El contexto sociopolítico religioso de la encíclica Fratelli tutti
ENVIADO POR EL EDITOR EL Martes, 05/11/2024 - 14:41:00 PMElio Masferrer Kan*
Resumen
El artículo analiza la coyuntura nacional e internacional en que Francisco promulgó la Encíclica Fratelli tutti haciendo énfasis tanto en las repercusiones dentro de la Iglesia católica como su impacto en otras corrientes cristianas, el diálogo con el islam (tanto sunita como chiita) y otras propuestas religiosas y políticas del Medio Oriente. En el plano mexicano, describo las estrategias del Episcopado local para distanciarse de las fuertes críticas al neoliberalismo y el clericalismo, al igual que los sectores conservadores de otras latitudes, con particular énfasis en Estados Unidos y América Latina. Reviso también el impacto político en los procesos electorales recientes. Menciono también la crítica frontal al racismo, la exclusión de las minorías y los migrantes. Temas de actualidad que han recrudecido en la pandemia. El documento es un ejercicio de “historia del presente” y finalizo con una “lectura” de las estrategias de Francisco en los tiempos” que propusiera Braudel.
Palabras clave: Fratelli tutti, faccionalismo católico, diálogo de religiones.
Abstract
The article analyzes the national and international situation in which Francis promulgated the Encyclical Fratelli tutti, emphasizing both the repercussions within the Catholic Church, as well as its impact on other Christian proposals, the dialogue with Islam (both Sunni and Chiita) and other religious and political proposals from the Middle East. At the Mexican level, I describe the strategies of the local Episcopate to distance itself from the strong criticisms of neoliberalism and clericalism, as well as the conservative sectors of other latitudes, with particular emphasis on the United States and Latin America. I also review the political impact on recent electoral processes. I also mention the frontal criticism of racism, the exclusion of minorities and migrants. Current affairs that have worsened in the Pandemic. The document is an exercise in "history of the present" and I end with a "reading" of the strategies of Francisco in the times "proposed by Braudel.
Keywords: Fratelli tutti, catholic factionalism, dialogue of religions.
Introducción
La invitación a impartir una conferencia en la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México sobre la encíclica Fratelli tutti del papa Francisco fue un desafío. Un graduado en Historia con formación de antropólogo de las religiones debía desarrollar una perspectiva analítica que aportara nuevos elementos y que no fuera competitiva con otros espacios disciplinares en los que debía reconocer que los demás invitados tenían más conocimientos que aportar. Transformar una conferencia en un artículo académico para ser publicado en una revista científica es un desafío aparte; espero que el lector me acompañe en este esfuerzo.
Algunas consideraciones previas
Con el inicio de la pandemia el comité editorial de la revista Religiones Latinoamericanas se propuso una nueva iniciativa editorial: el boletín Actualidad Sociopolítica Religiosa, de carácter semanal, que permitiera enlazar y propiciar un intercambio de opiniones entre investigadores de lo político religioso. Se trataba de contribuir a una sistematización de las experiencias y acontecimientos ante la pandemia de covid-19, una situación relativamente inédita, al menos para nosotros pues la experiencia anterior había sido la gripe española en 1918. El boletín comenzó (y continúa) como una experiencia de intercambio de información entre especialistas y, al momento de escribir estas líneas, tiene 65 ediciones semanales, más de once mil consultas, aportes de 75 investigadores distintos de catorce países. El perfil editorial marcaba no competir con esfuerzos ecuménicos ni confesionales, que son a su vez una excelente fuente para nuestras investigaciones.
Este artículo es tributario de un esfuerzo personal anterior. El análisis del contexto de la publicación de la encíclica Fratelli tutti, el 3 de octubre de 2020, me colocaba frente al reto de entender el documento, no desde un enfoque heurístico, teológico o pastoral, donde probablemente otros de los participantes tenían más elementos que aportar. Como analista del campo político-religioso me tocaba posicionar a Francisco como una persona de su tiempo, en una lectura que no partiera de la fe, pues soy un investigador no creyente y que además nunca fui iniciado en ninguna propuesta religiosa. Aunque criado en una familia no religiosa, soy consciente de la importancia de lo religioso en la sociedad contemporánea.
Partiendo de los cánones más tradicionales de la investigación antropológica, me propongo desentrañar la “lógica interna” de los actores sociales en un contexto específico. Ya en una obra anterior, ¿Es del César o es de Dios? Un modelo antropológico del campo religioso, esbocé un modelo analítico de la lógica interna de la Iglesia católica definida como:
Un modelo de estructura segmentaria, donde los distintos segmentos de la estructura se mantienen cohesionados por un sistema de equilibrio dinámico inestable,[1] siguiendo por analogía el modelo de los Nuer (Evans-Pritchard, 1977: 280), que implica la aceptación de propuestas teológicas y ritos diferentes, más de 30 en el mundo, de una infinidad de carismas religiosos distintos expresados en diferentes órdenes religiosas y de teologías diversas, pluralismo que unifica sobre la base de un grupo de conceptos que les permiten mantener la unidad, respetando las diferencias. Por ello la eliminación de una tendencia implicaría la ruptura del equilibrio y llevaría a la fragmentación, cuestión que es rechazada por la Iglesia, la institución religiosa más antigua del mundo. Los intentos de homogeneización son vistos como peligrosos porque tienden a la ruptura.[2]
En este modelo explicaba y concluía también que en sentido estricto no existe un campo específicamente religioso, sino que en realidad era un campo político religioso, y que en todo caso lo religioso y lo político podían ser analizados como “tipos ideales” weberianos y no como contextos de realidad. Construir un modelo analítico posibilitaría:
Comprender la dinámica del campo religioso y su relación con el campo político, desde la perspectiva de los actores. Asimismo, demostré que los mismos no son esferas separadas sino que tienen un conjunto de elementos comunes que se explicitan en la construcción de un nuevo campo o espacio de interacción específico, que provisoriamente llamamos campo político-religioso, a la espera de otras investigaciones que nos permitan afinar la cuestión.[3]
En otros libros he profundizado sobre el tema,[4] pero el caso del papa Francisco amerita una lectura específica pues se trata del primer pontífice nacido en el continente americano, argentino y jesuita. Varios autores han tratado de esclarecer el aporte de la “teología de los pobres” y sus teóricos argentinos, como una síntesis que superaría la teología de la liberación[5] y la teología india,[6] confrontadas con la “teología de la prosperidad”.[7]
Para empezar, sostengo que una cuestión son las propuestas conceptuales y teóricas de las teologías aludidas y otra la que implica llevar adelante la gestión de una institución compleja, multicultural, diversa, que alberga en su interior distintas tradiciones históricas, rituales diferentes e ideas contrapuestas. En un trabajo anterior[8] traté de comprender las variantes sociales, culturales y políticas que explicarían el comportamiento de Francisco, que los analistas eclesiásticos “más reconocidos” en ciertos medios, partiendo de premisas eurocéntricas, califican de “errático”.
Las estrategias de Francisco se proponen una transformación copernicana de la Iglesia católica, apostólica y romana, la ruptura de las inercias institucionales y una “reingeniería” que la lleve a ser más católica, en el sentido de la universalidad, y menos romana, en el sentido de su origen histórico. El objetivo es modificar los sistemas internos de poder eclesiástico, acostumbrados a la intriga y el conflicto, muchas veces despiadado, entre las distintas camarillas, a menudo “muy romanas” (o italianas para ser más precisos), con criterios de “silencio” que recuerdan a las mafias. La transformación de la Iglesia católica mexicana en una estructura del poder político y empresarial nacional y multinacional la estudio en otra publicación,[9] en la cual describo la cooptación de las cúpulas y su articulación al proyecto neoliberal, que luego sería condenado taxativamente por Francisco.
