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El Tlacuache


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Como ramas y frondas

ENVIADO POR EL EDITOR EL Jueves, 30/01/2025 - 12:00:00 PM

Rosa Casanova*

 

Resumen

El texto reflexiona acerca del manejo de la imagen documental en los medios periodísticos a partir del caso de Ayotzinapa. La revisión de las fotografías publicadas en el diarioLa Jornada sirve como punto de partida.

Palabras clave: fotografía / fotoperiodismo / documental / desaparecidos
 

Abstract

The article reflects on the uses of documentary images in journalistic media through the Aoytzinapa case. The review of the photographs published in the daily La Jornadaserves as a departure point.

Key words: photograhy / photojournalism / documentary / desappear 

 

Los sucesos de la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014 en Iguala nos atañen como ciudadanos y como seres humanos. En una sociedad donde el término “desaparecidos” forma parte de nuestra nuestro léxico cotidiano, buscamos formas de comprender. Esta es una propuesta para desentrañar algunas vetas de interpretación de las fotografías publicadas en los medios, a través de La Jornada, diario que ha mostrado su independencia y sensibilidad hacia los movimientos sociales, y que desde el 28 de septiembre comenzó a publicar sobre el tema.[1] De inmediato constatamos el papel de la foto como ilustración o soporte del artículo periodístico; sólo en raras ocasiones adquiere autonomía. En esta perspectiva, conviene recordar la desconfianza de Susan Sontag hacia el medio, pues en su opinión todas las fotos “esperan ser explicadas o falseadas por sus inscripciones”.[2] En otras palabras, la necesidad de un texto para comprender el sentido de la imagen, uno de los emplazamientos para la crítica de las imágenes periodísticas.

 

Nada fuera de lo común: la función ilustrativa fue la que se asignó al fotograbado desde su aparición en los medios escritos a fines del siglo XIX. La versión digital, ahora fundamental para la prensa, permite ampliar el número de fotografías, presentarlas en color y agregar videos, posibilidades que quedan fuera de la versión impresa (en La Jornada, por ejemplo, sólo la portada y contraportada presenta fotos a color). Sin embargo, para muchos fotoperiodistas y estudiosos la revolución digital ha repercutido de manera negativa en el trabajo y en el sitio asignado a la imagen en la mayoría de los diarios. Un debate fuera de los límites de este texto, pero que aunado a la saturación visual que forma parte de nuestra cotidianeidad, sin duda incide en el tipo de imágenes que circulan sobre Ayotzinapa, como coloquialmente se conocen los hechos y los eventos que de ahí han surgido.[3]

 

 

La revisión provee necesariamente una perspectiva parcial para reflexionar sobre la naturaleza de las imágenes relacionadas con Ayotzinapa en la prensa capitalina, que sirve de filtro ante las miles de fotos que han circulado en las redes sociales y ante la demanda incesante de información visual, en el asedio de imágenes que caracteriza a la sociedad contemporánea. No queda más que mirar en su contexto cultural las 421 notas y alrededor de 476 fotografías, de 55 agencias y fotógrafos, para constatar el diálogo que se pretende establecer con el encabezado y el artículo. Fabrizio de León, editor de fotografía de La Jornada, considera el criterio informativo como el “más relevante” en la edición de imágenes, seguido por la calidad técnica. En una foto pide que “tenga una característica, que puede ser más notoria, y que llamamos estilo”, que estaría por definirse.[4]

 

Enseguida confirmamos que las imágenes y el pie que las acompaña con frecuencia enfrentan un tema diferente a los señalados en las líneas del encabezado, en una suerte de hipertexto.[5] Estas discrepancias abren el camino a la ambigüedad atribuible a la carencia de fotos contundentes o de buena calidad. Surgen así dos interrogantes: la exigencia que tienen los diarios de presentar fotos de los temas sobre los que escriben y, como resultado de ello, la dificultad para obtener imágenes novedosas o provocativas sobre el caso, lo que favorece la repetición y la publicación de algunas que habían quedado en el archivo, días después de los hechos. La efectividad de las fotografías reside hoy en las potencialidades de los dispositivos móviles para el registro inmediato de los eventos y en su circulación instantánea a través de las redes sociales,[6] pero también en su despliegue, y en la convivencia con otras formas de expresión: la palabra escrita, la caricatura, el video, la música, los flashmobs

 

En esta perspectiva, el punto de partida es que no hay una imagen icónica de Ayotzinapa, sino una multitud de imágenes. Aspecto fundamental desde la visualidad y la tendencia hacia las series y la multiplicidad de encuadres sobre un mismo hecho, lo cual conduce a considerar también los posicionamientos políticos y sociales desde donde se producen y se miran las fotografías.

