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Los caminos de Ulises y de Abraham

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 23/01/2025 - 14:25:00 PM

Carlos San Juan Victoria*

 

Resumen

La breve historia de la izquierda que nos presenta Carlos Illades es una síntesis de una gran cantidad de trabajos realizados y publicados por el autor y una llamada fuerte a la reflexión sobre una de sus vertientes, la que se reclamó socialista a lo largo del siglo XIX y XX. Con rigor de historiador el autor aporta dos grandes asuntos a tratar: Que la izquierda en nuestro país tiene raíz propia y fecunda, con tres tintes que la hacen de origen plural: el del socialismo, el del catolicismo social y el del liberalismo con inclinaciones a resolver la desigualdad. En sus diferencias doctrinales todas comparten el interés central por la "cuestión social".

Palabras clave: izquierda, socialismo, catolicismo social, liberalismo, cuestión social

 

Abstract

The brief history of the left presented by Carlos Illades is a synthesis of a large number of works published by the author and a strong call to reflection on one of its sources that defined itself as Socialist throughout the 19th and 20th century. With the rigor historian the author calls on two big issues: that the left in our country has its own and fruitful roots, with three aspects that make it plural: socialism, social Catholicism and liberalism inclined to address inequality. In their doctrinal differences all share an interest in the "social question".

Keywords: left, socialism, social catholicism, liberalism, social questions

 

La breve historia de la izquierda que nos presenta Carlos Illades[1] es una síntesis de una gran cantidad de trabajos realizados y publicados por el autor y una fuerte llamada a la reflexión sobre una de sus vertientes, la que se reclamó socialista a lo largo de los siglos XIX y XX. Con rigor de historiador el autor aporta dos grandes asuntos a tratar: 1) La izquierda en nuestro país tiene raíz propia y fecunda, con tres tintes que la hacen de origen plural: el del socialismo, el del catolicismo social y el del liberalismo con inclinaciones a resolver la desigualdad. En sus diferencias doctrinales todas comparten el interés central por la "cuestión social". 2) El segundo gran tema es de carácter reflexivo: estas tres grandes corrientes se mantuvieron en el largo trayecto republicano nacional, sólo que desde finales del siglo XX ―coincidiendo con esa reorganización del poder a escala global que conocemos como neoliberalismo― una de ellas, el socialismo, se eclipsó en México y se atenuó mucho en todo el mundo.

 

Su diagnóstico es fuerte: ante el colapso que evidencia la caída del muro de Berlín y la posterior desintegración del bloque de países socialistas y de la misma URSS, la izquierda mexicana rompe con el socialismo y se evade hacia el nacionalismo revolucionario y el neozapatismo. "El socialismo mexicano simplemente cambió de horizonte: enterró la Revolución de octubre y exhumó la Revolución mexicana". Con ello se colapsa a escala nacional el socialismo y se fortalecen otra dos grandes corrientes de ideas, el nacionalismo revolucionario y el catolicismo. ¿Cuál es el argumento?

 

Las tres grandes corrientes

En una aportación singular, Illades ubica a la izquierda que se reconoce en los afluentes emancipadores de la Ilustración y el romanticismo europeo a la par de otras dos grandes corrientes ideológicas que abordan la cuestión social en el país y se proponen diversas formas para resolverlo: el liberalismo y el catolicismo social. Esos tres grandes afluentes fueron creando un legado de ideas y prácticas desde mediados del siglo XIX a nuestros días, con sus estelas de creación de organizaciones, programas, participación en luchas sociales y en la formación de sus expectativas sociales.

 

La socialista es de origen también plural, ahí concurren tanto los socialistas utópicos como los fourieristas, el anarquismo en sus diversas vertientes, el comunismo mexicano con sus vaivenes de confrontación clasista, de integración a grandes frentes nacionales, de colaborar en la construcción de grandes organizaciones pero también de momentos de una marginalidad extrema. El otro gran cauce es el catolicismo orientado hacia la cuestión social (Lammenais, la Rerum Novarum, el sindicalismo católico, la teología de la liberación y las comunidades de base). Y finamente una gran rama del poderoso árbol de liberalismo mexicano, ideología orgánica de clases políticas y repúblicas, de leyes e instituciones, el llamado en su época decimonónica, "liberalismo social" y que se transforma en el siglo XX y al calor de la Revolución mexicana en el nacionalismo revolucionario.