La configuración de camarillas es una rutina en cualquier organización burocrática, como ejemplo puedo citar mi trabajo sobre los grupos de poder en el episcopado mexicano.[10] El problema de las camarillas eclesiásticas mexicanas es que, al subordinarse a los dictados de grupos de poder, pierden la posibilidad de reflejar los intereses de los “creyentes de a pie”. En una sociedad de masas en constante cambio como las sociedades contemporáneas, eso significa perder el ritmo de la historia, anquilosarse y, en un “mercado religioso” cada vez más competido, implica conceder espacios y feligreses a otras propuestas que pueden resultar más actualizadas y atractivas. Para decirlo en la metáfora de Francisco, los obispos y sacerdotes no están dispuestos a “oler como sus ovejas”, ni a aprender de sus feligreses. Se refugian en el sacramentalismo, y el aislamiento durante la pandemia ha mostrado las limitaciones de dicha estrategia, que desembocó en el abandono del ritual de la misa dominical, paradójicamente, muy difícil de reemplazar por las redes virtuales entre una población de baby boomers más acostumbrados al contacto directo y presencial, resultado del clericalismo.[11]
Estudiaré la encíclica desde las propuestas conceptuales de la antropología de las religiones y de la “historia del presente”, esta última desarrollada por un grupo importante de colegas de distintas latitudes, del cual tomo mi marco de referencia analítico:
El trabajo del historiador del presente, si bien tiene un riesgo ético y político, al mismo tiempo es un área de oportunidad. Esta labor tiene el potencial de complejizar los discursos políticos y culturales sobre temas contemporáneos urgentes: la violencia, la guerra, el trabajo, las movilizaciones sociales, los desastres naturales, la conmemoración y la memorialización.[12]
La tercera encíclica de Francisco
La encíclica Fratelli tutti llegó en momentos cruciales y en el clásico estilo de la Iglesia católica, apostólica y romana: sigilo, filtraciones y un toque de misterio. El obispo de Rieti, Italia, Dominico Pompili, una persona poco conocida fuera del ámbito eclesiástico, informó en una conferencia de prensa que el papa Francisco estaba redactando una encíclica, la tercera de su pontificado, que trataría de sintetizar la complicada experiencia de la pandemia. La primera fue Lumen fidei (2013), que firmó en conjunto con Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), el papa renunciante; bisagra entre ambos pontificados, puede considerarse un intento de poner al día el mensaje de la Iglesia en los contextos contemporáneos, una búsqueda por encontrar “los signos de los tiempos”. La segunda, Laudato si’ (2015), sorprendió a propios y extraños pues planteó “el cuidado de la casa común”, en una crítica contundente al consumismo y un llamado a evitar la contaminación, la degradación ambiental y el cambio climático. Cerca de las elecciones en Estados Unidos, Donald Trump, el entonces candidato republicano, negaba y niega la gravedad de este fenómeno producido por el hombre.
La redacción de Laudato si’ tuvo una aportación muy relevante del exsacerdote franciscano Leonardo Boff, un exponente destacado de la teología de la liberación latinoamericana, lo cual puso de manifiesto una estrategia consistente para legitimar a esta corriente dentro de la Iglesia: la reconciliación con el ahora dominico Gustavo Gutiérrez y la restitución de las facultades sacerdotales (suspension a divinis) a Ernesto Cardenal, quien fuera públicamente reprendido por Juan Pablo II en Managua, el 4 de marzo de 1983.
La “encíclica ecológica”, como se la conoce, fue muy bien recibida por los ecólogos y defensores del medio ambiente, muchos de ellos poco creyentes, quienes quedaron gratamente sorprendidos por la precisión de sus postulados. Según me confió un especialista, era un excelente documento donde, estaba convencido, habían participado científicos de muy alto nivel. Por el contrario, sectores amplios de la jerarquía católica recibieron el documento con frialdad e indiferencia y no le dieron la difusión que merecía.
El cardenal ghanés Peter Appiah Turkson, prefecto del Dicasterio para el Servicio al Desarrollo Humano Integral, reclamó amargamente que sacerdotes y obispos bloqueaban la información de la Iglesia a la cual pertenecen. Hizo ese señalamiento en el marco de un diplomado en ecología integral, desarrollado por las universidades y ateneos pontificios de Roma. Planteó que la situación ambiental es crítica y “las promesas que se hicieron durante la Cop21, en París, no han sido mantenidas”. Recordemos que Trump se retiró de ese acuerdo.[13]
Una mención especial requiere la exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia (sobre el amor en la familia), resultado de un sínodo de los obispos dedicado a la familia que despertó fuertes críticas de los sectores conservadores. Tres parágrafos les quitaron el sueño y la tranquilidad:
77 […] Fuera del verdadero matrimonio natural también hay elementos positivos en las formas matrimoniales de otras tradiciones religiosas, aunque tampoco falten las sombras. Podemos decir que toda persona que quiera traer a este mundo una familia, que enseñe a los niños a alegrarse por cada acción que tenga como propósito vencer el mal —una familia que muestra que el Espíritu está vivo y actuante— encontrará gratitud y estima, no importando el pueblo, o la religión o la región a la que pertenezca.
“La mirada de Cristo, cuya luz alumbra a todo hombre (cf. Jn 1,9; Gaudium et spes, 22) inspira el cuidado pastoral de la Iglesia hacia los fieles que simplemente conviven, quienes han contraído matrimonio sólo civil o los divorciados vueltos a casar. Con el enfoque de la pedagogía divina, la Iglesia mira con amor a quienes participan en su vida de modo imperfecto: pide para ellos la gracia de la conversión; les infunde valor para hacer el bien, para hacerse cargo con amor el uno del otro y para estar al servicio de la comunidad en la que viven y trabajan [...] Cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público —y está connotada de afecto profundo, de responsabilidad por la prole, de capacidad de superar las pruebas— puede ser vista como una oportunidad para acompañar hacia el sacramento del matrimonio, allí donde sea posible.
Frente a situaciones difíciles y familias heridas, siempre es necesario recordar un principio general: “Los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones” (Familiaris consortio, 84). El grado de responsabilidad no es igual en todos los casos, y puede haber factores que limitan la capacidad de decisión. Por lo tanto, al mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición.[14]
La mención en un documento pontificio de otras religiones y de uniones familiares consensadas al margen del sacramento matrimonial resultaba literalmente escandalosa para los conservadores,[15] aunque no nos sorprendía a quienes conocíamos los trabajos de Manuel Marzal (SJ) y de Xavier Albó (SJ), dos antropólogos latinoamericanos especialistas en el mundo andino, que habían dado cursos a otros jesuitas latinoamericanos, entre quienes se encontraba Jorge Mario Bergoglio, entonces provincial jesuita de Argentina.[16] Podemos identificar la influencia de Marzal en el sínodo de la Amazonia, donde los sectores conservadores se apusieron tenazmente y con cierto éxito a las propuestas innovadoras.[17]
Los argumentos de Marzal y Albó están orientados hacia un análisis antropológico y pastoral del Servinacuy andino. Esta institución es vista por ambos antropólogos, a la vez que sacerdotes jesuitas, como una forma propia de entender el sacramento del matrimonio como “proceso” y no como un acto súbito el día de la boda. Es importante recordar que el matrimonio es el único sacramento basado en un acuerdo entre los esposos. El sacerdote sólo bendice el consentimiento mutuamente otorgado por los contrayentes. Sabemos que hay sacerdotes que bendicen de esta manera uniones entre personas del mismo sexo, cuestión que en América Latina se maneja con discreción, pero en la Iglesia Católica alemana es una exigencia de parte de obispos más incluyentes, mientras que la rechazan la mayoría de los obispos norteamericanos.