 

De la violencia

Un punto a destacar es la escasez de fotografías explícitas, aunque la revisión iniciada el 27 de septiembre arranca con las recién filtradas imágenes de Tlatlaya, en el Estado de México, donde fueron ejecutadas 22 personas el 30 de junio de 2014 (hechos sobre los que la Comisión Nacional de Derechos Humanos ahora documenta la tortura, maltrato e intimidación sufrida por algunos de los testigos). Quizá la ausencia se deba a que, a excepción de los cadáveres que permanecieron en las calles de Iguala —y del rostro desollado de Julio César Mondragón que no se publicó en la prensa—, no quedaron huellas de los 43 (o sólo fragmentos de huesos que por otra parte son cuestionados) que pudieran avasallar la primera plana. De manera perversa, la destrucción de los cuerpos (es decir, de las pruebas y las fotos posibles) ha actuado en contra del gobierno federal que, como tanto se ha dicho, se encuentra ante la imposibilidad de cumplir la demanda fundamental de los padres y de la sociedad. Ver, por ejemplo, las fotografías de la búsqueda de los cadáveres: una tomada desde la lejanía que impusieron las fuerzas del orden que resulta en una foto aparentemente inocua, de Jesús Villaseca, mientras el fotógrafo de Reuters pudo acercarse a la búsqueda realizada por los familiares. Ambas adquieren sentido al leer el pie y los títulos (publicadas el 29 de octubre y 22 de noviembre de 2014, respectivamente);http://www.jornada.unam.mx/2014/10/29/index.php?section=politica&article=003n1pol y http://www.jornada.unam.mx/2014/11/22/politica/008n1pol

 

Hay que explicar entonces que la narrativa visual del diario sobre los sucesos sangrientos es sobre todo a través de la alusión. Para comprenderlo es necesario recordar que durante el gobierno de Felipe Calderón se desató una oleada de violencia que resultó en una sobreabundancia de fotografías que registraban los detalles de la crueldad alcanzada (¡cómo olvidar el impacto de las primeras cabezas aventadas en un sitio público!). Ello propició un debate promovido por los propios medios, sobre la pertinencia de presentar este tipo de imágenes, que generó una cierta austeridad visual —si bien desembocó, desafortunadamente, en la manipulación oficial—. La ferocidad con que han sido reprimidos periodistas y fotógrafos constituye otro factor ineludible: el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ por sus siglas en inglés) confirma el asesinato de 16 periodistas entre 2004 y 2013, la mayoría impunes; a su vez, Reporteros sin Fronteras menciona tres secuestros para 2014, y varios más han sufrido agresiones e intimidaciones.[7] Ante esta situación, los fotorreporteros han optado por la cobertura conjunta en las zonas de alto riesgo, abandonando la gloria del scoop, tan redituable en términos de prestigio personal y de ventas para el medio. Una muestra de las posibilidades comerciales de noticias la constatamos en la aprehensión del matrimonio Abarca, que motivó la aparición de ediciones especiales en Iguala, como se aprecia en la foto de Rubicela Morelos (del 4 de noviembre de 2014).http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/11/04/sesiona-cabildo-de-iguala-tras- detencion-de-abarca-8924.html

 

En las fotografías de La Jornada podemos apreciar aristas diversas de la violencia como los enfrentamientos de jóvenes y ciudadanos con los diversos cuerpos de policía y el ejército, los bloqueos de carreteras y vías públicas, o, las tomas de instalaciones con las imágenes de los destrozos. Las más efectivas son aquellas que “explotan” las acciones en encuadres que muestran caos y movimiento, la gestualidad inherente a estas acciones. Algunas imágenes resultan confusas, como la de Alfredo Domínguez utilizada para mostrar la agresión de la policía capitalina que resultó en la detención de más de 20 jóvenes en la marcha del 20 de noviembre de 2014 (publicada el 25 de noviembre de 2014 y de nuevo el 29) http://www.jornada.unam.mx/2014/11/25/index.php?section=capital&article=038n1cap ,que puede compararse con la más contundente de Víctor Camacho (del 25 de noviembre de 2014). http://www.jornada.unam.mx/2014/11/25/politica/005n1pol

 

