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La construcción de una comunidad de obreros mexicanos en Chicago

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 23/01/2025 - 19:10:00 PM

Gerardo Necoechea García, Parentesco, comunidad y clase: mexicanos en Chicago 1916-1950, México, INAH, 2015.


Mario Camarena Ocampo*

 

La formación de una clase obrera de mexicanos en Chicago es el tema del libro, Parentesco, comunidad y clase: mexicanos en Chicago, 1916-1950, de Gerardo Necoechea. Entender las características de la clase obrera requiere conocer el origen social de esos hombres que la conformaron, para poder entender el bagaje cultural que influyo en las organizaciones y formas de actuar en el mundo industrial de Chicago, al que se incorporaron. Tema de gran actualidad para los estudiosos de los trabajadores, nos permite entender cómo se va construyendo una clase obrera con tintes indígenas. A partir del análisis se puede deducir que los sindicatos no fueron las únicas ni las más importantes entre las organizaciones de trabajadores mexicanos, pues hubo otras permeadas por esas relaciones de parentesco, paisanaje y etnia en ese periodo de formación

 

La formación de la clase obrera mexicana en Chicago tiene su propio proceso a lo largo de 34 años y no es visto como un momento, sino como un proceso determinado por las características de los sujetos sociales; haría falta profundizar cómo esa experiencia se trasmite de una generación de migrantes a otra, de lo contrario no se puede entender este proceso de formación con miras a caracterizar más finamente las diferentes etapas por las que pasaron con base en los elementos que el mismo proceso establece.

 

Gerardo Necoechea utiliza tres conceptos básicos para entender a los trabajadores de la siderúrgica y los mataderos en Chicago: parentesco, comunidades y trabajo ―y yo añadiría inmigración―, aunado al del conflicto que viven los mexicanos. Considera que el parentesco y la comunidad son los dos elementos que ordenan las relaciones sociales; sin embargo, le haría falta dar más fuerza a las relaciones laborales que tienen lugar en la siderurgia y los mataderos de esa ciudad. Eso nos llevaría a plantear que la permanencia laboral, y la posibilidad de tener una vivienda, influyen en las organizaciones de trabajadores y marcan el carácter de la clase obrera.

 

En esos años se consolida una nueva estructura industrial. La homogenización y mecanización caracterizaron el nuevo ámbito laboral. El trabajo calificado fue desapareciendo, en consecuencia las diferencias entre calificado, semicalificado y no calificado. La clase obrera se formaba por trabajadores semicalificados. Los mexicanos que arribaron a la ciudad de Chicago se ubicaron en un peldaño inferior a la situación que estaban viviendo los trabajadores de esa ciudad, o bien se les clausuraba la posibilidad de ascenso. El autor plantea que la discriminación no fue sólo una causa ideológica, sino parte de la misma estructura industrial, sin negar que es parte de la misma sociedad estadounidense.

 

El siguiente punto a considerar es la formación de una conciencia de mexicanos en el extranjero. El autor reconoce la discriminación, exclusión, la violencia y el asilamiento con la aparición de un nuevo grupo que va estar formado por la injustica que se vive en ese país. Esta situación conforma una comunidad aislada, cohesionada por una conciencia de grupo basada en el parentesco y el paisanaje, donde conviven al interior de una sociedad que los rechaza violentamente, una situación que les permite conservar las tradiciones y costumbres de sus lugares de origen. Así, la costumbre, el parentesco y la etnia se convierten en mecanismo de resistencia ante la nueva sociedad. Lo que nos llevaría a ver cómo van cambiando los niveles de violencia, las formas de parentesco y, sobre todo, la conciencia étnica a lo largo de estos años de estudio, un elemento central en la formación de la conciencia de ser trabajador norteamericano.

 

La inmigración se forma al calor de las contradicciones del capitalismo industrial, que requiere de una fuerza de trabajo indígena y campesina para su sobrevivencia. Fuerza de trabajo empobrecida que se ve forzada a desplazarse en busca de la supervivencia.

 

Con el arribo a Estados Unidos de un gran número de personas de diferentes estados del país, sobre todo para trabajar en la zona industrial y que por ello permanecen ahí, se posibilita la formación de una comunidad de mexicanos. Eran hombres que forjaron una identidad con base en la experiencia de sus lugares de origen: parentesco, paisanaje y ―yo diría― lo étnico. A ello se suma la exclusión y discriminación a que eran sometidos por parte de la sociedad estadounidense. Una experiencia que se trasmitió de una generación de migrantes a otra, sin profundizar sobre el tema, forjando una clase obrera con fuertes tintes nacionalistas, donde se pasa de una organización marcada por el parentesco y el paisanaje a una ritual en base al trabajo y por vivir en un mismo espacio marginado.

 

La construcción de la comunidad mexicana en Chicago descansa sobre los lazos de los lugares de origen refuncionalizados en el extranjero. Gerardo Necochea sostiene que la experiencia de confrontar el despojo de sus tierras generado por el capitalismo llevó a los campesinos a emigrar para enfrentar la situación, La migración es planteada como una forma de resistencia al despojo. Creo que el concepto más indicado sería el de los desplazados, en tanto son obligados a moverse por las condiciones de violencia económica y social en que viven. “El flujo migratorio creció en la medida que la agricultura comercial y el crecimiento demográfico desequilibraron las relaciones sociales en el campo aunado a los momentos de violencia por el periodo revolucionario”. Por ello sostiene que las trasformaciones capitalistas estructuraron los flujos migratorios, no sólo la pobreza.

 

Por último se pregunta cómo los inmigrantes forjaron una cultura que confiriera significado a la experiencia de vida trabajadora. Gerardo encuentra que los inmigrantes no sólo conservaron la riqueza cultural, sino que las mismas actividades las convirtieron en un acto de resistencia, de ahí su oposición a ser parte de la educación impartida en las escuelas de ese país. Ya que se negaron a que sus hijos participarán en escuelas públicas y prefirieron las religiosas, los migrantes trataron de tener control.

 

La forma de hacer política estuvo marcada por las lealtades primordiales en la cotidianidad en el espacio en que vivían y en el del trabajo. Este tipo de cultura política estuvo permeada por la relación patrón cliente que tenía su fundamento en las relaciones de parentesco.

 

Se trata de un trabajo novedoso y que constituye un aporte a la historiografía mexicana por la forma de abordar el tema, donde combina la antropología y la historia para entender un periodo histórico.

 

* Dirección de Estudios Históricos, INAH.