En este ambiente de confrontación y boicot, Francisco se preparó para lanzar su tercera encíclica. El anuncio del obispo Pompili no deja lugar a dudas: “Entre otras cosas, como sabrán, se rumorea que el propio papa publicará pronto una encíclica sobre el tema de la fraternidad humana”. Su presentación coincidiría con el aniversario de la Regla Franciscana de San Francisco de Asís: “Se espera que el papa publique una encíclica que amplíe los principios del Documento de la Fraternidad Humana para la Paz Mundial y la Convivencia Común, que firmó el 4 de febrero de 2019 en Abu Dhabi con el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad Al-Tayyeb. Rememorando el que suscribió San Francisco de Asís con el Sultán de Egipto en 1219”.[18]
En esos momentos no sólo la pandemia sacudía al mundo;[19] la situación de los migrantes, la persistencia de conflictos armados, la eclosión de los conflictos raciales en Estados Unidos de América y su repercusión en Europa no podían pasar inadvertidos para un observador agudo como Francisco, quien tiene muy claro su proyecto eclesial (y político). También el presidente Trump parecía querer apagar el fuego arrojando gasolina y, puesto que Joe Biden, el candidato demócrata, era católico y sus propuestas se acercaban a la línea de Francisco, no puedo dejar de lado algunas suspicacias, o hipótesis, como diríamos los académicos. La tercera encíclica sería “oro molido” para Biden, pues le restaría legitimidad a la derecha católica que apoyaba a Trump, cosa importante en una elección cuyos resultados estaban muy reñidos. Trump había sido muy exitoso en la gestión económica, algo que influyó mucho en el ánimo de la opinión pública estadounidense, pero una pésima gestión de la pandemia lo ponía a la defensiva. Estaba en disputa el voto católico y particularmente el de los hispanos católicos, muy conservadores pero que siguen con atención y aceptan con respeto las propuestas de Francisco, como quedó en evidencia durante su visita pastoral a ese país en septiembre de 2015, siendo presidente Obama y Biden su vicepresidente.
El posicionamiento de Francisco en la postpandemia. Fratelli tutti
En medio de una crisis mundial, donde las distintas confesiones religiosas tuvieron que cerrar sus templos para evitar los estragos de la pandemia, Francisco decidió lanzarse hacia el futuro, aprendiendo del pasado y replanteando el presente. En este contexto publicó su tercera encíclica, “Fratelli tutti (todos hermanos) sobre la fraternidad y la amistad social”, que hace énfasis en el diálogo entre las religiones, ofreciendo su mano a los musulmanes. Era un tema de mucha actualidad en Europa, pues se estaba juzgando a los autores del ataque a Charlie Hebdo —el semanario humorístico que publicó las imágenes de Mahoma—, que terminó con doce muertos.
Fratelli tutti preconizó un mundo abierto, sin muros, y denunció la pérdida del sentido de lo social, expresada en el predominio de la lógica del mercado. El individualismo, el afán de lucro, la cultura del descarte de ancianos, jóvenes y pobres, la trata de personas, el racismo, el desempleo, los migrantes, las mafias y otros problemas de nuestro tiempo, enmarcados en la primera pandemia del siglo XXI, pusieron de manifiesto la fragilidad de la especie humana y la soberbia de los poderosos. Fue contundente en su crítica al neoliberalismo y al enriquecimiento de una minoría privilegiada. Rescató las palabras de san Juan Crisóstomo: “No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos”; también las de san Gregorio Magno: “Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les damos nuestras cosas, sino que les devolvemos lo que es suyo”.
Francisco criticó, manteniendo su estilo incisivo, los populismos y reclamó una “democracia del pueblo”, una práctica política verdaderamente preocupada por la gente y puesta a su servicio. Exigió que la Organización de Naciones Unidas (ONU) se aboque al “bien común, la erradicación de la pobreza y la protección de los derechos humanos”. Sostuvo que la paz se asocia con la justicia, la misericordia y la verdad y que el perdón no significa impunidad sino renunciar al mal y la venganza para aprender de los errores y construir una nueva sociedad. No olvidó las persecuciones y masacres étnicas en el siglo de los genocidios (la Shoah) y las armas de destrucción masiva (Hiroshima y Nagasaki), y reclamó el pleno ejercicio de la libertad religiosa.
Criticó al primer mundo por su cerrazón ante la situación de los migrantes, a la vez que le reprochó su pasado colonial y le preguntó qué hacía por esos pueblos que había dominado y explotado y cuyos ciudadanos piden mejores condiciones de vida. Los países latinoamericanos, que aún no se reponen de las sucesivas crisis estructurales que han padecido, ahora agudizadas por la pandemia, también representan un desafío para sus élites gobernantes.
El capítulo sobre la importancia de la libertad religiosa tiene también un destinatario concreto: la República Popular China, que no supo abrirse lo suficiente al pacto que concertara con el Vaticano y los aparatos religiosos del Partido Comunista lo están aprovechando para desplazar a los obispos designados desde Roma, sin que la Asociación Católica Patriótica China los incorpore adecuadamente por medio del diálogo.[20]
Circunstancias parecidas pueden encontrarse en varios escenarios mundiales. Mike Pompeo, entonces secretario de Estado del presidente Trump, también católico, se presentó en Roma sin ser invitado el 30 de septiembre de 2020 y solicitó una entrevista con el papa. Lo atendió el secretario de Estado vaticano, Pietro Parolín, quien le explicó que el papa no recibía a políticos durante procesos electorales en curso. No podemos descartar que alguien en la curia romana haya filtrado el borrador de Fratelli tutti. Evidentemente, Pompeo estaba preocupado por el impacto que tendría la encíclica en las elecciones de noviembre en su país. El candidato opositor, Biden, es católico y, aunque en la encíclica no se menciona a Trump, parecía un “retrato hablado” de la situación estadounidense, donde el racismo y la discriminación racial y étnica son temas de actualidad. La encíclica llegó en un momento muy oportuno, pues la derecha católica americana y la mayoría de los obispos apoyaban decididamente a Trump.
Un pasaje singular es aquel donde Francisco planteó que muchos políticos ateos siguen las enseñanzas de Jesús, mientras que los políticos que se reivindican como muy cristianos, los fariseos contemporáneos, niegan las enseñanzas del cristianismo en sus actos. Arrojó además una descalificación contundente a los partidos demócratas cristianos europeos y latinoamericanos, así como a las corrientes evangelicals de los Estados Unidos que respaldan a Trump y rechazan a Biden y Harris catalogándolos como poco creyentes. En síntesis, Fratelli tutti puede leerse tanto en el corto plazo como en una perspectiva estratégica hacia el futuro. En México, podría verse como un respaldo al actual presidente Andrés Manuel López Obrador.