 

Con estas dos grandes inclusiones Illades coloca a las izquierdas como parte legítima de una historia muy rica que se fue tejiendo en el país, orientada a develar y resolver la desigualdad y la sujeción de hombres y mujeres por otros hombres. Un breve comentario al respecto: cabe advertir que el catolicismo tiene la más larga historia, iniciada con las órdenes mendicantes y con personajes tan enormes como De las Casas o Quiroga. Y que esa ideología inició desde temprano los procesos de pugna e hibridación con las culturas mesoamericanas. Al arribar al siglo XIX es con mucho el referente central de las culturas populares del país. El liberalismo, presente desde la primera mitad del siglo, sería protagonista de coyunturas decisivas del país (guerras civiles, guerras de intervención, reformas liberales) y en el sistema educativo ya de la República consolidada, que propicia muy diversos encuentros y fusiones con las culturas sociales. Podría decirse que el socialismo de la segunda mitad del siglo rastreado por Carlos Illades, llega a un "territorio ocupado" de manera mayoritaria por esas dos corrientes. Sus inicios, por ello, son sustantivos pero marginales, con rasgos de experimentos localizados, salvo cuando prenden en rebeliones sociales extensas, como las de Chalco y la Sierra Gorda.

 

Al parecer de este comentarista, la historia de la izquierda secular repite el itinerario accidentado de las otras dos grandes corrientes provenientes de Europa, en sus esfuerzos por enraizarse en sociedades no europeas. Todas ellas son momentos de la gran expansión europea sobre las tres cuartas partes del mundo. Hay una tensión constante entre sus ideas programáticas originarias, venidas de los grandes cánones laicos y religiosos europeos, y el encuentro y la fusión con el "otro" que porta una cultura, lenguajes y expectativas muy diversas, asunto que también aparece en el libro de Illades. La identidad ortodoxa del afluente originario se convierte en procesos identitarios siempre en flujo, movibles, mutantes y heterodoxos. La homogeneidad ideológica de la izquierda se traduce en la heterogeneidad acentuada cuando logra sus enraizamientos sociales, siempre inciertos, conflictivos y diversos. No puede por ello sino ser plural.

 

El ADN del origen

"A mediados del siglo XIX el socialismo comenzó como un largo recorrido de ciento cincuenta años por el país. Guadalajara, la ciudad de México, Chalco, la Sierra Gorda y Topolobampo fueron las escalas iniciales de ese trayecto en que las ideas de Fourier y Proudhon, así como el comunalismo y el cooperativismo owenita, llegaron a la geografía mexicana" (p. 39)

 

Así inició, nos dice Carlos Illades, el socialismo en México y su accidentada ―y en ocasiones sorpresiva― conversión en los socialismos mexicanos. Distingue desde el origen del socialismo en México varios rasgos que le darán no pocos problemas pero también una riqueza inusitada a esta inserción /apropiación en la compleja realidad del mosaico espacial y cultural de nuestro país. Por un lado su llegada desde los centros europeos difusores (España en caso de Sotero Prieto, fundador de la Compañía de Artesanos de Guadalajara en 1850; Berlín y París con Plotino Rhodakanaty, médico griego fundador de La Social) a las playas atlánticas mexicanas y su inserción temprana en el centro occidente, y en el centro del país con sus poblaciones artesanas, campesinas e indígenas. Luego su penetración en sociedades complejas donde las prédicas humanistas y de creación de pequeñas utopías de vida justa aterriza en lugares de muy fuerte explotación y de control gubernamental. Patrones y gobiernos les persiguen a la vez que el malestar social emerge con fuerza. Se agita el avispero y aparece el conflicto: en la fábrica de rebozos de seda Tarel y Compañía, en Guadalajara, dos mil almas piden la muerte de los patrones y el incendio del establecimiento, a ojo del periodista que reporta el evento, mientras el humanismo de Rhodakanaty se enlaza con acumulaciones de agravios en Chalco y la Sierra Gorda en Querétaro, donde se fermentaba la rebelión que no tardará en estallar. El primer socialismo, utópico y humanista, vacío aún de la centralidad del conflicto que anuncia la "lucha de clases" del siglo XX (la "acción directa" contra patrones y gobiernos del anarquismo militante, la lucha "clase contra clase" y de la "toma del poder" del bolchevismo, entre otras) se ve inmerso en el conflicto y sus formas culturales que recorre a esta sociedad.