Abundan las imágenes que muestran los daños a la propiedad pública, especialmente en Guerrero, resultado de los enfrentamientos y la rabia de los que se sienten agraviados por la respuesta inadecuada del Estado. Su eficacia reside a veces en la yuxtaposición de referentes al poder, sean retratos, emblemas de partidos o sedes institucionales. No obstante, la retórica resulta ambigua ante los encabezados: ¿se condenan los actos o se explican? Muestras de ello encontramos en los destrozos en el Palacio de Gobierno de Chilpancingo (de la agencia estadounidense Associated Press, publicada el 14 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/14/politica/003n1pol, o en la sede del PRD (de Sergio Ocampo publicada el 22 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/22/politica/007n1pol. La toma de casetas a largo del país ha sido un tema recurrente, como muestra la foto de Javier Salinas (del 15 de noviembre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/11/15/megacasetazo-en-la-carretera-a-pachuca-3709.html, o la de Lenin Ocampo que lleva el pie “Normalistas de Ayotzinapa retuvieron algunos tráilers y camionetas en la Autopista del Sol”, (del 19 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/19/index.php?section=politica&article=004n1pol. El bloqueo de vías en la capital queda registrado por Víctor Camacho (del 24 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/24/politica/005n1pol

 

Es en las huellas del dolor, la rabia contenida y la dignidad de los padres que encontramos las imágenes más contundentes de la violencia ejercida sobre los 43 normalistas, pues activan las emociones, el pathos. No abundan, lo que quizá las vuelve más vigorosas. Su energía reside en los sujetos, no tanto en la toma, y facilitan la formación de vínculos de correspondencia: padre-hijo-desaparecido, similar a la relación estudiante-desaparecido. Los artículos fortalecen las fotos al narrar y dar voz a los familiares, como lo ha hecho el enviado Arturo Cano, quien cita las palabras de María Micaela Hernández: “si alguien cree que por ser pobre y humilde no tenemos sentimientos, yo les digo que este dolor me está matando lentamente” (31 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/31/politica/005n1pol. El pie de foto de Víctor Camacho, del 30 de octubre de 2014, apela directamente a la emoción al iniciar con la palabra “Desconsuelo” (30 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/30/politica/004o1pol.

 

Así podemos comprender cómo la resistencia de los padres tiene sus raíces en la politización de esas comunidades, al menos desde la guerra sucia en Guerrero durante la década de 1970.[8] Recomiendo consultar la foto de Lenin Ocampo Torres, que maneja el color y el encuadre para manifestar el vigor de las mujeres que marchan a la capital del estado (2 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/02/index.php?section=politica&article=011n1pol, o la de Víctor Camacho que da cuenta del activismo de los padres en el “Centro Pro” (30 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/30/politica/003n2pol. Estas imágenes se contraponen a la de los políticos que, con sus cuidados arreglos y discursos, intentan contener los daños (ver la foto circulada por la Oficina de Prensa de la Presidencia, del 31 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/10/31/en-el-encuentro-de-los-pinos-se- alzan-voces-para-increpar-al-poder-1675.html

 

Adquieren rostro

Al igual que la consigna “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, los retratos dan vida a los 43 estudiantes desaparecidos. Del anonimato que parece ser la constante en los centenares de cuerpos inertes y destrozados encontrados a lo largo del país, los nombres y rostros de los normalistas trastocan el mecanismo. Una estrategia que ha sido implementada por diversos grupos que demandan justicia, como lo muestra la nota sobre el relativo éxito en la resolución de casos que ha obtenido la Agrupación de Mujeres Organizadas por los Ejecutados, Secuestrados y Desaparecidos de Nuevo León, con la ayuda de Ciudadanos en Apoyo a los Derechos Humanos, A.C., que entre otras cosas, provee a las autoridades, y a la sociedad civil, de los retratos y datos de los seres queridos. [9]

 

En los retratos burdos, arrancados a credenciales y documentos de identificación oficial, o en las versiones de #ilustradoresConAyotzinapa, los desaparecidos se convierten en los jóvenes y en los ciudadanos que recorren las calles de las ciudades mexicanas y del mundo. Esta red fue iniciada por Valeria Gallo y Margarita Sada, con el objetivo de humanizar a los desaparecidos y apropiarse de sus rasgos para convertirlos “en parte de ti”; en dos semanas contaban ya con más de 70 retratos con soluciones formales y recursos iconográficos heterogéneos.[10] Las acciones no conllevan el entendimiento de la situación que se vive en Guerrero o una eficaz respuesta política, pero sí son una señal de cómo las consecuencias de estos actos violentos tocaron –casi físicamente– a todos los jóvenes, y a sus padres, que de golpe enfrentaron la realidad de una agresión semejante. No por nada la portada del 18 de enero de 2015 de La Jornada anuncia que, según datos oficiales, entre agosto y octubre de 2014 hubo 14 desaparecidos al día; cifra aterradora que ayuda a no olvidar Ayotzinapa.[11] La pieza Nivel de confianza del artista Rafael Lozano-Hemmer lleva al extremo la relación con los estudiantes: mediante “una cámara de reconocimiento facial entrenada con los rostros de los 43”, los rasgos del espectador se confrontan con ellos, evidenciando la imposibilidad de encontrar una coincidencia exacta, acción imposible ante la evidencia de los asesinatos; el objetivo es poner en evidencia y conmemorar la búsqueda incesante como estrategia de protesta.[12]