Por si quedase alguna duda de sus posturas, Francisco terminó reivindicando el papel de Martin Luther King, pastor bautista que luchó contra el racismo en Estados Unidos, y a Desmond Tutu, obispo anglicano que enfrentó el apartheid sudafricano. Cerró el magistral documento con dos oraciones, una para católicos y otra ecuménica. En definitiva, con su tercera encíclica causó y causará mucha polémica dentro de la Iglesia católica, entre otras expresiones del cristianismo, y por supuesto tuvo gran impacto en una sociedad global que llevaba más de siete meses de asedio pandémico.[21]
Situarse en la realidad de los Estados Unidos es inevitable pues la encíclica se publicó un mes antes del día de los comicios, el martes 3 de noviembre de 2020. La jerarquía católica estadounidense, presidida por el arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, de la prelatura del Opus Dei, respaldaba en forma ostensible al presbiteriano Trump y se oponía al católico Biden. Este último, si bien muy devoto de la misa dominical, levantaba la “agenda progresista”: derechos a la comunidad LGTBQ+, derecho de las mujeres a elegir sobre sus cuerpos y recurrir al aborto, apoyo a las minorías afroamericanas, hispanas y de religiones minoritarias contra el “racismo sistémico” de las sociedades WASP (blanco, anglosajón y protestante), que se consideraban dueños de la identidad nacional.
Por si quedaba alguna duda de las estrategias de Francisco, la designación del Milton Gregory, arzobispo de Washington, D. C., como cardenal era una “provocación” para la derecha católica, pues se trató del primer afroestadounidense elevado a esa dignidad, y dejaba una vez más en la banca a los prospectos conservadores, entre ellos al ya mencionado arzobispo de Los Ángeles, José Gómez, también presidente de la Conferencia del Episcopado. Habitualmente esta arquidiócesis es sede cardenalicia y más aún tratándose de la cabeza del episcopado. Algunos más incisivos podían ver detrás de esa medida la pérdida de fuerza del Opus Dei, que fuera tan bien tratado por Juan Pablo II y Benedicto XVI. Y también el fortalecimiento de los sacerdotes religiosos, quienes han incrementado su presencia en el Colegio Cardenalicio, particularmente los jesuitas, que estaban a punto de desaparecer de este importante espacio.
Los derechos de la diversidad sexual y el aborto
En esos días se relanzó una declaración acerca de los homosexuales que hiciera Francisco en 2019 a la empresa Televisa, en un documental sobre su pontificado, señalando en forma sumamente ambigua que aquellos tenían derecho a una familia y a un trato digno. La declaración era lo suficientemente confusa para que no quedara claro si se refería a la familia donde habían nacido o a formar una familia entre personas del mismo sexo. No mencionaba la necesidad de que hubiera algún tipo de reconocimiento en las leyes civiles a esta comunidad y a estas uniones —con lo que las dejaba fuera de las uniones religiosas—, aunque no la negaba expresamente.
La declaración fue rebatida como “insuficiente” por el sector LGTBQ+ y considerada una herejía por los creyentes conservadores. El liderazgo conservador cayó en la provocación y se lanzó a una extravagante iniciativa de excomulgar al papa Francisco, justo mientras las tendencias renovadoras del catolicismo y los cristianos en general aplaudían sus audaces planteamientos. De esta manera Francisco se posicionaba como “incluyente” ante las sociedades del primer mundo, donde el tema de los homosexuales es muy importante, y a la vez lanzaba un mensaje a los jóvenes latinoamericanos, particularmente a la “generación de cristal”, los nacidos después de 1997, para quienes tal signo de apertura podría ayudarle a recuperarlos,
Los jóvenes latinoamericanos, tanto los millennials como los cristal, critican el doble discurso, la hipocresía y el fariseísmo del clero católico, fuertemente cuestionado por varias razones: el ocultamiento y protección a los pederastas y abusadores sexuales dentro de su propio gremio, su respaldo a las élites económicas y políticas, su clasismo, racismo y falta de un testimonio personal consistente ante una sociedad globalizada donde la información circula “en tiempo real”. Las jerarquías católicas, conscientes de la pérdida sistemática de fieles, se refugian en la idea de que esta situación es transitoria y que pronto las “ovejas extraviadas” volverán al rebaño.
Los conservadores católicos se alineaban para negar la comunión al entonces candidato Biden por respaldar el aborto y rechazaban también a la afroestadounidense Kamala Harris, identificada como miembro de las iglesias bautistas negras que reivindicaban posiciones muy liberales confrontadas con la Convención de Iglesias Bautistas del Sur, caracterizada por sus posiciones conservadoras.
La reivindicación de Martin Luther King no era gratuita. Precisamente en ese momento se desempeñaba como pastor de su histórica congregación en la ciudad de Atlanta nada menos que el candidato a senador demócrata por el estado de Georgia. Junto con un joven politólogo judío de izquierda desafiaban el dominio republicano, y esta elección sería la bisagra que definiría la hegemonía demócrata en el Senado estadounidense, clave para efectuar las reformas prometidas y romper la obstrucción que había sufrido el presidente Obama. Finalmente, ambos demócratas ganaron la elección en un estado tradicionalmente republicano.
El contexto latinoamericano
En América Latina la Iglesia católica mantiene estructuras jerárquicas provenientes de los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, caracterizadas por una selección rigurosa de obispos conservadores que desplazaron a seminaristas y sacerdotes progresistas. Persisten también corrientes renovadoras en las órdenes y congregaciones religiosas que fueron sistemáticamente cuestionadas por la Congregación para la Doctrina de la Fe, a cargo de Joseph Ratzinger y sus sucesores.
Después del asesinato del arzobispo Arnulfo Romero, de la desautorización de los sacerdotes que colaboraron con el gobierno sandinista, del asesinato del obispo Angelelli de Argentina y de las medidas similares adoptadas en el resto de los países latinoamericanos, se consolidaron las opciones conservadoras alineadas con los grupos empresariales católicos, que abandonaron la doctrina social de la Iglesia y se sumaron al proyecto económico neoliberal que dominó durante alrededor de cuarenta años en la región.
El predominio de los cuadros de la teología de la prosperidad católica[22] en la Conferencia del Episcopado estadounidense tenía su correlato latinoamericano en clérigos como el cardenal colombiano López Trujillo, que venía de una larga y exitosa confrontación contra la teología de la liberación latinoamericana y los mandatos del Concilio Vaticano II. Los obispos progresistas habían sido erradicados con Juan Pablo II y Benedicto XVI, aunque a un costo demasiado alto. La baja de fieles en todo el continente se agudizó además por la protección a sacerdotes u obispos católicos acusados abiertamente de proteger pederastas o de ser ellos mismos abusadores.
Para la designación de un nuevo papa, el Consistorio de octubre de 2020 designó a trece cardenales, nueve con derecho a voto y cuatro, mayores de ochenta años, sin derecho a voto. Entre éstos últimos se hallaba el obispo mexicano Felipe Arizmendi Esquivel. Las biografías revelan algunos hechos muy interesantes. La jerarquía premia a los leales de su equipo en la curia romana, a la vez que sigue diversificando el origen nacional dentro del Colegio Cardenalicio, designando cuadros de nacidos en Asia, fortaleciendo a Filipinas (el país asiático con más católicos), a la vez que elige a un nativo de Brunei, uno de los países musulmanes más ricos del mundo y que hace un año ocupó los titulares periodísticos por amenazar de muerte a los homosexuales. La designación de un cardenal africano nativo de Ruanda y de la etnia tutsi, cuya familia fue asesinada, es un llamado a la convivencia, la tolerancia y la reconstrucción del tejido social. Se “premió” a Chile con un cardenal, que es franciscano y que no nació en Chile sino en Navarra, España, para “salvar” a la iglesia chilena de los escándalos de abusos sexuales.
El nombramiento del arzobispo de Washington, D. C., Wilton D. Gregory, reviste interés porque fue el primer afroamericano designado cardenal y es reconocido por líderes religiosos afros protestantes como impulsor de un diálogo ecuménico. Tuvo un papel muy destacado en la crisis de los abusos sexuales, apuntando a neutralizar las estrategias de los católicos conservadores que respaldaban a Trump. No olvidemos que Biden es el segundo presidente católico de Estados Unidos y respaldó las reivindicaciones de la población afro y los colectivos LGTBQ+. Trump también disputaba el estratégico voto católico y propuso a una católica conservadora y anti LGTBQ+ para la Suprema Corte. Francisco golpeó así a la díscola derecha católica estadounidense.
