Nuevas miradas al 68
ENVIADO POR EL EDITOR EL Lunes, 16/12/2024 - 18:57:00 PMAlberto del Castillo Troncoso (coord.), Reflexión y crítica en torno al movimiento estudiantil de 1968. Nuevos enfoques y líneas de investigación, México, Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, 2012.
Sergio Rivas*
El año de 1968 está marcado por el salto de los jóvenes estudiantes a la escena política en varios países del mundo. Con distinta intensidad, tomaron las calles para manifestarse en contra del sistema político, los regímenes autoritarios y el orden establecido; los objetivos, los logros y el alcance de cada uno de los movimientos dependieron de coyunturas muy específicas en cada caso.
En México, la inconformidad de los estudiantes giró en torno al autoritarismo y la represión ejercida por el régimen priista, fue un movimiento en el que convergieron diversas instituciones educativas y tuvo al centro del país como su teatro de operaciones. La relevancia del movimiento estudiantil de 1968 se expresa en que es considerado como un momento clave de la historia reciente del país que influyó en la apertura política del régimen durante las últimas décadas del siglo XX; además del peso de la memoria colectiva que se ha construido en torno a los sucesos de ese año, sobre todo en torno a la magnitud de la represión ejercida el 2 de octubre.
La literatura sobre el movimiento estudiantil de 1968 en México es abundante y diversa: los testimonios y crónicas escritos por los líderes y participantes en el movimiento se suman a la producción historiográfica que en su mayoría ha puesto el acento en las implicaciones políticas del movimiento y, más recientemente, a estudios que buscan mirar los sucesos de ese año desde una perspectiva diferente.
Tal es el caso del libro coordinado por Alberto del Castillo Troncoso, Reflexión y crítica en torno al movimiento estudiantil de 1968. Nuevos enfoques y líneas de investigación, publicado por el Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora en 2012, que reúne ocho ensayos fruto de un coloquio celebrado en 2010. A través de los trabajos que lo componen se presentan varias facetas poco estudiadas de la lucha estudiantil: la disputa por la historia del movimiento, la construcción y los usos de la memoria colectiva, la participación de las mujeres, la ideología presente en el discurso cinematográfico y otras más, que presentan una mirada renovada sobre el 68 mexicano.
En el primer artículo, “El movimiento estudiantil de 1968 en México: historia, memoria y recepciones”, Eugenia Allier Montaño analiza las memorias públicas en torno al movimiento y la recepción que han tenido. Señala la memoria de denuncia y la de elogio como las de mayor presencia en la esfera pública, ambas ligadas al contexto en el que surgen: la primera, inmediatamente después de los sucesos de 1968 con el objetivo de exigir la liberación de los presos políticos y esclarecer los hechos de ese año; la segunda, en la década de 1980 a consecuencia de los cambios democráticos y las transformaciones en la izquierda política del país que comienzan a ver al movimiento estudiantil como un parteaguas en la democracia mexicana. La autora recurre a algunos estudios de opinión de años recientes para demostrar que la memoria de denuncia es la que más ha perdurado entre la sociedad mexicana, aunque ello no descarta que ambas memorias convivan sin conflictos en la escena pública.
El segundo trabajo se titula “Juventud rebelde en el contexto de 1968 a través de la visión de las revistas Sucesos para todos e Impacto”, y su autora es Adriana Sally Rojas Martínez, quien propone considerar al movimiento no sólo como parte de una lucha contra el autoritarismo, sino también como un conflicto entre dos generaciones. A través del análisis de dos revistas, Impacto y Sucesos para todos, indaga en dos opiniones diferentes y antagónicas que se generaron en aquel año sobre la juventud y el movimiento estudiantil. Revisa, además, otros tópicos que tienen que ver con las nuevas formas de relacionarse de la juventud: la sexualidad, el uso de minifaldas, la moda hippie y el cuestionamiento a los roles de género tradicionales.