 


Fragmentos de la página http://ilustradoresconayotzinapa.tumblr.com/archive

 

 

 

Los rostros y nombres empezaron a circular el 4 de octubre como volantes que difundían la recompensa de un millón de pesos (contra 30 millones ofrecidos por información sobre Ismael El Mayo Zambada, por ejemplo) que el gobierno del estado de Guerrero ofreció a quien proveyera información. Días después trascendieron el carácter policial para convertirse en agentes fundamentales en las protestas y marchas. Son los 43 que se enumeran demandando justicia. En su singularidad conforman una comunidad a la que se suman los que se solidarizan y se reconocen en ellos.[13] Así, una foto de la agencia británica Reuters muestra disociación entre el título y la acción de colocar los retratos por las calles como se hace con los criminales buscados (4 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/04/politica/008n1pol, la cual se contrapone a la que muestra a estudiantes colocando retratos en la Procuraduría de Guerrero (foto de Sergio Ocampo, del 7 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/10/07/federacion-de-estudiantes- campesinos-socialistas-de-mexico-tomo-2-emisoras-de-radio-en-guerrero-3736.html; o la sugerente contraposición de los retratos ostentados frente al monumento a Ignacio Manuel Altamirano en Tixtla, realizada por Lenin Ocampo Torres (22 de octubre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/10/22/politica/010n1pol; o cómo los rostros se han ido integrado a los espacios cotidianos en la foto de Arturo Campos Cedillo (25 de noviembre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/11/25/index.php?section=politica&article=016a1pol.

 

Imágenes de esperanza

La visibilidad de las fotografías radica en la indignación social y la solidaridad que los asesinatos han suscitado en amplios sectores de la sociedad mexicana e internacional, y en la obstinada reivindicación de los padres de los 43. Las manifestaciones y protestas en numerosas ciudades del país y del extranjero así lo expresan. Existe una larga tradición fotográfica -que se remonta a la Revolución- de grupos y personas que marchan y protestan por diversas causas, que ha marcado las prácticas políticas, así como una iconografía y un itinerario para las protestas en la capital. Así, los fotógrafos saben dónde emplazarse para lograr tomas que den cuenta de la magnitud de la manifestación; o conocen los puntos donde obtener encuadres que contraponen hitos (monumentos y edificios) con manifestantes. Sin embargo, las muestras de solidaridad llegaron de los estadios de futbol, las salas de conciertos, las escuelas y universidades públicas y privadas, las calles y plazas de muchas ciudades de México, las sedes de organismos internacionales, etcétera. Son particularmente sugerentes aquellas realizadas al anochecer, bajo los efectos de las luces de la ciudad, de las velas y antorchas. Ver, por ejemplo, la portada sobre las marchas del 20 de noviembre de 2014 en una foto de Cristina Rodríguez (21 de noviembre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/11/21/; las fotos de acciones en Guerrero por Lenin Ocampo Torres (del 30 de septiembre y 4 de octubre de 2014); respectivamente http://www.jornada.unam.mx/2014/09/30/politica/006n1pol y http://www.jornada.unam.mx/2014/10/04/politica/007n1pol; o las manifestaciones y protestas en la ciudad de México, como las de Yazmín Ortega Corte o Víctor Camacho (del 4 y

 

7 de noviembre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/11/04/grupos- religiosos-inician-ayuno-en-el-zocalo-en-solidaridad-con-movimiento-43x43-6366.html y http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2014/11/07/protestan-con-veladoras-en-el-angel-de-la-independencia-por-ayotzinapa-1810.html. Guillermo Sologuren y Cristina Rodríguez registraron “La caravana del Sur Daniel Solís Gallardo, integrada por parte de los familiares de normalistas desaparecidos de Ayotzinapa” (ambas aparecieron el 21 de noviembre de 2014) http://www.jornada.unam.mx/2014/11/21/index.php?section=politica&article=002n1pol y http://www.jornada.unam.mx/2014/11/21/politica/005n1pol.

 

¿Imágenes para la justicia?