El obispo mexicano Arizmendi fue nominado exactamente un mes después de cumplir ochenta años, por lo que será emérito, pero no tendrá derecho a voto en un cónclave para elegir un papa. Francisco ya seleccionó a tres mexicanos como cardenales eméritos sin derecho a voto en los últimos tiempos (Obeso, Suárez Inda y Arizmendi). México conserva sólo dos votos en el cónclave: Robles Ortega (Guadalajara) y Aguiar Retes (Ciudad de México). El mensaje fue muy claro: la jerarquía mexicana deberá unirse a la línea de Francisco o seguirán teniendo reconocimiento quienes ya salieron y no los activos, que ningunean la propuesta de Roma.
La jugada de Francisco fue una carambola de varias bandas: siguió diversificando el Colegio Cardenalicio que nombrará a su sucesor, fortaleció a los religiosos sobre los diocesanos, respaldó a quienes enfrentaron los escándalos por abusos sexuales, posicionó en Estados Unidos la candidatura del católico Biden —criticado por la derecha católica que apoyaba a Trump— y en México desautorizó a la jerarquía local. Todo ello en un contexto donde gana las simpatías de minorías discriminadas por el sistema: afros, mujeres, LGTBQ+, pobres y “condenados de la tierra”.[23]
El diálogo entre las religiones. La relación con el islam
Una vez más, Francisco nos desconcertó con sus estrategias. En su encíclica Fratelli tutti confesaba que retomaba esta frase de san Francisco de Asís, quien hace ochocientos años viajó a Egipto para entrevistarse con el gran sultán, una autoridad musulmana. Movido por esa misma preocupación, el papa Francisco visitó Abu Dabi en febrero de 2019 y ahí se reunió con el gran imán Al-Tayyed. Como resultado del encuentro, firmaron el Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común. Tanto el sultán como el gran imán son religiosos de la versión sunnita del islam.
El diálogo entre religiones se basa en que todas las creencias “caminan juntas como hermanos y hermanas, con la ‘fuerte convicción de que las enseñanzas verdaderas de las religiones invitan a permanecer anclados en los valores de la paz; […] del conocimiento recíproco, de la fraternidad humana y de la convivencia común’”.[24]
En marzo de 2021 Francisco fue a Iraq para entrevistarse con el ayatola Al-Sistani, el custodio de la ciudad sagrada de Najaf, donde está la tumba de Ali, el fundador de la tradición chiita del islam, la segunda tendencia en importancia dentro de esta religión del tronco abrahámico, junto con el cristianismo y el judaísmo. A su arribo a Bagdad fue recibido por el presidente y el primer ministro de aquel sufrido país, quienes proclamaron ese día como un hecho histórico que sería recordado en adelante como el Día de la Tolerancia y la Convivencia. Visitó también la ciudad de Ur, donde según la tradición nació Abraham, el fundador del tronco religioso que diera lugar a las grandes religiones monoteístas, y de regreso en Bagdad dio una misa en la catedral católica de Rito Caldeo.
El domingo 7 de marzo hizo algo aún más atrevido. Voló a Erbil, la capital de la región autónoma del Kurdistán, donde fue recibido también por su presidente. Los kurdos son más de cuarenta millones de personas distribuidas entre seis países de la región, el único conglomerado que no logró formar un Estado nacional. Proponen un confederacionismo democrático y coexisten en su interior diversas religiones, si bien son mayoritariamente musulmanes sunnitas (también hay chiitas, yazidíes, yaresanitas, cristianos y judíos). Se han destacado por su capacidad militar para enfrentar a los fundamentalistas islámicos y controlan además el 25 % del territorio sirio. Tienen una confrontación histórica con Turquía, que los califica como terroristas, mientras que ellos acusan a los turcos de genocidas. Allí el papa ofició misa en un estadio frente a miles de cristianos, sobrevivientes de las masacres del Isis. A la comunidad cristiana de Qaraqosh la alentó a reconstruir y a consolidar su presencia milenaria en la región. El lunes 8 de marzo regresó a Roma.
Con ese viaje Francisco se consolidó como un líder de escala mundial con capacidad de interlocución y convocatoria. A Joe Biden, que trataba de posicionarse en la región bombardeando a los fundamentalistas islámicos en Siria, exhibiendo los dientes desgastados del Imperio, Francisco le explicó con su testimonio la importancia del diálogo: “hablando la gente se entiende”. Fortaleció a los chiitas de Iraq y les quitó liderazgo a los chiitas de Irán, más preocupados por tener bombas atómicas y enfrentados en un conflicto que sólo sirve para debilitarlos. Demostró que él puede dialogar tanto con chiitas como con sunnitas y que son muchos los que quieren la paz, aislando políticamente a los extremistas de todos los bandos.
Fortaleció la presencia de los cristianos y les ofreció una cobertura política y religiosa, abriendo el “diálogo entre las religiones”. Ya terminó la época de las Cruzadas y los ataques punitivos, que sólo sirven para exacerbar los ánimos y dificultar la paz. También se posicionó como líder no sólo de los católicos sino de todos los cristianos de buena voluntad, a la vez que dio un testimonio personal de compromiso con la paz y la convivencia entre las distintas religiones. Acudió precisamente a los lugares que más lo necesitan, al margen de su seguridad personal, tomando el modelo del martirio, con lo cual deja como un grupo de conspiradores trasnochados a sus críticos en la curia romana, que desaconsejaban ese viaje. En fin, una carambola a varias bandas.
Los que no entienden que no entienden
Mientras Francisco jugó en las grandes ligas mundiales, dando esas lecciones de creatividad, audacia y claridad de objetivos, la jerarquía mexicana se hallaba enfrascada en una pública y estéril discusión sobre a quién le correspondía pagar los gastos hospitalarios del cardenal Norberto Rivera. El actual arzobispo se deslindó del compromiso. La gran lección la dio el ingeniero Carlos Slim Helú, uno de los hombres más ricos del mundo, quien se internó también por covid-19, pero en un hospital público y gratuito. Afortunadamente ambos se salvaron.
El Opus Dei y la Legión de Cristo en la construcción del conservadurismo
Después del Concilio Vaticano II ocurrió una confrontación muy interesante dentro de la Iglesia católica, hecho que se consolidó con la II Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELAM) de Medellín, donde se sentaron las bases para una reformulación de las estrategias eclesiásticas para América Latina. Desde 1978, con el pontificado de Juan Pablo II se inició el desmantelamiento de esta estrategia con bastante éxito. El Vaticano eliminó las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) de los movimientos laicales “reconocidos” y se apoyó en movimientos conservadores o carismáticos, tales como Comunión y Liberación, Camino Neocatecumenal, Focolares, la Renovación Carismática, Regnum Chisti, Sodalitio Humanae Vitae, entre otros similares.
Se configuró así una pastoral orientada hacia las élites políticas, sociales y económicas que alejó a los feligreses del trabajo institucional, acentuando los procesos de clericalización y quedando los laicos como simples espectadores. Probablemente la Renovación Carismática o su similar, el Sistema Integral de Evangelización (SINE), mantuvieron una relación más eficiente con un sector de la feligresía, aunque por su propia naturaleza son vistos con cierta desconfianza por los obispos conservadores.