Dentro de esta misma lógica también se inscribe el texto “El movimiento estudiantil de 1968 en México a través de El grito y Rojo Amanecer: una aproximación desde la ideología”, en el que Carolina Mónica Tolosa Jablonska lleva a cabo el análisis de la estructura narrativa de estos discursos audiovisuales para comprender la ideología que los guía, la manera en que están organizados y el sentido que le otorgan al movimiento. Por su contexto y estructura, el documental El grito presenta al movimiento como homogéneo, con predominio de una conciencia de clase proletaria; mientras que, veinte años después, Rojo amanecer muestra a una juventud de clase media que cuestiona los valores tradicionales. Para la autora, ambas películas presentan un movimiento sin matices y con una identidad sólida, bien cohesionado y estructurado.
Un artículo que aborda las sospechas de la supuesta influencia extranjera y del comunismo en la lucha estudiantil es el de Virginia Marisol Escobedo Aguirre, “El movimiento estudiantil de 1968 en México. La disputa entre los estudiantes y el gobierno por las representaciones de la Revolución cubana”. En el contexto de la década de 1960, analiza la forma en que la Revolución cubana influyó en la ideología de la izquierda mexicana, además de la carga emotiva que significó para los jóvenes del 68, quienes tomaron de ella varios símbolos como la lucha contra la injusticia. Así, mientras para el gobierno de Díaz Ordaz la presencia discursiva e icónica de elementos de la Revolución cubana era la prueba fehaciente de la conjura comunista, para los estudiantes eran representaciones de su lucha contra el autoritarismo. Esta disputa no se quedó en el nivel simbólico, sino que se expresó en las relaciones de poder entre ambos grupos y en el espacio público.
El texto de Abraham Trejo Terreros, “La mirada de Washington en el movimiento estudiantil de 1968”, reconstruye el apoyo de Estados Unidos al régimen mexicano durante la movilización estudiantil. Basado en archivos desclasificados, el autor analiza las interpretaciones de Washington sobre los sucesos de 1968 en México y su respaldo al gobierno mexicano para indagar si propició o frenó la apertura del régimen. Aunque Estados Unidos cuestionó la versión de Díaz Ordaz sobre la influencia del comunismo internacional y encontró las causas de las protestas estudiantiles en la política interna del país, el año de 1968 sí marcó un cambio en las relaciones México-Estados Unidos pues este último dudaba de la capacidad del régimen priista para mantener la estabilidad.
Otro trabajo que analiza la memoria colectiva construida en torno al movimiento de 1968 es “Memoria militante: crítica de la narrativa sesentayochera”, de Daniel Luna. Revisa la construcción de la versión oficial de lo ocurrido en aquel año y el surgimiento de una memoria militante en años posteriores a través de los textos de los participantes y las sucesivas conmemoraciones del 2 de octubre. Reconstruye la pugna entre el régimen y los militantes por la historia del movimiento estudiantil, la creación de un consenso en torno a lo sucedido ese año y la manera en que la memoria se actualiza con cada conmemoración debido a nuevas demandas de justicia y en contra de los abusos del poder.
Un tema poco trabajado en la historiografía es el que aborda Gloria Arminda Tirado Villegas en “De añoranzas, testimonios y empoderamiento”. Utilizando entrevistas y testimonios de mujeres participantes en el movimiento estudiantil, analiza los cambios vividos por ellas. El movimiento propició la apertura de espacios para las mujeres y posibilitó que cuestionaran su papel tradicional dentro de la sociedad, se reconocieran como actores sociales y buscaran su empoderamiento. Las ideas feministas estuvieron presentes en el ambiente intelectual en el que muchas de ellas se desenvolvieron.
El libro cierra con el artículo titulado “¡Únete pueblo! México, 1968”, de Alma Silvia Díaz Escoto, un trabajo que, a través de los impresos elaborados por los estudiantes participantes, muestra la manera en que éstos buscaron informar a la sociedad sobre los motivos y objetivos del movimiento para así contrarrestar las versiones que difundían los medios de comunicación; además de invitar al pueblo a luchar codo a codo para alcanzar el respeto a la Constitución y una democracia justa.
En suma, este libro ofrece una mirada novedosa sobre lo acontecido en 1968, poniendo en el centro del análisis la ideología presente en los discursos sobre el movimiento, la construcción y los usos de la memoria, la presencia femenina, entre otros. Resulta un gran aporte a la historiografía sobre el movimiento estudiantil de 1968 que abre un abanico de posibilidades e invita a explorar, desde nuevos ángulos y metodologías, los sucesos de aquel año y el impacto que tuvieron en la vida de la sociedad mexicana.
* Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH.