El sucedido: el diálogo contra el olvido

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 09/01/2025 - 18:08:00 PM

N. Joel Torres Sánchez, Achamasî Kujtati. El señor músico, Morelia, Gobierno del Estado de Michoacán / Secretaría de Cultura (Narrativa P'urhepecha, 4), 2015.


Mario Camarena Ocampo*

 

Con este libro estamos ante un estudio riguroso y creativo del mundo purépecha. No sólo se adentra en los entretejidos de la escritura del español y el purépecha, sino que de esta forma de escribir emerge una forma de entender el mundo de las costumbres que vive el autor.

 

El texto de Joel Torres es una respuesta al olvido, en tanto es un ejercicio de memoria desde el punto de vista de los músicos. La memoria puede salvar a los músicos purépechas de una negación, olvido o silenciamiento de sus orígenes. Se trata de recordar al mundo entero que existe la música indígena, la cual es la base de muchas tradiciones. Lo que en cierta parte del mundo occidental se desprecia por ser una creación de “indios”. El olvido equivale a perder los elementos de identidad comunitaria al no ser recordados en la vida diaria al son de la música.

 

En El señor músico Joel Torres nos dice: “Sin música no hay vida, la música es lo que mueve a las personas, a los pueblos y los vincula al universo”; esta afirmación nos lleva a comprender que no se puede entender el mundo indígena si no entendemos el lenguaje de la música y su impacto en la vida de la comunidad: sin música, prácticamente no hay comunidad; en otras palabras, sin los músicos que dan vida a las bandas del pueblo, no habría mundo indígena. Joel nos dice en forma sencilla y elocuente: la música es el alma de los pueblos que rigen los días vistos y vividos.

 

El señor músico no es un libro cualquiera, es un texto escrito en purépecha y con un español purepechizado; parafraseando a Rappaport, lo que hace este escritor es usar el español con giros del lenguaje purépecha. “Esta hibridez teórica es clave para el paso hacia una eficaz descolonización”[1] del pensamiento occidental que, desde la academia, se introduce en el mundo indígena. El texto, cuando se hace público, parece cobrar vida propia, puede llegar a personas y partes del mundo que uno no se atreve a imaginar y, por otra parte, cada lector se apropia de diferente manera del libro como objeto y como texto.

 

El señor músico narra “el sucedido” (un fenómeno a través del tiempo contado a otro) según la memoria de tata Silvano, su hijo Salvador y otros personajes reales y otros no tanto. El padre es músico lírico formado en la banda del pueblo, mientras el hijo, músico también, tiene una formación con “estudios reales” en el Conservatorio de Música, y aunque viene de una gran tradición de músicos de pueblo, busca el reconocimiento a su talento fuera de la comunidad, alejándose, de sus raíces, de la rica tradición musical de su pueblo, pero regresando al final de sus días para redimir su ofensa a la tradición.

 

Gabriel García Márquez señaló: “La vida no es lo que se vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”. A partir de esta fascinante afirmación se nos abren las puertas para comprender “el sucedido”; en este caso, la historia de dos músicos, padre e hijo, y para asomarnos a ese mundo maravilloso de la música en la región purépecha.

 

Torres Sánchez dice: “Igual que la vida misma, la música y sus intérpretes tienen todo”, es decir, la música condensa el significado de la cultura purépecha y está presente en los grandes momentos de la vida de la comunidad, se ha convertido en una cadena de transmisión entre los viejos y los jóvenes. En el texto es absoluta la interdependencia de la vida del pueblo y la de los músicos, pues éstos sufren, originan o remedian los grandes acontecimientos que vive esa sociedad, desde su nacimiento hasta su muerte.

 

Joel afirma: “Los músicos cumplen el adagio aquel de ser chile de todos los moles, adornando y alegrando las celebraciones, incluso entristeciendo el momento.” Así, también son los contactos con otros pueblos y la ciudad: son los embajadores de sus costumbres, unos defendiéndolas y otros negándolas.