Los movimientos conservadores iniciaron un proceso de construcción de propuestas políticas para lanzarse a la instauración de regímenes de Nueva Cristiandad. Con este objetivo se aliaron con evangélicos conservadores en movimientos nacionales e internacionales pro vida, que se opusieron a la interrupción del embarazo, incluso en casos de violación o si pusiera en peligro la vida de la madre. También rechazaron las reivindicaciones de género, en particular la legalización de las uniones entre personas del mismo sexo, y defendieron la “familia natural”.
Estas propuestas dejaban de lado cualquier referencia a problemas sociales y económicos. En contraste, la encíclica Fratelli tutti hace énfasis en la desigualdad social y la crítica del neoliberalismo económico como formas de egoísmo, individualismo y negación de ayuda a los miembros más desfavorecidos de la sociedad. La estrategia de Francisco fue no polemizar con estos sectores, sino simplemente colocarse junto a la mayoría de su feligresía, tratando de captar los temas prioritarios que le interesan y afectan.
Testimonio, martirio y legitimidad ante la crisis del catolicismo
Cuestión estratégica de cualquier iglesia que se respete es la de preservar su capital simbólico. Una construcción milenaria del catolicismo está íntimamente relacionada con el reconocimiento de su eficacia simbólica: los feligreses estarían convencidos de que sus prácticas religiosas son importantes para sus vidas. En cambio, si ponen la religión como algo secundario o superfluo, esto denota una crisis de la propuesta religiosa. Durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI se inició una crisis en el catolicismo latinoamericano, que se expresó en la disminución de su feligresía en toda la región. El Anuario Estadístico de la Iglesia Católica muestra la caída sistemática de bautizos, primeras comuniones y confirmaciones, que son los rituales de paso que incorporan niños y adolescentes a la Iglesia. El descenso de esas cifras, contrastado con los datos del Registro Civil, se articula con el de los matrimonios religiosos. En México, por ejemplo, entre 2008 y 2018 bajaron de 428 000 a 238 000, prácticamente la mitad. Algo similar sucedió en América Latina, donde los especialistas tratamos de conocer quiénes crecieron más, si los cristianos evangélicos o los no creyentes.
Complicó esa situación las depuraciones o cacería de brujas aplicadas contra sacerdotes y obispos progresistas que fueron descalificados, deslegitimados, suspendidos de sus funciones sacerdotales o expulsados de los seminarios cuando se les detectaba su tendencia liberadora. Actualmente, la caída de vocaciones sacerdotales y el envejecimiento del clero, de los religiosos y religiosas es un fenómeno reconocido por los jerarcas. La teoría del “goteo” religioso, según la cual si los líderes sociales, políticos y empresariales eran católicos la sociedad latinoamericana los seguiría, mostró su ineficacia. Las élites están en crisis pues tampoco supieron interpretar los cambios en los problemas sociales que se agudizaron durante la pandemia, cuando los políticos fallaron en afrontar la contingencia.
Consciente de tal estado de cosas, Francisco pasó a la ofensiva con su encíclica Fratelli tutti, llamando a la fraternidad, al amor al prójimo y a la solidaridad, así como al diálogo entre las religiones en un mundo azotado por el odio y los fundamentalismos religiosos. El 23 de abril de 2021 beatificó a los Mártires del Quiché, en Guatemala, siete laicos y tres misioneros españoles que fueron asesinados en el marco de la guerra civil entre 1980 y 1991 por sicarios vinculados a grupos paramilitares. Años antes había canonizado al arzobispo Arnulfo Romero, asesinado en plena homilía por un militar salvadoreño, y al jesuita Rutilio Grande, también víctima de militares. En la misma perspectiva, elevó a la dignidad de cardenal al obispo auxiliar de San Salvador, Gregorio Rosa Chávez, quien fuera el hombre de confianza de san Arnulfo Romero, descalificando con esta medida a los obispos conservadores que tenían “congelado” al ahora cardenal.
El 30 de abril siguiente beatificó a José Gregorio Hernández Cisneros, médico venezolano que vivió a principios del siglo pasado y que es muy reverenciado por los pobres en materia de salud. En este caso, el papa aprovechó para llamar a la sociedad venezolana a reconciliarse y resolver sus profundas diferencias; por si quedaban dudas del mensaje, nombró a Hernández copatrono del Ciclo de Estudios de Ciencias de la Paz de la Universidad Lateranense. Un santo razonablemente alejado de la crisis actual, pero con temáticas muy vigentes: de nueva cuenta el papa intentó mediar en la cada vez más compleja situación venezolana.[25]
El papa trató de recuperar el capital social de la Iglesia católica, consistente en el compromiso y cercanía con los pobres y los procesos sociales, alejándose de la teología de la prosperidad (la opción por los ricos) de sus antecesores, que sólo sirvió para distanciar a la Iglesia de los pueblos latinoamericanos, lo que fue hábilmente aprovechado por sus oponentes. Podemos así entender su viaje a países con conflictos bélicos (República Centroafricana o Iraq), que sus asesores y las potencias occidentales no aprobaban. Lo mismo en México, el viaje del nuncio apostólico Franco Coppola a la sufrida comunidad de Aguililla, Michoacán, campo de batalla de distintas facciones del crimen organizado, y su llamado a que sus hermanos obispos lo inviten a comunidades en situaciones similares. Parece que el nuncio “no tiene quien le escriba”, aunque experiencia no le falta: Coppola era el nuncio en República Centroafricana y Francisco pudo ver in situ la precariedad y peligro en que desempeñaba su tarea, lejos de la frivolidad de la curia romana. Con ese perfil, México era el destino ideal.
El testimonio y el martirio han sido los terrenos en que las religiones, no todas, lograron pasar la prueba de fuego y potenciarse en las distintas sociedades. El mundo de la pospandemia se nos presenta como un espacio incógnito, donde las diferentes religiones esperan legitimarse, aunque “muchos son los llamados y pocos los escogidos” (Mateo, 22: 14).
Las dificultades de la geometría político-religiosa latinoamericana
Los periodistas especializados han simplificado las tendencias del campo político religioso mexicano y latinoamericano al encasillar a ministros y creyentes entre liberales y conservadores. Serían liberales y de izquierda aquellos que están de acuerdo con la interrupción del embarazo, el matrimonio igualitario y la legalización de la marihuana. Los conservadores y derechistas serían quienes defienden “la familia tradicional”, se oponen a la interrupción del embarazo y no están de acuerdo con la legalización de la marihuana. Si observamos con cuidado, estas contradicciones se refieren a cuestiones de ética y moral centradas en la percepción de ciertos modos de consumo o de organización social y familiar. Después de leer Los hijos de Sánchez, de Oscar Lewis, cabría preguntarse si las “casas chicas” a cargo de “esposas secundarias” también son parte de la “familia tradicional”.
En la Iglesia católica y en ciertas tendencias evangélicas conservadoras hubo y hay una cacería de brujas de sacerdotes y pastores “liberales”, que con mucha eficacia han logrado institucionalizar un discurso conservador, basándose en la interpretación de ciertos textos bíblicos; aunque como suele suceder, los liberales también acuden a otro repertorio de citas bíblicas.
