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El regreso de los vencidos

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 23/01/2025 - 19:17:00 PM

Pedro Salmerón, 1915 México en guerra, México, Planeta, 2015.


José Ángel Solorio Martínez*

 

El libro de Pedro Salmerón es de historia militar. Desde el punto de vista historiográfico, el autor cuestiona a la primera generación de historiadores de la Revolución Mexicana que abordó cuestiones militares ―Juan Barragán, Luis Garfias, Miguel A. Sánchez Lamego― y debate con la segunda generación de historiadores que explicaron temas militares de la Revolución Mexicana ―Héctor Aguilar Camín, Adolfo Gilly― para instalarse en una atalaya que bien podríamos llamar la nueva historia militar mexicana.

 

El texto de Salmerón liquida la versión que muchos historiadores hemos digerido: los convencionistas fueron derrotados por los constitucionalistas, porque los líderes de aquellos ―Zapata y Villa― fueron incapaces de mostrar un proyecto de gobierno. Con las fuentes del asunto en la mano, exhibe que los exégetas del constitucionalismo ―Obregón, Barragán― delinearon a un adversario poderoso y sanguinario para convertir en gloriosa y memorable su victoria. De igual manera equipararon sus triunfos a gestas bélicas emblemáticas de dimensiones mundiales ―a la batalla de Ébano, San Luis Potosí, le llamaron “el Verdún mexicano”― para magnificar sus habilidades militares.

 

¿En tiempos de guerra, qué honorabilidad puede sumar una victoria sobre un enemigo enclenque, desfallecido y desmoralizado?. La necesidad de erigir un régimen legítimo y respetable ―muestra Salmerón― hizo a los ganadores producir una historia exclusiva de vencedores. Los vencidos, fueron también derrotados en las interpretaciones historiográficas, en el naciente gobierno posrevolucionario; hasta en los archivos históricos los derrotados perdieron la guerra. Los expedientes más relevantes y heroicos son para los victoriosos. La vida militar y las biografías de los villistas y sus aliados son de poca monta. Complicado es encontrar información de Saturnino Cedillo; casi tan problemático, como llegar a información trascendente sobre los hermanos tamaulipecos Carrera Torres, aunque no por mucho tiempo.

 

La propuesta novedosa de 1915 es su percepción global del teatro de la guerra. Es un desglose, claro y ponderado, de los pertrechos militares y humanos de ambos bandos en el cuadrante bélico mexicano de ese año. No es la referencia fragmentada de la historiografía exégeta de la posrevolución, ni la óptica focalizada y fraccionada de los historiadores revisionistas; es la opinión global, total, del extenso combate nacional entre la corriente que deseaba una revolución social y el afluente que insistía en una revolución política.

 

Es un hecho, que a la distancia se amplía el horizonte. Como mapa, Salmerón desarrolla el año crucial de 1915 y ubica, como con alfileres, los acontecimientos bélicos ―y sus puntuales interpretaciones― que le dieron rostro a una de las guerras civiles latinoamericanas más feroces que se recuerden. Es esa una de las fundamentales aportaciones de este libro de tercera generación de historia militar mexicana.

 

La nueva historia militar que propone Salmerón ―creo que a él en lo particular le gustaría que se le llamara historia anticanónica― explora, más allá de la beligerancia, del acontecimiento de armas. Más allá del número de combatientes y más allá de la cifra de rifles y ametralladoras. 1915 es una interpretación precisa de la batalla y de esas nubes ―social, política y económica― que la envuelven y en mucho edifican las victorias y las derrotas de los ejércitos en pugna.

 

Muchos de los grandes mitos ―delineados por los ganadores― el autor los pondera y, con el peso de las fuentes y fundamentadas explicaciones, los erosiona y los sacude. Expone, con claridad documentada que las cargas de caballería del villismo no fueron torpes, suicidas y recurrentes ―se le adjudican falsamente, más de 30 cargas de caballería a Villa y sus muchachos― como lo exhiben los textos auto apologéticos del constitucionalismo. Enseña, que villistas y zapatistas salieron de sus respectivas comarcas y articularon un movimiento nacional que buscaba una revolución. Pone en claro el falso dilema entre la modernidad y la tradición, cuyo choque prohijó el resultado victorioso de la primera por el fatalista argumento del conservadurismo que los ejércitos campesinos llevan en si —como si la revolución China, la hubiera concretado el proletariado fabril.

 

1915 México en guerra es un libro indispensable, obligado, para profundizar en el conocimiento de la Revolución Mexicana de 1910-1917. Ha abundado la historiografía, en asuntos de naturaleza política ―planes revolucionarios, proclamas de los rebeldes, pensamientos políticos de los caudillos y hasta acciones de gobierno en territorios dominados por los combatientes―. Relativamente poco se ha puesto en la balanza el papel de los ejércitos y sus batallas desde la óptica crítica de los profesionales de la historia miles de páginas se han escrito sobre la guerra civil, desde la opinión de testigos y protagonistas ―por lo mismo desde una mirada facciosa― que pontifica sobre hechos en los cuales sólo ellos se han vestido de héroes. Y otros tantos escritos, muchos historiadores los hemos trabajado sobre esos cánones mostrando una historia militar desarticulada y vinculada a la región.

 

Salmerón y su 1915, suben a los revolucionarios locales al plano de la guerra nacional y abre el abanico de explicaciones para comprender los hechos de armas de los rebeldes locales. Dimensiona en términos cualitativos y cuantitativos, la importancia de las alianzas regionales que Villa y Zapata delinearon para convertir la maquinaria de guerra convencionista en un ejército de alcances nacionales y tornarse en un bloque popular que buscaba una revolución social. Los dirigentes revolucionarios lugareños, tuvieron la oportunidad de vislumbrar cambios sociales y políticos en sus territorios y mucho más lejos de ellos.

 

Es decir: las muchas revoluciones —el caso de San Luis Potosí, con los hermanos Cedillo y Tamaulipas, con los hermanos Carrera Torres son casos paradigmáticos— se fusionaron en un solo movimiento encabezado por los convencionistas.

 

En otras palabras: este libro suministra herramientas para la búsqueda de nuevas interpretaciones y lecturas de las historiografías regionales. De igual manera, abastece de fuentes esclarecedores para visualizar desde un promontorio el rumbo de la revolución en las comarcas del país, luego del resultado de la monumental batalla que fue el trepidante 1915 mexicano.

 

Éste, el más reciente libro de Pedro, es el cierre del círculo historiográfico formado por La División del Norte y Los carrancistas. En el primero, abunda sobre la estructura militar y la oriundez de los jefes villistas y de su principal jefe. El segundo es el esbozo ―que hoy concluye con 1915― de la red bélica tejida por el Primer Jefe y sus correligionarios. Estas publicaciones precipitaron, decantaron, la oferta metodológica de la historia militar anticanónica, de la nueva historia militar.

 

Por todas esas razones, este reciente ofrecimiento historiográfico de Pedro Salmerón es provocador, retador, en tanto que es novedoso e innovador.

 

* Posgrado Historia, UNAM