 

Nosotros los maestros, sobre todo quienes estamos en el área de ciencias sociales y humanidades, hacemos nuestros estudios con rigor en el método, en los conceptos y en las explicaciones; pero es innegable que nos ocupamos de temas que son significativos para nuestra vida; así, Joel Torres, escritor, maestro y pedagogo, trata de entenderse a sí mismo como amante de la música purépecha, reivindicando la figura del músico de pueblo en su libro.

 

Joel Torres es uno de los herederos de las experiencias, alegrías, frustraciones y dolores de los músicos de la zona purépecha, quien está preocupado por difundir la memoria de esta rica tradición por temor a que sea olvidada, pues se corre el riesgo de imponer la escritura y los estudios académicos como la única forma de transmitir el saber musical; es decir, la enseñanza de los maestros músicos de bandas de pueblo sería marginal, y para Joel Torres el Tata maestro que enseña a aprendices y que transmite su saber a las generaciones presentes y futuras es tan valioso como ser profesor de conservatorio. Aquí parafraseo a José Mariano Leyva en su libro La casa inundada: “Somos nuestros recuerdos, somos nuestros sentidos, porque de manera inevitable, somos nuestras costumbres”.[2] Así, este texto representa una lucha contra el olvido.

 

El texto busca dar a conocer los factores que influyeron en la formación de un músico en la comunidad. Joel, más allá de dar a conocer los éxitos de Silvano, nos habla de su origen, de algunos aspectos familiares, del tipo de trabajos que tuvo, de las expectativas en los diferentes momentos de su vida, de las relaciones con su familia, con sus maestros y de la música que compuso, sin dejar de hablar de los grandes temores que se le presentaban.

 

Es claro en el libro que el músico, desde pequeño, puede imitar y crear sus propias obras sin pasar por la notación musical; esta manera de oír es lo que caracteriza a la cultura purépecha; Joel comenta: “No hay camino más corto en el aprendizaje de cómo tocar un instrumento musical. El único es el de la habilidad y la tenacidad en un trabajo duro”. Joel afirma que ser músico es un estilo de vida, donde el instrumento es una extensión del cuerpo y está presente en la vida misma.

 

Los personajes del texto son reales, y vistos desde los ojos de Joel, quien los envuelve dentro de los valores de la cultura purépecha, permiten conocer su interés fundamental por entender la vida de la comunidad desde el punto de vista de los músicos, lo cual abarca las fiestas religiosas, civiles, familiares, funerales, así como las relaciones de un pueblo con otro donde se requiere de la música.

 

El señor músico nos ayuda a entender una parte importante de la cultura purépecha que es la música. Hoy en día, la gran tradición musical está fuertemente amenazada ante el avance de la cultura occidental, que valora mucho la enseñanza académica, la escritura musical y ciertos estilos musicales, haciendo menos la enseñanza de los aprendices, el hecho de tocar “de oído” y la música tradicional purépecha. Como continuo de este conflicto están las contradicciones generacionales.

 

Yo diría que el libro de Joel Torres no es sólo acerca de los músicos, sino que representa una manera de luchar contra el olvido. El olvido en cuestión es el resultado de un desencuentro entre generaciones, donde los más grandes no han logrado trasmitir y conservar los valores propios del mundo purépecha; por ejemplo, la música de banda como algo valioso en la vida comunitaria; pues las nuevas generaciones ven la vieja y rica tradición musical purépecha como signo de atraso, lo cual hace que se avergüencen de sus costumbres.

 

Creo que una vía de solución a este conflicto generacional es el diálogo entre tradición y modernidad, entre viejos y jóvenes, entre lo propio y lo externo; lo cual impulsa nuevas expresiones artísticas. El joven puede descubrir lo valioso de la tradición musical y el viejo apreciar las nuevas creaciones del joven, con lo cual todos salen ganando.

 

* Dirección de Estudios Históricos-INAH.
[1] Joanne Rappaport. La política de la memoria: interpretaciones indígenas de la historia en los Andes colombianos, Popayán, Universidad del Cauca, 2000, p. 111.
[2] José Mariano Leyva, La casa inundada, México, Random House, 2016.