¿Cuáles han sido los resultados de estas confrontaciones políticas y teológicas? Los resultados están a la vista: ha disminuido radicalmente la feligresía de la Iglesia católica y las corrientes históricas del protestantismo no han captado nuevos feligreses, salvo algunas excepciones. En un mensaje en la apertura de la 110ª Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano, el 13 de abril de 2021, el nuncio Coppola señaló a los obispos la crisis institucional. Mediante un manejo estadístico poco habitual en los líderes religiosos, mostró cómo el impacto del catolicismo en la vida social se derrumbó. Su discurso fue demoledor. Los obispos no están haciendo su trabajo.[26] Algo similar sucede en muchos países de América Latina; por ejemplo, las últimas investigaciones en Colombia muestran que los católicos han bajado al 57.2 % de la población del país.[27]
Los sacerdotes pugnaron por adecuar el discurso a las preocupaciones de sus feligreses. El papa Francisco, en un saludo muy peculiar en el Pío Colegio Mexicano de Roma el 29 de marzo de 2021, les recordó que
La mundanidad espiritual, podemos decir la mundanidad pastoral, espiritual, o sea el modo de vivir espiritualmente mundano de un sacerdote, de un religioso, una religiosa, un laico, una laica, la mundanidad espiritual es el peor de los males que le puede suceder a la Iglesia. Literal. Peor aún que la época de los Papas concubinarios [sic]. Por favor, cuídense de la mundanidad. Es la puerta de la corrupción.[28]
Este párrafo fue “caritativamente” modificado del boletín informativo que se distribuye a la prensa, en la nota redactada por Mireia Bonilla titulada “Los sacerdotes mexicanos”: “deben aprender a quitarse las sandalias”. Censura a Francisco y elimina lo que en términos periodísticos sería la nota, para darnos una versión tergiversada de lo que dijo Su Santidad sobre los sacerdotes (y obispos) mexicanos, a quienes comparó evidentemente con los papas concubinarios. Un lector interesado puede comparar los textos de la versión oficial del Vaticano con lo que dice el boletín informativo, el cual es usado habitualmente por los periodistas para armar la noticia. Quienes sólo leyeron a Bonilla se quedaron sin la información completa.[29]
Ratificando las preocupaciones papales, el 8 de abril de 2021 conocimos la sentencia aplicada al sacerdote Francisco Javier Bautista, a quien se condenó a 27 años de cárcel por asesinar al diácono que colaboraba con él. Este acontecimiento que conmovió a la opinión pública se asoció a las denuncias por abusos sexuales y patrimoniales de los sacerdotes, y al escándalo por el pago de 100 000 pesos a los obispos de Chihuahua y 200 000 al arzobispo en la nómina secreta del encarcelado gobernador César Duarte. Evidentemente la mundanidad es un problema de la Iglesia.[30]
En contextos como los descritos, los mensajes conservadores son observados con mucha suspicacia por los jóvenes, quienes buscan refugio en otras iglesias o simplemente eliminan las preocupaciones religiosas de sus prioridades. Ello se ve reflejado en las distintas formas de relegar la religión de la sociedad y particularmente entre los jóvenes. Tenemos tres fuentes: para Argentina, la Segunda Encuesta realizada por el CEIL-Conicet; la de Visión Mundial para Colombia y el Censo de 2020 en México. Según la información recolectada, la mayoría de los jóvenes son incluyentes, están en desacuerdo con la homofobia y consideran que la interrupción del embarazo es una decisión que sólo la mujer involucrada debe tomar. El Estado debe respetar las decisiones de sus ciudadanos en su vida personal y no puede regir la vida privada. Las iglesias deben reformular sus propuestas y abandonar la promesa (y amenaza) de castigos celestiales.
El desafío para los ministros de culto consiste en desarrollar una pastoral de acompañamiento a sus feligreses, sobre todo a los jóvenes, y deben estar dispuestos a aprender de ellos. Con la pandemia se elevaron los altos niveles de pobreza en nuestras sociedades, haciendo urgente que los religiosos asuman la cuestión social y abandonen las categorías de “liberales y conservadores” construidas en otras realidades sociales del primer mundo. El reto es entender cómo, en situaciones muy difíciles, los pobres construyen formas específicas de espiritualidad con otras variables que no son precisamente los temas sexuales y reproductivos. Los teólogos entrevistados aportan otros conceptos, como “democráticos”, “autoritarios”, “progresistas”. Nos falta recorrer un largo camino para explicar nuestras realidades, desde nuestras perspectivas y con nuestras propias categorías analíticas.
Conclusiones
La encíclica Fratelli tutti es un documento estratégico en la propuesta del papa Francisco que puede ser leído desde cuatro perspectivas siguiendo los “tiempos” de los que habla F. Braudel.[31] El “tiempo corto” de los acontecimientos ofrece una propuesta viable en la coyuntura de la actual pandemia, que sirvió para recordarnos que todos los seres humanos que poblamos este planeta somos igualmente vulnerables y que sólo apoyándonos mutuamente podremos salir adelante. Fratelli tutti es un llamado a la solidaridad, el amor al prójimo y el abandono de prejuicios, racismo y discriminación.
En la “larga duración” (ciclos de cincuenta o sesenta años) Francisco da por terminada la “transición” del Concilio Vaticano II que durante el periodo de Paulo VI trató de consolidarse, para experimentar un fuerte retroceso con la gestión de Juan Pablo II y las ambigüedades de Benedicto XVI. Francisco inauguró una etapa de consolidación de las reformas del Concilio pugnando por la pluralidad, la diversidad y la universalidad de la Iglesia, asumiendo que hay otras formas de cristianismo y otras religiones. Reconoció que “fuera de la Iglesia también hay salvación”, abriendo el diálogo con protestantes y pentecostales, con otros monoteístas como judíos y musulmanes, y con otras religiones de tradiciones culturales diversas. Al compartir el vínculo con lo sagrado, aisló las perspectivas fundamentalistas, que excluyen el diálogo y la convivencia interreligiosa. Es ahora más audaz y tiende el diálogo con los “no creyentes”: “hay ateos que siguen mejor las enseñanzas de Cristo” que algunos políticos que se reclaman cristianos.
Ya cuando estaba por cerrar este texto se publicó un motu proprio, decreto vaticano que prohíbe prácticamente la celebración de misas en latín siguiendo las reglas preconciliares. Con ello, Francisco termina de romper los puentes con las tendencias revisionistas del Concilio.
En el campo de la “larguísima duración” (ciclos de alrededor de cuatrocientos años) está la reconciliación con luteranos y pentecostales italianos. Viajó a Suecia para celebrar los quinientos años de la Reforma luterana y, en un gesto de humildad, reconoció que las críticas de Lutero eran acertadas y que la Iglesia católica tiene que reconocer la verdad de los procesos históricos. Para un miembro de la Compañía de Jesús, creada precisamente para enfrentar “la herejía luterana” e impulsar la Contrarreforma definida en el Concilio de Trento, eso no es nada sencillo.
En esa perspectiva, cita más a menudo la Biblia que la Tradición de la Iglesia, algo que no sucedía ni sucede con los integristas católicos, que se refieren a la Tradición y muy raramente a la Biblia, ni siquiera al Nuevo Testamento. Rompió además con la tradición de las Cruzadas y rescató el diálogo interreligioso que inauguró hace ochocientos años san Francisco de Asís.
La propuesta del diálogo interreligioso rescató el papel del pastor bautista defensor de la no violencia Martin Luther King, del obispo anglicano sudafricano Desmond Tutu y del Mahatma Gandhi de la tradición hinduista.
En el tiempo estructural, el tiempo de los mitos diría Braudel, donde se mueven mejor los antropólogos, donde todo parece que está “congelado” en el tiempo, pero sólo se mueve más lentamente, está la búsqueda de la legitimidad del discurso de Jorge Mario Bergoglio. Francisco siempre se refiere a las Sagradas Escrituras como la fuente de su legitimidad y desde esta perspectiva evalúa la Tradición histórica de la Iglesia, la cual es constantemente revisada a la luz del texto sagrado.