 

Los cinco momentos / épocas en el devenir de la izquierda

Como se advierte en el ejemplo anterior, su visión panorámica y de largo alcance tiene, sin embargo, la precisión del miniaturista y de la microhistoria para reconstruir momentos, personajes, conflictos, épocas. Así precisa cinco momentos que esbozan épocas en sus 150 años de existencia, donde surgen y se transforman actores, ideas y praxis singulares, a tono con el entorno del país y del mundo.

 

En el origen está el primer socialismo ya en el pleno dominio liberal del poder nacional, en su esfuerzo de organización de los desposeídos y de creación de pequeñas utopías de vida distinta. A escala mundial late intenso aún el espíritu romántico que impregnó al socialismo temprano y al liberalismo en sus vertientes literarias y militantes como las de Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto y Altamirano. En segundo lugar se despliegan las diversas rutas del anarquismo a fines del siglo XIX y principios del XX. "En el siglo XX, sin embargo, tanto el anarquismo como el comunismo fijaron la atención en el mundo fabril, aunque el espacio rural continuó siendo el territorio fundamental del conflicto social a juzgar por la Revolución mexicana, que tuvo poco o nada de proletaria". Y con ellas aparece un dilema crónico en el quehacer de estas izquierdas: por un lado, la percepción de que no hay otro camino que la rebelión y la regeneración ante un orden corrupto, la huella poderosa del magonismo; y por otro la intuición pragmática de avanzar organizativamente y en reconocimiento político aliándose a grupos de poder, la muy fuerte herencia de la Casa del Obrero Mundial que alimentará a las corrientes dominantes del movimiento obrero a lo largo del siglo XX.

 

La tercera oleada socialista, a juicio de Illades, estuvo protagonizada por el surgimiento y el despliegue del comunismo mexicano, que coincide con el arribo de un orden político diferente al liberalismo de los notables del siglo XIX y pionero en la irrupción de las masas que conmoverá al mundo. Años intensos donde la "cuestión social", recuerda este comentarista, deja su marginalidad decimonónica para pasar al centro de la política y el poder, sin que por ello dejen de hacerse los grandes negocios y las represiones selectivas por parte de los gobiernos de entonces. En ese ambiente de abierta competencia con el naciente nacionalismo revolucionario, tanto el comunismo como los católicos sociales emergen desde sus experimentos sociales al espacio de la política institucional. Años de grandes experiencias constructoras de organizaciones y movimientos por los militantes comunistas en las regiones mexicanas, pero también de fuerte ortodoxia y sectarismo o de amplias alianzas al tono de los frentes antifascistas de la época.

 

El cuarto momento de auge de las izquierdas se registra en los años sesenta y setenta, con los movimientos estudiantiles y sociales en auge. Un momento de riqueza intensa, donde nace la "nueva izquierda" y sus derivaciones hacia la política institucional y hacia la política orientada a la efervescencia social de la época, con imaginarios de revolución a la vuelta de la esquina o de democracia en relaciones sociales y políticas al alcance de la mano. Vías civiles que contrastan con el regreso de la rebelión armada que Illades reconstruye, el difícil camino de la opción armada, los "años de plomo". Como conclusión de la quinta irrupción de las izquierdas presenta una sugestiva y polémica visión de un tiempo circular en el que todo parece regresar encubierto por el prefijo "neo": el neoliberalismo coincide con una suerte de retornos, donde las ideas y las prácticas en torno a la cuestión social, el liberalismo social, el catolicismo social y la izquierda secular, creadas en estos 150 años vuelven a circular con toda su riqueza, pero también deben confrontar el desafío sustantivo de una reorganización mundial de los poderes del mercado. Lo grave a juicio de Illades es que el "meteoro neoliberal" fractura al socialismo, no así a la versión del siglo XX del liberalismo social, el nacionalismo revolucionario, ni tampoco al catolicismo comprometido con los pobres. La escisión cardenista en un caso, y el EZLN en el otro, fortalecieron su raigambre social y su expectativa a futuro. No ocurrió lo mismo con los socialismos seculares: "Una fuga masiva hacia las otras vertientes de la izquierda, o traspasando sus límites, evitó al socialismo mexicano la discusión indispensable sobre cómo hacerse cargo de la nueva situación sin renunciar a su tradición política. El hecho llama la atención, pues ésta era quien había mostrado mayor vigor intelectual hasta el momento".

