De las ideas a la acción: una historia por escribir
ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 23/01/2025 - 16:36:00 PMMario Camarena Ocampo*
Resumen
El texto discute las la presencia de ideas centrales acerca de las izquierdas en México de Carlos Illades, advirtiendo que se reduce la complejidad para plantear un pensamiento que parece homogéneo, que oculta entonces la diversidad de ideas y las contradicciones y conflictos que se dieron en el camino, anotando ausencias en la discusión, las cuales permitirían conocer las ideas que prevalecieron y las que quedaron un tanto sumergidas. Poniendo como ejemplo el surgimiento de las ideas de la Teología de la Liberación que cita el autor.
Palabras clave: izquierdas, conflictos, contradicciones, surgimiento Teología de la Liberación
Abstract
The text discusses the presence of central ideas of Carlos Illades about the left in Mexico, with the warning that complexity is reduced in order to pose a thought that seems homogeneous, hiding then the diversity of ideas and the contradictions and conflicts that occurred along the way, noticing the absences in the discussion, which would allow to know the ideas that prevailed and those that were submerged. Citing one example: the liberation theology that the author cites.
Keywords: left, conflicts, emergence of the liberation theology
La izquierda hoy es una fuerza política que forma parte del sistema político mexicano. Representa una de las fuerzas más vivas y actuantes en la política mexicana y constituye uno de los grupos de presión más diversificados, al que los gobernantes deben tomar en cuenta en sus decisiones, unas veces como aliados, otras como opositores y algunas más como enemigo que intenta sustituirlos.
La izquierda, como advierte Illades, no es monolítica y se ha forjado al calor del conflicto con el Estado mexicano. De la Social a Morena, estudia esta tendencia política mexicana en los últimos 150 años a partir de las ideas vertidas en sus proyectos políticos. Una duda se me impuso al terminar el libro: ¿se consideró el proceso seguido para construir los conceptos que la orientan; hay acta de los cambios en sus significaciones ocurridas a lo largo del tiempo de acuerdo con los contextos?
En estos proyectos se observa el ideal de sociedad, la función de que debía tener el Estado y la manera de organizar la economía; construyeron un lenguaje, al cual recurrían los militantes para justificar su actuar contra las formas de dominación de la burguesía, para armar su discusión de oposición al sistema. Illades construye sus análisis a partir de la gran herencia cultural europea y que derivó en tres posiciones intelectuales: el socialismo, la corriente socialcristiana y el nacionalismo revolucionario; también refiere cuáles fueron los autores y corpus de ideas utilizados en cada momento histórico para fundamentar cada una de tales posiciones.
En cada una de las posiciones referidas y analizadas Carlos Illades observa ciertas ideas centrales, reduciendo la complejidad para plantear un pensamiento que parece homogéneo; se oculta entonces la diversidad de ideas y las contradicciones y conflictos que se dieron en el camino. Si bien algunas ideas se convirtieron en hegemónicas, no quiere decir que las otras desaparecieron; es decir, Illades no da cuenta de los conflictos que hubo en la discusión, lo cual se necesita conocer con el fin de ponderar las ideas que prevalecieron y las que quedaron un tanto sumergidas.
Citaré como ejemplo su análisis acerca del surgimiento de las ideas de la teología de la liberación. En su apreciación, el Concilio Vaticano II (1962-1965) fue el detonante de la aparición de la teología de la liberación, al hacer los teólogos un serio llamado a la jerarquía de la Iglesia a ponerse del lado de los pobres; sin embargo, el autor no hace referencia al curso accidentado de ese concilio, donde gracias a la presión de los argumentos se hizo evidente la realidad de injusticia secular e institucionalizada que sometía a los pueblos latinoamericanos a la pobreza. Los obispos latinoamericanos no pudieron eludir la opción preferencial por los pobres como principio central. Así, la acción de esos mitrados marcó la línea hacia una teología que tuviera como base la realidad de los pueblos, realidad que debía ser reflexionada críticamente a la luz de la fe.
Si bien el postulado de Illades es cierto, el surgimiento de esta posición teológica tuvo un proceso: éste inicia con el Pacto de las Catacumbas en 1965 para transitar a la II Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en Medellín en 1968, la cual tuvo el objetivo de ver la realidad del continente a la luz de los postulados del Concilio Ecuménico recién terminado. El tema de la conferencia fue “La presencia de la iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Vaticano II”. Algunos de los temas a discutir fueron: la adopción de un método pastoral incluyente; la apreciación de la situación de injusticia y marginación como ética y teológicamente indignante y una fuerte preocupación de la Iglesia por una pastoral que respondiera a esos peculiares “signos de los tiempos” del subcontinente. En ese momento eran un conjunto de ideas orientadas hacia los pobres, pero carecía aún de nombre.
Si bien estas ideas fueron centrales para la construcción de una izquierda desde el catolicismo, es necesario plantear que en México esta ideas ya eran parte central en varios grupos de católicos desde varios años antes. Personas como Sergio Méndez Arceo y Samuel Ruiz fueron personajes clave para impulsar este tipo de pensamiento teológico que ya se fomentaba en México.
