que la intervención francesa se había consolidado definitivamente, que México iba a ser gobernado por Maximiliano durante mucho tiempo. La victoria parecía definitiva, pero, como sucede muchas veces en la historia, precisamente cuando los vencedores creen que ya aplastaron a sus enemigos y que ya está todo arreglado, justo en ese momento es cuando empieza su caída. Y eso les ocurrió a los conservadores, a los franceses y a Maximiliano. Ya lo hemos vivido en otros momentos, por ejemplo, en 1994, cuando Salinas afirmaba que México ya era parte del primer mundo y que el neoliberalismo había triunfado para quién sabe cuántos siglos, y le estalla la rebelión zapatista en Chiapas, dándole un mentís fuerte, un golpe muy duro a esa creencia salinista de los tecnócratas y los nuevos ricos, de que México era un país ya completamente neoliberal.

 

El año de 1865 es el año en que empieza a desmoronarse el imperio. Claro, la situación no es fácil, hay muchas batallas y se va ganando muy poco a poco. Pero a fin de cuentas, la situación internacional, tanto por el fin de la guerra en Estados Unidos como por la situación en Europa, con las dudas y problemas de Napoleón III, fue generando las condiciones necesarias para el fin del imperio. Pero también en México se tiene que luchar, los mexicanos tienen que luchar muy fuerte, pues esas condiciones externas no se traducen automáticamente en la caída de Maximiliano. 1865 es el año, yo creo, del general Escobedo, cuando se convierte en un referente central, uno de los principales generales que logran rearticular la resistencia contra los franceses.

 

Y Paco se pregunta en esa parte de su tercer tomo cuándo esa superioridad militar francesa y conservadora empezó a quebrarse y a cambiar en favor de la República. Esa parece ser la pregunta favorita de los historiadores, y, por lo tanto, su respuesta definirá los acontecimientos del siguiente año. Paco dice: “No hay una respuesta clara porque no existe el momento mágico para que tal cosa suceda”. Y en realidad lo que nos quiere decir es, efectivamente, que no hay un solo acontecimiento, no podemos precisar el minuto en que la correlación de fuerzas cambió para que lo que parecía un triunfo perdurable se convirtiera en una derrota definitiva. “Lo que sorprende —dice Paco— es la velocidad con que se producen los hechos”. Ya en julio de ese año Carlota parte a Europa porque sabe que la situación es desesperada, y en esos mismos meses, en Francia y en los círculos de decisión del imperio de Napoleón III ya se habla de la invasión como “la engorrosa cuestión mexicana”.

 

Al poco tiempo se cita a una cumbre en México para discutir si Maximiliano debe o no abdicar al trono. El general Bazaine, el famoso jefe de las tropas francesas, lee en esa cumbre un discurso en francés, a pesar de que hablaba perfectamente el español y de que algunos de los asistentes no lo entendieron y tuvo que ser traducido. Pero lo importante es lo que les dijo a los monárquicos mexicanos, sus aliados: que la República había entrado en la mente y las costumbres de la mayor parte de los habitantes del país; que había tenido bajo sus órdenes cuarenta mil soldados franceses y veinte mil mexicanos, había tenido a su disposición todos los recursos necesarios y, aun así, no había podido obtener la paz. Por lo tanto, opinaba que el emperador debía abdicar. ¿Qué se ganaría derrochando más esfuerzos militares y grandes gastos para volver a conquistar el territorio? Y el mismo Bazaine se contestó: “Nada”. Y aquí, Paco nos está diciendo algo muy importante: “El imperio ya no cuenta con fuerza material ni moral”. Efectivamente, éste no sólo había perdido mucho dinero y tenía sus finanzas prácticamente en bancarrota, sino sobre todo ya no tenía la fuerza moral para sostenerse en este país.

 

Y ése es el verdadero objetivo de Paco, contarnos cómo el imperio perdió esa autoridad moral. Quizá nunca la tuvo, quizá nunca realmente fue un imperio moralmente aceptable para los mexicanos. Pero entender este fenómeno que parece muy difícil de explicar históricamente, el que un imperio sea derrotado porque no tiene fuerza moral, requiere que Paco escriba más de mil páginas. Casi en la parte final del libro, como si dialogara con uno de los personajes históricos, el autor le reclama: “La terquedad, esa ferviente terquedad que te ha acompañado a ti y a la República durante los últimos trece años, la insobornable terquedad”. Y esa terquedad es precisamente moral, la terquedad de un pueblo que nunca se rindió y de un conjunto de generales de la República, de los liberales, de Juárez y muchos otros hombres y mujeres que se mantuvieron juntos y que aun en los peores momentos se negaron a rendirse ante los franceses.

 

* Dirección de Estudios Históricos, INAH.