 

El camino de Ulises y el de Abraham

En los años del movimiento estudiantil de 1968 los jóvenes de entonces alzaron los retratos del Che Guevara entre otros y se les acusó desde el poder de estar infiltrados por ideologías exóticas y extranjeras. La respuesta del movimiento fue izar el retrato del héroe popular ya oficializado en ese entonces, pero sin mácula alguna de traición a su causa originaria, el jefe Zapata. Algo se intuía de un largo linaje nacional de la izquierda, y ese "regreso a la historia" no empañó su carga de futuro, la lucha por la democracia en un régimen benefactor y autoritario a la vez.

 

Las izquierdas mexicanas desde su origen hasta el presente parecen oscilar ante grandes tensiones de carácter histórico: la transmisión misionera de una buena nueva y el enraizamiento heterodoxo según el suelo cultural; la praxis crítica y de confrontación insurreccional con las vertientes diversas de lucha civil y legal, los hábitos de autonomía plena y los extremos abiertos de colaboración con los poderes en turno; el peso histórico de habitar en un espacio nacional y regional hegemonizado por el liberalismo y el catolicismo y sus fusiones con la cultura popular.

 

El muy fuerte y fecundo trabajo de Carlos Illades que se resume en este libro, De la Social a Morena, permite ―a juicio de este comentarista― que los debates sobre la izquierda en el país suban sustantivamente de nivel. En primer lugar por suscitar una visión ecuménica donde los primos lejanos, y en ocasiones muy distanciados, del catolicismo, el liberalismo social y los socialismos, se reconozcan como las partes fundantes de toda experiencia política progresiva. Detener y desplazar a la aplanadora neoliberal y la injusticia que le acompaña será, y en ocasiones ya es, un trabajo de varios frentes que fugazmente se coordina. En segundo lugar, después del trabajo de Illades, aparte de hablar en un tono plural de reconocimiento y tolerancia en esa familia distante, hay que hablar de izquierdas que pretenden enraizarse no sólo al suelo local, sino a los cambiantes ritmos del mundo, parte legítima de la gran historia nacional y del globo. Los conflictos entre identidades cerradas no niegan, sino que hacen interesantes los momentos de confluencias y mezclas novedosas, su condición de flujo mutante; por ejemplo, la reapropiación de la idea del ciudadano y del derecho desde los contingentes antes cerradamente socialistas. Y en tercer lugar llama la atención que el "colapso mexicano" del socialismo ocurra cuando segmentos importantes de éste se desplazan hacia las vertientes con mayor enraizamiento histórico en la cultura popular, y se hace inaplazable la sintonía con un mundo donde brotan resistencias novedosas, como los Indignados, y se crean frentes de posibles ciudadanías globales. ¿Supresión del socialismo o nueva fase de enraizamientos? ¿El socialismo de hoy se definirá por su sentido de emancipación a futuro, o por su lucha cotidiana por espacios y contrapesos a la aplanadora neoliberal que desde la resistencia concreta abra poco a poco el nuevo horizonte de un vivir juntos mejor y deseado?

 

La mirada de largo aliento de Illades permite imaginar otro sentido para el mismo trazo. Que el eclipse del socialismo sea sólo otra de las mutaciones que ha registrado como ideología viva. Una mutación donde se abandona la identidad cerrada y fija para transformarse en el intercambio con los otros. Algo parecido a lo que decía Levinas: dejar el concepto de Ulises, la identidad dura que atraviesa lo ignoto y absorbe a los otros, ajenos y extraños, a sus propios términos; para aprender el paso de Abraham, atravesar desiertos aprendiendo del otro, dejando atrás para siempre su antiguo hogar. "Vine a San Cristóbal para convertir a los pobres ―dijo Samuel Ruiz en una ocasión, y que recoge Carlos Illades en su libro― pero son ellos los que han acabado por convertirme".

 

* Dirección de Estudios Históricos, INAH.
[1] Carlos Illades, De la Social a Morena. Breve historia de la izquierda en México, México, Jus, 2015.