Señalé que no había una imagen de Ayotzinapa, sino una multitud. Otra característica del conjunto es que la acción o las personas capturadas por la lente –entendida en su acepción más común: como vehículo para testimoniar la realidad–, es lo que construye imágenes con mayor fuerza expresiva. En la revisión del diario quedan registros de una amplia gama de sujetos y acciones. La multiplicidad comprende la reiteración de temas,

necesariamente limitados, y de encuadres que recurren a composiciones previsibles o estereotipadas, “salvadas” por la gravedad de la realidad fotografiada. Al unir estos rasgos resulta una lectura que refleja a la sociedad civil, y sus atributos y facultades democratizadoras que abren la posibilidad de que de esta masacre pueda surgir “una parcela de humanidad”, como decía Hannah Arendt.[xiv] Como invitaciones a reflexionar y a estar atentos, las fotografías dejan abierta la interrogante sobre su peso en el análisis del crimen cometido en Iguala y lo que ello ha desencadenado en la sociedad mexicana.

 

Recurro de nuevo al poema de David Huerta:

Ahora mejor callarse
Hermanos
Y abrir las manos y la mente…

 

* Dirección de Estudios Históricos, INAH. El título del artículo es una línea del poema “Ayotzinapa” de David Huerta, presentado el 2 de noviembre de 2014, en el Museo de Arte Contemporáneo de Oaxaca.
[1] Los apuntes que siguen fueron posibles por la recopilación que hicieron la asistente Berenice Páramo, y que abarca de septiembre a noviembre de 2014, así como por la política abierta del diario sobre sus archivos; todos fueron consultados por quien esto escribe en diciembre de 2015. Por razones de derechos, se invita al lector a consultar las ligas señaladas para las imágenes referenciadas.
[2] Regarding the Pain of Others, Nueva York, Farrar, Straus and Giroux, 2003, p. 10 (traducida como Ante el dolor de los demás y publicada por Alfaguara).
[3] Ver, por ejemplo, el número de octubre de 2014 de la revista Zócalo, titulado “Fotoperiodismo, crisis y desafíos”.
[4] De León también relata que cuentan con doce fotógrafos, más las agencias de información, el archivo y los colaboradores o corresponsales. Si bien la finalidad de este texto no es analizar el trabajo de cada fotógrafo, destacan las imágenes de Víctor Camacho, especializado en temas sociales, y la perspectiva local de Lenin Ocampo en el mes de octubre. Ver Mauricio Coronel Guzmán, “El fotoperiodismo en transición: editores”, en Zócalo, ed. cit., p. 22.
[5] Me refiero a la capacidad de relacionar conceptos que tiene la mente humana y que se ha desarrollado en modelos para el manejo de datos y que permite acceder a otra información.
[6] Los efectos de los dispositivos móviles ha sido tema de numerosos estudios ante su protagonismo y efectividad en movilizaciones políticas recientes, basta pensar en la llamada “Primavera árabe”.
[7] Ver los sitios: https://cpj.org, del Committee to Protect Journalists, y http://es.rsf.org, de Reporteros sin Fronteras, consultados el 17 de enero de 2014.
[8] No es casual que el informe final de la Comisión de la Verdad sobre las secuelas de la guerra contrainsurgente en Guerrero se dieran a conocer en octubre del año pasado. Blanche Petrich, “La impunidad que subsiste en Guerrero viene desde la guerra sucia: Comverdad”, 14 de octubre de 2014, en http://www.jornada.unam.mx/2014/10/14/index.php?section=politica&article...
[9] Página en la sección local de El Norte, del 16 de enero de 2015. Agradezco la referencia a Juan José Cerón, jefe de fotógrafos del diario.
[10] http://www.animalpolitico.com/2014/10/nosotros-los-ilustradores-mexicanos- queremos-saber-donde-estan-los-43-normalistas-desaparecidos/, consultado el 20 de enero de 2015.
[11] Argumento que desde hace tiempo esgrimían agrupaciones en diversos puntos del país tocados por la violencia de la delincuencia organizada y de las fuerzas del orden. http://www.jornada.unam.mx/2015/01/18/politica/003n1pol.
[12] El autor ha puesto a disposición de “cualquier universidad, centro cultural, galería o institución” el software para que pueda ser exhibido en múltiples sedes. http://www.lozano- hemmer.com/texts/manuals/nivel_de_confianza_specs.pdf, consultado el 24 de abril de 2015.
[13] Sobre estos temas vale la pena revisar el reciente estudio de Georges Didi- Huberman, Pueblos expuestos, pueblos figurantes, Buenos Aires, Manantial, 2014 (ed. francesa 2012).
[xiv] Citada por Didi-Huberman, op. cit., p. 25-26.