Texto magistral, la encíclica Fratelli tutti está escrita por un papa que quiere presentarse al pueblo de Dios como un hombre humilde y que predica con el ejemplo. Se sirve a sí mismo la comida en el comedor de la Residencia de Santa Martha, se lustra los zapatos, cuando era arzobispo de Buenos Aires no tenía vehículo particular y se trasladaba en transporte público, va personalmente a pagar sus cuentas, a encargar un nuevo par de anteojos. No se pierde en la banalidad y está dispuesto al martirio, viajó a la República Centroafricana en plena guerra civil, fue a Iraq en medio del conflicto bélico. Como se dice en términos populares, “no pierde piso” e implantó el modelo “sencillito”. El problema lo tienen el clero y los jerarcas, obligados a revisar sus estilos de vida principescos que los mantienen alejados de sus feligreses.
* Escuela Nacional de Antropología e Historia, INAH.
[1] Coincidimos con Leach cuando plantea que la sociedad, matemáticamente hablando, no es un agregado de cosas, sino un agregado de variables, que los modelos estructurales generalizados no se aplican únicamente a sociedades del mismo tipo estructural aparente y que una misma ordenación estructural puede encontrarse en cualquier tipo de sociedad. Edmund Leach, Cultura y comunicación. La lógica en la comunicación de los símbolos, Madrid, Siglo XXI, 1993, pp. 20-21.
[2] Elio Masferrer Kan, ¿Es del César o es de Dios? Un modelo antropológico del campo religioso, México, CIICH-UNAM-Plaza y Valdés, 2004, p. 41.
[3] Ibidem, p. 310.
[4] Elio Masferrer Kan, Religión, poder y cultura. Ensayos sobre la política y la diversidad de creencias, Buenos Aires / México, Libros de la Araucaria, 2009; Elio Masferrer Kan, Religión, política y metodologías. Aportes al estudio de los sistemas religiosos, Buenos Aires / México, Libros de la Araucaria, 2013.
[5] Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, Lima, Centro de Estudios y Publicaciones, 1971.
[6] Manuel M. Marzal (comp.), El rostro indio de Dios, México, crt-uia, 1994.
[7] Norman Novak, ¿En verdad liberará? Discusiones sobre la teología de la liberación, México, Diana, 1988.
[8] Elio Masferrer Kan, “Algunas claves importantes para entender a Francisco”, en Isabel Rauber (comp.), Hagan lío. Mensaje del papa Francisco a la juventud latinoamericana, Buenos Aires, Peña Lillo-Contin, 2017, pp. 53-62).
[9] Elio Masferrer Kan, “Del proyecto católico a la articulación neoliberal. De Ernesto Corripio a Norberto Rivera”; Cuicuilco, núm. 79, 2020a, pp. 19-55.
[10] Idem.
[11] Elio Masferrer Kan, “La eficacia simbólica en un mundo en crisis. Pandemia y campo político religioso”, Religiones Latinoamericanas, nueva época, núm. 6, julio-diciembre, 2020b, pp. 29-56, recuperado de:
http://www.religioneslatinoamericanas.com.mx/wp-content/uploads/2021/03/Textos_6-2-Elio.pdf.
[12] Eugenia Allier Montaño, “Balance de la historia del tiempo presente. Creación y consolidación de un campo historiográfico”, Revista de Estudios Sociales, núm. 65, pp. 100-112, p. 109, recuperado de: https://journals.openedition.org/revestudsoc/10356, consultado 2 julio 2021.
[13] “Turkson: hay obispos y sacerdotes que obstaculizan la difusión de la “Laudato si’”, La Stampa, 8 de noviembre de 2018, recuperado de:
https://www.lastampa.it/vatican-insider/es/2018/11/09/news/turkson-hay-obispos-y-sacerdotes-que-obstaculizan-la-difusion-de-la-laudato-si-1.34059026.
[14] Francisco [Jorge Mario Bergoglio], “Exhortación apostólica postsinodal Amoris laetitia, recuperado de: https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20160319_amoris-laetitia.html
[15] Elio Masferrer Kan, op. cit., 2017, p. 60.
[16] Xavier Albó y Mauricio Mamani, “Esposos, suegros y padrinos entre los aymaras”, en Enrique Mayer y Ralph Bolton (eds.), Parentesco y matrimonio en los Andes, Lima, Universidad Católica del Perú, 1980, pp. 283-326, p. 285.
[17] Manuel Marzal, “¿Es posible una iglesia indígena en el Perú?, América Indígena, vol. xxxiii-1, núm. III, 1973, pp. 107-123. p. 107.
[18] “¿Está el papa Francisco preparando una encíclica sobre la fraternidad humana?”, Aleteia, 27 de agosto de 2020, recuperado de:
https://es.aleteia.org/2020/08/27/esta-el-papa-francisco-preparando-una-enciclica-sobre-la-fraternidad-humana/
[19] Elio Masferrer Kan, op. cit., 2020b, p. 53.
[20] Elio Masferrer Kan, “Ganar perdiendo. El acuerdo entre China y el Vaticano”, El Universal, 28 de septiembre de 2018, recuperado de:
https://www.eluniversal.com.mx/articulo/elio-masferrer-kan/mundo/ganar-perdiendo-el-acuerdo-entre-china-y-el-vaticano.
[21] Francisco [Jorge Mario Bergoglio], “Carta encíclica Fratelli tutti, del santo padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social”, recuperado de:
http://www.vatican.va/content/francesco/es/encyclicals/documents/papa-francesco_20201003_enciclica-fratelli-tutti.html.
[22] Norman Novak, op. cit., p. 15.
[23] Frantz Fanon, Los condenados de la tierra, pról.. de J .P. Sartre, México, fce, 1963.
[24] Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común, Abu Dabi, 4 de febrero de 2019.
[25] Francisco [Jorge Mario Bergoglio], “Quirógrafo del santo padre Francisco sobre la disposición de que el venerable siervo de dios José Gregorio Hernandez Cisneros sea copatrono del ciclo de estudios en ciencias de la paz de la Pontificia Universidad Lateranense”, recuperado de:
https://www.vatican.va/content/francesco/es/letters/2021/documents/papa-francesco_20210426_chirografo.html.
[26] Franco Coppola, “Mensaje del nuncio apostólicoen la CX Asamblea Plenaria”, recuperado de:
http://diocesisdepapantla.org.mx/2021/04/13/mensaje-del-nuncio-apostolico-en-la-cx-asamblea-plenaria/.
[27] William M. Beltrán y Sonia P. Larotta Silva, Diversidad religiosa, valores y participación política en Colombia. Resultados de la Encuesta Nacional sobre Diversidad Religiosa 2019, Bogotá, World Vision, 2020, p. 19.
[28] “Udienza alla Comunità del Pontificio Collegio Messicano”, 29 de marzo de 2021, recuperado de:
https://press.vatican.va/content/salastampa/it/bollettino/pubblico/2021/03/29/0190/00416.html.
[29] Mireia Bonilla, “Francisco a sacerdotes mexicanos: ‘Deben aprender a quitarse las sandalias’”, Vatican News, 29 de marzo de 2021, recuperado de:
https://www.vaticannews.va/es/papa/news/2021-03/francisco-sacerdotes-mexicanos-aprender-a-quitarse-las-sandalias.html
[30] “Dan 27 años de cárcel al padre Francisco Javier por el asesinato de Leonardo Avendaño”, El Universal, 8 de abril de 2021, recuperado de:
https://www.eluniversal.com.mx/metropoli/cdmx/dan-27-anos-de-carcel-al-padre-francisco-javier-por-el-asesinato-de-leonardo-avendano.
[31] Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza, 1980.