Los temas analizados y los textos emanados de la conferencia lograron que diversos sectores de la Iglesia (laicos, sacerdotes, religiosos), quienes vivían esa realidad de marginación y pobreza de sus pueblos, confluyeran en una forma de organización; así se originó el surgimiento de las Comunidades Eclesiales de Base y el activismo de cristianos agrupados en los diferentes movimientos de Acción Católica, en condiciones muchas veces marginales y de confrontación con el aparato de poder de la Iglesia.
Fue hasta 1972 que Gustavo Gutiérrez acuñó el concepto en su libro Teología de la liberación: perspectivas, en el cual sostiene que el punto de partida es la realidad vivida desde la reflexión de la fe y la elaboración de las líneas de acción para la construcción de una sociedad de hombres y mujeres nuevos, donde los pastores asumieran las causas de los pobres como propias y participaran activamente en su luchas. Estas propuestas ―al bajar al nivel nacional, regional y local― sacaron a la luz diferentes maneras de interpretarlos por parte de las personas concretas. Se abrió entonces un proceso de recepción y resignificación que el autor omite, donde la gente y muchos mediadores culturales y populares le imprimieron sus sentidos concretos.
Ese es a mi parecer el principal riesgo que corre el libro. Illades estudia las izquierdas, socialismo, socialcristianismo y nacional revolucionario como proyectos constituidos ―y no en procesos de construcción―, donde las posiciones se reducen a ciertas ideas centrales que dejan de lado las contradicciones ocurridas en el camino de construcción de cada una de las posiciones; esto plantea una ficticia idea de unidad que no ayuda a entender cómo se fueron configurando, pues en su interior había diferentes posiciones que devienen hegemónicas, pero sin que desaparezcan las demás.
El autor transforma una herencia cultural plural en una genealogía política unitaria, perdiendo de vista los conflictos que hubo entre los actores de acuerdo con las características de los diferentes sujetos sociales que las construyeron. La historia de la izquierda es la historia de sus conflictos internos y de su cuasi imposibilidad de ponerse de acuerdo.
Illades utiliza los proyectos políticos para descubrir cómo se moldeaban las izquierdas que impactaron en los movimientos sociales y políticos de diferentes épocas de la historia de México. Así, los proyectos se convierten en otro de los sujetos de su investigación y adquiere su propia singularidad porque fomenta y construye sus propios valores sobre el deber ser de izquierda, mas pierde de vista a las muchas y diversas prácticas que construyeron a esos hombres en su actuar cotidiano. Creo que debemos tomar en cuenta, no sólo la creación de los conceptos sino también, y sobre todo, las representaciones colectivas que los diferentes grupos sociales pueden tener. Así, los sujetos no son simples receptores de las ideas, sino que las resignifican de acuerdo con su contexto social y cultural.
El segundo problema que veo, consiste en asumir que los proyectos políticos de la izquierda se forjan como unidades cerradas de identidad y no se consideran de manera suficiente sus entrecruzamientos y cambios de peso. El libro esboza el desarrollo histórico de la izquierda mexicana a partir de las tres corrientes ya enunciadas que la conforman: socialismo, nacionalismo y socialcristianismo. La narración respeta un orden cronológico y secuencial, pero se pierde la historia de cada una de las corrientes, en tanto no siguieron un curso lineal ni pueden plantearse de forma evolutiva, ya que en un mismo momento histórico pueden convivir diferentes posiciones y mezclarse entre ellas. Un ejemplo es la teología de la liberación, la cual surgió a partir del Concilio Vaticano II. A partir de la Celam de Medellín se desarrollaron con cierta fuerza las Comunidades Eclesiales de Base en los años setenta, y si en las dos últimas décadas del siglo XX este tipo de organizaciones laicas parecieron perder fuerza, no por ello desaparecieron: convivieron, y en ocasiones resurgieron, con otros movimientos socialistas, entre ellos los movimientos urbano populares de demanda de vivienda, movimiento universitario, movimiento zapatista, lucha electoral desde el socialismo, por citar sólo algunos.
Si los postulados de estas corrientes de izquierda han tenido un proceso de formación de acuerdo con cada periodo histórico y con cada grupo social, en este sentido la izquierda y sus formas de operar sus proyectos políticos se fueron desfasando debido a que las expectativas de los grupos sociales iban por otro lado. Cuando la izquierda no tiene capacidad de reflexionar o de vincularse con la sociedad, no puede generar alternativas.
Yo considero necesario pensar que las personas tienen cierta percepción de la explotación y la dominación en que viven, la cual se manifiesta en gestos, emociones y pensamientos que nada deben a la lectura de los textos intelectuales; esto nos llevaría a suponer que la toma de conciencia acerca de los conflictos sociales no es resultado de un proceso de acumulación de lecturas; no es lineal ni progresivo ni saca un argumento de “sus lecturas”. Para que las ideas tengan un impacto en los grupos sociales es necesario que estén las condiciones sociales y culturales que permitan su florecimiento en conductas. ¿Acaso ya es hora de estudiar sistemáticamente las ideas y postulados de los propios grupos sociales ―ya sean campesinos, obreros, ciudadanos de a pie― sin ligarlos necesariamente a ideas y conceptos escritos por los intelectuales? ¿Acaso será la hora de realizar estudios desde el sujeto? ¿Acaso será hora de descubrir al oscuro intelectual no universitario?